DESBLOQUEAR CATALUNYA

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Santiago Mondéjar es un consultor estratégico que está especializado en el análisis de sistemas y en la gestión de riesgos. Acaba de publicar ‘A golpes con el Estado’ (EDlibros). ¿Qué aporta este nuevo libro que sale tras la sentencia judicial del ‘procés’? Destacaría la idea del autor de que hay que olvidarse de la dialéctica de las victorias y las derrotas y “evitar la tentación de aplicar soluciones en blanco y negro a una realidad multicolor”. Rechaza, pues, las soluciones simplistas o coercitivas. Estoy de acuerdo, pero sabiendo que no hay diálogo posible con el engaño y con la burla de la ley. Abandonar esta actitud es un primer paso inexcusable. Nada es aceptable fuera de la ley democrática. Dejémonos de poses y rechacemos la demagogia donde quiera que esté.

Tras reconocer la existencia de “objetivamente componentes característicos de un golpe de Estado”, se destaca que tienen más elementos en común con la revolución islámica de los ayatolás que con otros intentos de golpe de Estado. Y reitera la necesidad de un análisis que penetre en el funcionamiento del ‘procés’. La fractura de la sociedad catalana ya se comenzó a gestar en el siglo XIX, alrededor de una ideología siempre pujando por dominar la esfera pública con una exaltación graduada e incesante.

Montaje Plazabierta.com.
Imagen fondo: Photo by Daniel Jensen on Unsplash

Desde la Generalitat se ha conformado una colosal red clientelar, con funcionarios militantes y sumisos, con mesiánicos jefes de negociado. Medios de comunicación bajo control; dóciles y asentando un relato. Se ha sembrado cizaña, se han reforzado prejuicios y lugares comunes. Circuitos cerrados que limitan las capacidades críticas de los individuos. Se fomenta la polarización y un narcisismo colectivo con una fuerte dependencia emocional del reconocimiento ajeno.

Mondéjar retrata el cordón umbilical montserratino, y a la Crida como antecedente de la ANC. Y advierte que desde el separatismo, se apuesta por las ‘dinámicas del crecimiento vegetativo de la población’ “en el vacío de la inexistencia de una oposición cívica organizada”.

¿Qué hacer? ¿Cómo desbloquear la vida catalana y superar el nacionalismo que atosiga con signos y consignas, y que se blinda como justo e imparable? A mi juicio, hay que insistir en la idea de ciudadanía frente a la de territorialidad y reivindicar sin complejos el bilingüismo. En definitiva: libertad, igualdad y fraternidad.

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