Salamanca, 01 de abril del 2024
S., hace mucho tiempo me fui de nuestro país, y hace aún mucho mas tiempo que la conozco por eso me resulta extraño escribirle esta carta para confesarle que he soñado con Ud.
Por favor no crea que estas líneas buscan algo más que un receptor, está necesidad mía (que más es necedad) de comunicarme a través de la escritura la cual en su mayoría de las veces se torna molesta y cansada, tanto para el que recibe el mensaje como para el que lo redacta, es muy tedioso el proceso de edición y encontrar la palabra exacta que describa lo que uno siente en ese momento, sobre todo cuando tengo que definir algo tan etéreo como un sueño cuyo protagonista es alguien inefable como Ud.
A fin de no robarle su preciado tiempo, procedo a detallar el sueño con la esperanza de que le pueda dar más luces de las que me generó, se imaginará el sobresalto que sentí al descubrirme soñando con una ex alumna.
Fue capricho de mi córtex prefrontal ubicarnos en la ciudad dorada, mi siempre bienamada Salamanca es el contexto donde inicia esta historia, aún no tengo claro que tipo de relación teníamos, si bien no es un secreto que siempre sentí por Ud. un aprecio que trasciende la amistad (y, si me lo permite, no puede culparme por ello pues son muchas las cualidades que posee las cuales me hacen desearla para toda la vida), sería temerario afirmar que en mi fantasía tenía el privilegio de ser su pareja, no obstante era bastante claro que nuestra relación era cercana.
Un otoño que amenazaba con ser crudo le robaba protagonismo al verano que se despedía, nosotros habíamos acordado encontrarnos en un café cercano a la Plaza del Oeste, que a Ud. le había encantado, se llamaba Macondo (evidentemente se enamoró del nombre), recuerdo con nitidez que pidió un café y lo endulzó tiernamente, como quien acaricia la taza, por mi parte me contenté con una cerveza, poco después empezó a comentarme muy animosa sobre lo emocionada que se encuentra por el inicio de su nueva etapa académica en mi querida Universidad de Salamanca, y yo no podía ser mas feliz con su felicidad (como Cortázar con sus gatos).
Descubrí en el interior de mi cazadora un sobre que llevaba su nombre, sin embargo no tenia la menor idea del contenido del mismo, con un movimiento pausado arrastre el sobre por la mesa hasta hacerlo llegar a sus manos las cuales dubitativas se apoderaron del mismo, un gesto imperceptible en la comisura de sus labios anunciaba la extrañeza del detalle y con un movimiento felino abrió el sobre, fue inmediata su sorpresa y aún más célere su alegría, se lanzó sobre mí y en señal de agradecimiento me regaló una sonrisa que enamoraría al mismísimo Eros, luego todo se fue diluyendo.
Cuando volvieron las imágenes nos encontrábamos paseando por Viena, tan imperial como la recordaba, Ud. se dejó sorprender por la elegancia, pulcritud y estilo de una ciudad impregnada de señorío, paseamos por el centro de la capital de Austria, vimos el Danubio alimentando el alcantarillado del “agua más exquisita de Europa”, paseamos por el Naschmarkt (Ud. no creía que hubiese un mercado popular en Viena) donde comimos el tradicional Wiener Schnitzel (que no es otra cosa que un filete de res empanado acompañado por una ración de papas sancochadas con especias), por la tarde nos perdimos en la Galería Belvedere y nos volvimos a encontrar frente a El beso de Gustav Klimt, donde me permití regalarle un beso, en la mejilla por supuesto, para emular el cuadro; luego nos alejamos un poco de la ciudad al visitar el Zentralfriedhof, donde recorrimos la tumba de Beethoven, Strauss, Shubert, Brahms, entre otros; finalmente cuando el ocaso anunciaba el inicio de la noche y el sol de media tarde acariciaba la ciudad cerramos nuestra ajetreada agenda diurna en el tradicional Café Landtmann donde se enamoró sin reparos de la deliciosa tarta Sacher, el clásico postre vienes.
Al llegar al hotel, le esperaba en su alcoba un vestido a medida, blanco perlado, con un corte similar a la seda que hacía que se adapte perfectamente al contorno de su cuerpo, tanta era su belleza que haría arder de envidia a la mismísima La Verdad Velada, trate (con poco éxito) de estar a la altura de tamaña perfección y me percaté de mi profundo fracaso cuando se asomó tímidamente al lobby de la habitación que compartíamos; consultándome, como si la belleza tuviera que pedir permiso para expresarse, ¿Cómo se veía? la elocuencia de mi silencio dio respuesta a una pregunta que ahora suena hasta necia, toda la habitación se llenó de Ud. y yo solo pude balbucear “insofismable” como los besos a los que hacía referencia Galeano.
Caminamos por la inmensa noche vienesa hasta llegar a la Wiener Staatsoper, donde esa noche se presentaba “Il dissoluto punito, ossia il Don Giovanni”, la famosa obra del hijo predilecto de la capital de Austria, uno de los máximos exponentes de la música clásica Wolfgang Amadeus Mozart, tomamos presurosos nuestros asientos, y justo en la escena final de Il Comendadore cuando se presenta frente a Don Giovanni pronunciando un contundente “Don giovanni a cenar teco…” tomó mi mano, que descansaba apacible en mi regazo y besó nuestros dedos entrelazados al percatarse que yo, de fácil congoja, me había sensibilizado por la contundencia del segundo acto. Luego de ello, como si Bécquer se hubiese apoderado de mi sueño, “impregnó en mi pupila su pupila parda” y justo antes de que pudiera robarle un beso (o me lo robaras Ud.) mi caprichoso despertar interrumpió la fantasía, dejando inconclusa esta historia.
Como podrá notar, este sueño es bastante confuso, y genera más dudas que certezas, le rogaria a Ud. pueda explicarme que entiende del mismo, a mi me resulta evidente que al menos le debo un café para conversar sobre esta quimera febril, pero de repente Ud. (tan acuciosa como la recuerdo en nuestras sesiones académicas) encuentre algo más, tal vez no solo nos correspondería compartir un café, tal vez el sueño nos invite a compartir una vida, por favor hágame saber sus comentarios, mas que nada para saber si preparo la cafetera o si preparo la vida, sea lo que fuere, con tal de compartirla con Ud.
Quedo pendiente
Siempre suyo
C.
Que lindo cuento…
Emocionante, tierno, dulce, lleno de emociones y sentimientos. Increíble.
Felicidades al autor por compartir tan profundos sentimientos.