Hay un concurso en la 1 de TV, que se llama “El Cazador”, entre cuyas características está que se hace una pregunta y se proponen tres respuestas, que ha puesto de moda un juego de respuestas en la que la tercera opción consiste en que las dos primeras son correctas, o son incorrectas. Pues, a mí, con lo de la Jenni, Jenni Hermoso, la futbolista, la campeona del mundo de fútbol, y, ahora, estrella silenciosa de los medios, me pasa lo mismo.
Cuanto más ruido menos claridad, que debe de ser, o debería de ser, un aforismo de esos a los que uno se agarra cuando quiere sentenciar con una frase aparentemente lapidaria, y el ruido de lo de la Jenny sobrepasa a cualquiera que yo haya escuchado en lo que mi consciencia, memoria, me permite recordar.
¿Tanto ruido por un beso? No, o si, o ambas son correctas, a saber. Un beso, en sí, no debería de causar ruido ninguno, las circunstancias, mucho, los protagonistas y el momento, decibelios a manta, y el panorama político exige que el ruido sea fragoroso, de tal forma que acalle cualquier otro tema o debate que haya en la calle. Yo diría que ambas son correctas
¿Entonces todo es una cuestión política? Sí, o no, o ambas son incorrectas, porque aunque no todo sea una cuestión política, que no lo es porque ha habido un hecho deleznable, sin duda a ciertas facciones políticas enfrascadas en una situación poco democrática, que debería de provocar una tormenta popular, le viene muy bien que los truenos provengan de otros nubarrones, lo que implica que sí sea una cuestión política, al menos en el ruido, y que ambas sean incorrectas porque no existiría la una sin la otra. Yo diría, que tomadas en conjunto, ambas son incorrectas.
¿Entonces hay otras cuestiones que debatir? Sí, o no, o ambas son ciertas. El tema del beso, sin otras complicidades, merecería el revuelo que se ha montado, un abuso de poder, con prepotencia y patosismo, luz, taquígrafos y un componente de género, da para mucho que hablar, aunque, tal vez, dada la casi unanimidad, no para tanto. En otras circunstancias, sin un candidato a la presidencia derrotado en las urnas, y empecinado en llevar adelante un relato que lo justifique, y que convierta esa derrota en una victoria personal, a costa de lo que sea, exige mucho ruido, y la Jenni, en realidad Rubiales, se lo ha proporcionado. Y en este caso, aunque ambas puedan ser correctas, la respuesta más certera, es sí.
¿Y qué cuestiones son esas? La derrota electoral, la manipulación sanchista populista, ambas necesitan ruido. Sin duda convertir una derrota evidente, una derrota apabullante por territorios, una derrota que muestra la fragmentación, ya casi irreconciliable, entre la España independentista, que sustenta e impone el populismo, con criterios independentistas, al resto, y el resto de España que observa con estupor como se la ningunea, se la ignora, se la entrega a las ambiciones minoritarias de varios grupos cuyo único criterio de pacto es la subversión institucional del país, necesita ruido. El relato para convertir esa derrota en victoria, y todas la concesiones al independentismo presentadas como opciones democráticas, en contra del sentir mayoritario de los españoles, también. Ambas necesitan ruido, mucho ruido, para ensordecer a la opinión pública, para aturdirla, para que hable de otras cosas, para que se puedan distraer de los temas realmente importantes.
Pero, ¿Cuáles son los temas realmente importantes a distraer/discutir? La amnistía, la autodeterminación, ambas son inconstitucionales. Sin duda la petición de amnistía por parte de los independentistas, para poder presentar una imagen de una España que no respeta las leyes, los derechos fundamentales, una España rancia, anclada en el cerrilismo territorial, la imagen de una España solo homologable desde la visión independentista, y solo aceptable desde la necesidad política de los votos independentistas. La mayoría, incluso los que ahora parecen opinar de otra forma, de los españoles no independentistas, hasta el momento presente han considerado que una amnistía era imposible constitucionalmente; pero resulta que ahora, algunos, con un interés evidente, buscan argumentos, nombres, caminos torticeros para lograr cubrir una petición absolutamente antipopular. Referendum de autodeterminación. Repetir los mismos argumentos que en la amnistía, porque son los mismos argumentos, las mismas razones, los mismos cuestionamientos constitucionales e internacionales, es exceder la paciencia del lector, así que solo diré una cosa: bis. Ambos son inconstitucionales sería la respuesta a seleccionar para esta pregunta, con la confianza de que no solo lo son, si no que son contrarias al sentir popular de los españoles no independentistas, incluso, me atrevería a apuntar, a la mayoría de los socialistas de convicción, ya que son contrarias al rigor ético y al sentido internacionalista, globalista, del socialismo de base. Y, por abundar, también, ambas, son contrarias a las doctrinas sostenidas al respecto por los socios internacionales de España.
¿Cuál es el futuro a evaluar? Un nuevo modelo territorial, una reforma constitucional, ambas son convenientes. Posiblemente el modelo territorial sería uno de las reivindicaciones a debatir, a reordenar, a reconstruir. El exagerado coste económico, político, disgregador, del modelo territorial actual, diseñado para contentar a unos nacionalismos decimonónicos que son un lastre para los estados modernos, que sirvieron para acallar unas reivindicaciones históricas de los territorios que históricamente menos tienen que reivindicar, para conseguir una transición menos problemática desde la dictadura a un sistema democrático, debería de ser revisado, pero, seguramente, esa revisión nunca se sometería al refrendo popular, porque el sentimiento popular, de la mayoría de los españoles, entraría en conflicto con las pretensiones nacionalistas y populistas de los partidos que necesitan el ruido. Una reforma constitucional, que seguramente es necesaria, pero en cuyo contenido discrepan la mayoría de los votantes y los partidos que no los representan. Los votantes solicitan listas abiertas, circunscripción única, separación efectiva de los poderes, modificación del sistema electoral, refuerzo, o en muchos casos creación, de las instituciones responsables del control de las instituciones gubernamentales. Pero no es esa la reforma que les gustaría a los políticos, que buscarían una mayor capacidad de control encaminada a un poder único, cambios de sistema a la carta, capacidad de legislación sin límites, ni cortapisas. Claro que esta reforma constitucional, ni se ve en el horizonte, ni se la espera, ya que, independientemente de que perdieran el referéndum, supondría la disolución de las cortes, y elecciones, y ningún partido en el machito está dispuesto a renunciar ni a un solo día de poder. Sin embargo, si las intenciones de los partidos fueran limpias, si se tuvieran en cuenta las necesidades del país, si a alguien le importaran las demandas populares, ambas serían convenientes, ambas serían balsámicas.
Al final, yo no solo estoy con la Jenni, no solo soy solidario con ella y lo que le ha sucedido, si no que, en lo que sucede actualmente con la amnistía y la autodeterminación, me siento como si fuera ella, como si el populismo sanchista, el populismo de SUMAR, me estuvieran cogiendo la cabeza con ambas manos, me la inmovilizaran, y me metieran sus relatos, a modo de lengua, hasta la campanilla. Y me siento afrentado, agredido, ninguneado y engañado. Y aquí, en este punto, todas son correctas.