TRAZOS Y SEGMENTOS: LA SOLITUD

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La Solitud es la necesidad imperiosa de crearse un espacio individual del que disfrutar en silencio, en el que descansar del mundo y curar las pequeñas o grandes heridas que éste nos provoca. La solitud es esa entrega a lo propio a lo que genuinamente nos configura y nos sostiene como ser entero. La solitud es la alegría del encuentro con uno mismo. La solitud es dejar que te acaricien las plumas de las alas de la libertad.

fotocomposición plazabierta.com

La solitud nada tiene que ver con la soledad, es todo lo contrario. Mientras la soledad es dependiente, austera, dolorosa, carente, oscura, peligrosa, nociva, excluyente…; la solitud es independiente, rica, aliviadora, llena, preventiva, sanadora e incluyente (esto último porque aspira a incluirnos al ciento por ciento en nuestra propia vida).

La soledad es demoledora al necesitar del otro y no encontrarlo. La soledad es sufrimiento porque no tiene alivio en “el sí mismo”. La soledad es egoísmo esclavista porque atrapa a los demás como araña en su tela y aunque devore víctimas siempre necesita más. La soledad no es elegida, es una consecuencia del mal vivir…

La solitud es constructora de sueños y colabora con el otro en el beneficio propio y ajeno que no se enfrentan. La solitud es calma porque encuentra un oasis en medio del desierto de la existencia. La solitud es altruismo porque desde su independencia promueve la ajena. La solitud se elige como se elige el camino y a los caminantes que por tramos te acompañan.

Cuando la solitud nos llena de nuestra propia compañía, no somos uno; somos un ejército. Si tenemos la suerte de disfrutar de la solitud “la fuerza será compañera” siempre, no podremos ser derrotados. La solitud es para los valientes, para los guerreros, que hacen de su espacio interior el Templo donde templar la espada y adquirir el temple.

La solitud siempre nos busca y nosotros, reacios, la rechazamos; porque al principio es dura, demoledora, deconstructiva de nuestras teorías anteriores, de nuestras formas, configuración y hasta de la propia idiosincrasia exterior. La solitud se instala en lo eterno, en lo que siempre permanece y no puede ser destruido o derribado porque es auténtico y deviene desde la esencia a la estructura sin cambio ni alteración alguna.

La soledad nos derriba, nos destruye, hace de nosotros ripio inservible, ni siquiera reciclable. La soledad ocupa espacios que no se llenan. La soledad siempre está ansiosa por anclarse en lugares frecuentes y frecuentados en busca de arraigo, de pertenencia. La soledad es propia, pero pertenece a la vida ajena.

La solitud nos construye, nos hace valiosos, ocupa nuestro espacio y lo decora con nuestros paisajes preferidos, lo hace hogar con nuestros aromas y texturas. La solitud no frecuenta lugares de otros, sino que es frecuentada por foráneos que pretenden quedarse; ella los acoge, los enseña y se despide “hasta otra” si acaso, con amor y libertad, para que, como decía el poeta, hagan camino al andar.     

La soledad siempre encuentra excusa para usurpar los derechos ajenos, la libertad ajena…; necesita ser llenada de contenido y compañía, necesita el sacrificio del otro para potenciar el “yo”, necesita de la fidelidad y el sometimiento del otro para conquistar el poder. La soledad no es madre de nada bueno. La soledad hace de la libertad una simple venia que le da el juez al reo.

La solitud conquista territorios anchos,
llenos; sembrados de amapolas y de lirios,
de trigales, olivos, manzanos, cerezos…
es muy fructífera como los embarazos
de hembras tiernas, de cuerpos fuertes, briosos, bellos;
que gestan hasta el final los retoños nuevos.

La soledad no viene sola; trae lo malo.
Lo más amargo; el vino demasiado viejo, agrio;
que se pudrió en una barrica de tiempo harto,
porque nadie a unas copas nuevas osó echarlo.
Vino no transparente, sucio, muy feo, opaco.
Se agarra a la garganta sin poder tragarlo.

La solitud puede subir a la cumbre alta.
Sin arnés, ni agarradera; no cae grávida.
La solitud compañera de buena charla;
monólogos llenos de vida, hijos del alma.
¡Viva la buena nueva!, de la sed saciada.
Solitud me libera, Soledad me atrapa.

No hay que confundir nunca estar solo con ser solitario, los solitarios son seres libres que deambulan sin buscar más destino que el ir haciendo camino; “haciendo camino al andar”…

3 COMENTARIOS

  1. Como dice Rafael, has llenado de contenido el término solitud. Gracias por esta aportación. Somos Equipo. FUERZA & HONOR

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