REFLEXIONES PARA EL 1 DE NOVIEMBRE

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Impalpable

Puede que mi alma sangre lo que mi cuerpo no es capaz de verter, que llore con las lágrimas que en mis ojos se han secado y padezca el dolor que me habría desmayado. Puede que mi alma sufra todo aquello que el cuerpo no pueda soportar en su endeblez impaciente. Puede ser porque algo me duele, lo sé, lo siento, y no consigo encontrar el punto exacto del sufrimiento. Me duele el dolor de la injusticia y no lo palpo, me duele el dolor del abandono y no lo encuentro, me duele la miseria y no la siento, me duele la mentira permanente y sigo viviendo. Puede ser, pudiera, que mi alma esté muriendo sin que mi cuerpo lo sepa.

Tránsito

Alguna luna será la última en que mis ojos se recreen, alguno de sus rayos enredado con mi alma marcará el camino que ha de conducirme a nuevas realidades. Lo recorreré con el miedo que la insegura seguridad de perdurar en la existencia me proporciona, con el vértigo infinito que traspasar los abismos de un instante nos depara.

Espero que en ese momento, volviendo la cara que tal vez no tenga, pueda contemplar en mi interior, que tal vez no exista, la infinita, la eterna realidad de una única existencia. Quiero creer que será entonces, aunque sea por un instante, efimeramente, cuando pueda comprender, abarcar, existir y sentirme eterno. Y, plenamente satisfecho, nacer a la vida sin demora.

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