DE LA FIDELIDAD Y LA IDEOLOGIA

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Se ha instaurado una dinámica, hace ya tiempo, en los partidos de izquierda en la que prima la fidelidad sobre la ideología, digamos que es una forma, la forma, de ascender. El compromiso es lo de menos, lo importante es estar en la órbita del “aparato “y la única premisa es no discutir el liderazgo, no generar desconfianza para no ser excluidos, anatemizados y finalmente expulsados y sin embargo la cohesión encuentra un camino más fácil si se comparten las convicciones políticas con independencia de la persona que tenga la responsabilidad del liderazgo.

El poder orgánico como paso previo a las instituciones es inevitable. La discusión como método de autocrítica para llegar a la solución colectiva de una problemática ha quedado en los anaqueles de la historia del pensamiento de izquierda. Nunca es el momento de abordar soluciones, no se puede perder el tiempo teorizando sobre conceptos ideológicos, lo importante es alcanzar el poder. Es cierto que vivimos en lo inmediato y esta inmediatez fragmenta no solo el discurso sino también el método, por lo tanto, hay que adecuar la ideología a los nuevos marcos territoriales, ambientales, tecnológicos o mediáticos y contrarrestar a su vez las políticas populistas y el auge de la extrema derecha

En el ADN del socialismo la consecución del poder significaba la posibilidad de cambiar la sociedad y eliminar las diferencias, pero hace ya tiempo que se antepone lo individual a lo colectivo y el poder se ha convertido en una herramienta de supervivencia, lo que conlleva una merma de la democracia interna de las organizaciones políticas de izquierda, estas se han institucionalizado hasta el punto en que la militancia cada vez es  más exigua y por lo tanto con menos implicación en el tejido social, donde cada vez se instala más la percepción de falta de rigor ético en los discursos y argumentaciones sobre los que se pretenden construir los liderazgos.

Hoy día las tendencias las marcan los riders de la información, las noticias hay que servirlas antes de que se enfríen y su digestión tiene que ser rápida, por lo tanto, el mensaje prevalece sobre al discurso y lo vacía de contenido. En esta estrategia, como expresaba al principio, la fidelidad prima sobre la ideología y el análisis pierde rigor y la oportunidad de ser esgrimido como elemento cohesionador.

 

 

 

 

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