BERTRAND RUSSELL Y LA ESENCIA DE LA FELICIDAD

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Hace ahora medio siglo que nos dejó BERTRAND RUSSELL (18 de mayo 1872– 2 de febrero de 1970), uno de los personajes más polifacéticos del siglo XX. Eminente filósofo, lógico y matemático. Premio Nobel de Literatura (1950), bien conocido por sus escritos, por su influencia en la filosofía analítica, sus trascendentales trabajos en los Fundamentos de la Matemática y de la Lógica formal y por su activismo social.

►«La combinación de matemáticas y teología que se inició con Pitágoras caracterizó la filosofía religiosa en Grecia, en la Edad Medía y en los tiempos modernos, hasta Kant».

BERTRAND RUSSELL RUSSEL, B.: Historia de la filosofía occidental, Espasa Calpe. Vol.I. págs. 74–75.

►«La lectura de Euclides a los 11 años fue uno de los grandes acontecimientos de mi vida, tan deslumbrantes como el primer amor».

BERTRAND RUSSELL. Autobiografía.

En una de sus famosas obras “LA CONQUISTA DE FELICIDAD”, RUSSELL escribió una especie de manual para entender la felicidad, en el que utilizó su propia biografía para explicar la esencia, naturaleza y condiciones para la felicidad. En palabras del propio RUSSELL, en el primer capítulo de su obra, titulado ”Por qué es desgraciada la gente”, el filósofo matemático escribe:

► «Tal vez sean la mejor introducción a la filosofía que preconizo unas breves palabras autobiográficas. Yo no nací dichoso. De niño, mi himno favorito era: “Cansado del mundo y con el peso de mis pecados”. En la adolescencia la vida me era odiosa, y estaba continuamente al borde del suicidio, del cual me libré gracias al deseo de saber más matemáticas. Hoy, por el contrario, gusto de la vida, y casi estoy por decir que cada año que pasa la encuentro más gustosa. Esto es debido, en parte, a haber descubierto cuáles eran las cosas que más deseaba y haber adquirido gradualmente muchas de ellas. En parte es debido también a haberme desprendido, felizmente, de ciertos deseos. Pero en la mayor parte se debe a la preocupación, cada día menor, de mí mismo. Todo interés externo inspira alguna actividad que, mientras el interés permanece activo, nos previene por completo contra el tedio».

BERTRAND RUSSELL escribe “LA CONQUISTA DE FELICIDAD”, desde un punto de vista muy humano y próximo. En el PRÓLOGO de la obra deja muy claro que no es un texto dedicado a ilustrados, y que tampoco pretende ser un libro para ofrecer la felicidad por el mundo. Su única finalidad y objetivo es exponer la naturaleza de la felicidad, bajo su punto de vista. Con explicaciones autobiográficas nos introduce en un mundo que nos es común a todos los seres humanos, en el que todos tenemos momentos de felicidad y momentos de infelicidad; y es la sociedad, en cierto modo, la que nos hace ver nuestros errores y defectos, y nos señala de forma directa para que los mejoremos.

En dicho PROLOGO, RUSSELL señala:

► «Este libro no se escribe para los cultos ni para quienes creen que no deben hablar sino de problemas prácticos.

En las páginas que siguen no se encontrará profunda filosofía ni concienzuda erudición. Mi propósito es hacer algunas observaciones, que me parecen inspiradas por el sentido común. Todo el mérito que atribuyo a las recetas que ofrezco al lector, consiste en que están confirmadas por mi propia observación y experiencia y en que han aumentado mi propia felicidad siempre que he procedido de acuerdo con ellas. Por tanto me atrevo a esperar que algunos de los muchos hombres y mujeres que son desgraciados sin quererlo, encuentren su situación diagnosticada y sugerido el método de escape. He escrito este libro en la creencia de que mucha gente desgraciada puede ser feliz mediante un esfuerzo nte dirigido».

 

A lo largo de los nueve capítulos que describen la primera parte del libro, “LAS CAUSAS DE LA DESGRACIA”, BERTRAND RUSSELL examina distintas fuentes que en diversos momentos pueden llegar a hacernos infelices. El fastidio y la excitación, la fatiga, la envidia, el sentimiento de pecado, la manía persecutoria, la competencia o el miedo a la opinión pública son algunas de las causas que exhibe. Las claves de toda esta filosofía se detallan en el primer capítulo: “¿Qué hace desgraciada a la gente?”.

BERTRAND RUSSELL expone dos tipos de felicidad. Una la compartimos con los animales, que es la felicidad por tener salud y alimentos para sobrevivir. Este tipo de felicidad los habitantes de los países desarrollados la suelen dar por hecho, por lo cual no la llegan a valorar como tal, haciendo recaer toda su felicidad en el segundo tipo, la que depende de la estructura social y de la psicología personal.

Algunas de estas necesidades son generadas por nosotros, por ejemplo, la necesidad de sentirnos queridos, atractivos o de tener poder. Otras muchas necesidades pueden venir impuestas por la sociedad o la educación. El entorno familiar puede propiciar diversas causas de infelicidad, por ejemplo, un ámbito familiar dominado por el miedo al pecado, puede provocar en el individuo una necesidad de cumplir con pautas inventadas para evitar caer en el pecado.

A partir de aquí aparecen grandes posibilidades de ser infelices, por ello RUSSELL escribió la segunda parte del libro, “LAS CAUSAS DE LA FELICIDAD”. A lo largo de ocho capítulos RUSSELL detalla muchas de las causas de felicidad para algunas personas: el entusiasmo, el afecto, la familia, el trabajo, los intereses impersonales, el esfuerzo, la resignación. Pero al igual que en la primera parte del libro, un capítulo se puede considerar como clave, en este caso el último, “El hombre feliz”.

¿Quién es más feliz, el hombre que tiene pocas necesidades, o el hombre que cubre muchas de las necesidades que tiene? Muchos son los que culpan a su inteligencia y sus ideales de su infelicidad, cuando, según RUSSELL, en realidad la inteligencia y los ideales nunca pueden ser una causa final de la infelicidad, si no la postura que cada uno adopte frente a ellos.

En el libro RUSSELL relata que hay cosas indispensables para la mayor parte de los hombres; pero son cosas sencillas: la casa, la comida, la salud, el amor, el éxito en su trabajo y el respeto de los suyos. Cuando estas cosas faltan, sólo hombres excepcionales pueden ser felices. Cuando las circunstancias exteriores no son definitivamente adversas, el hombre debería ser feliz, siempre que sus pasiones se dirijan hacía afuera, no hacia dentro, señala RUSSELL. Nuestro esfuerzo debiera, pues, tender, tanto en la educación como en las relaciones sociales, a evitar las pasiones egocéntricas y a adquirir afectos e intereses que impidan a nuestro pensamiento encerrarse de forma perpetua dentro de sí mismo. Los hombres no son felices en una prisión, y las pasiones encerradas dentro de nosotros mismos constituyen la peor de las prisiones.

Las pasiones más corrientes son el miedo, la envidia, la sensación de pecado, el autodesprecio y el narcisismo. En todas ellas, nuestros deseos son egocéntricos; no existe un interés verdadero por el mundo exterior, sino tan sólo la preocupación de que pueda perjudicarnos o no favorezca a nuestro ego.

RUSSELL define en esta obra al hombre feliz:

►«El hombre feliz es el que vive objetivamente, el que tiene afectos libres y se interesa en cosas de importancia, el que asegura su felicidad gracias a esos afectos e intereses, y por el hecho de que le han de convertir a su vez en objeto de interés y de cariño para muchas otras personas».

El cariño recibido con reciprocidad y gratitud es una de las causas más importantes de felicidad. Y así acaba RUSSELL su feliz obra maestra, con estas significativas palabras:

►«El hombre feliz es el que no siente el fracaso de unidad alguna, aquel cuya personalidad no se escinde contra sí mismo ni se alza contra el mundo. El que se siente ciudadano del universo y goza libremente del espectáculo que le ofrece y de las alegrías que le brinda, impávido ante la muerte, porque no se cree separado de los que vienen en pos de él. En esta unión profunda e instintiva con la corriente de la vida se halla la dicha verdadera».

Alguien puede preguntarse si esta obra universal de RUSSELL, LA CONQUISTA DE FELICIDAD, es un libro de autoayuda. En el sentido actual del término, en modo alguno, y lo aclara muy bien el filósofo desde el inicio. El gran científico expone los hechos que concurren en lo que, bajo su parecer, son las causas de la infelicidad y de la felicidad. Tras lo cual, cada uno se puede identificar, en un intento de dar sentido lógico a sus pensamientos tal y como pretende la Filosofía Analítica, desarrollada por el propio BERTRAND RUSSELL junto a Gottlob Frege, varios miembros del Círculo de Viena y Ludwig Wittgenstein, entre otros, a principios del siglo XX.

 

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