ACERCA DE SALUD Y SUFRIMIENTOS

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“…Un soneto me manda hacer Violante…”, dicen que escribió Lope de Vega hace unos cuantos años. 

Lope de Vega, si es que su vida y obra se acerca – aunque fuere de pasada – a lo que Eloy M. Cebrián escribe sobre él en su novela «Madrid, 1605» (su «Madrid, 1616»todavía no la he conseguido…yo ahí lo dejo amigo Cebrian) no es un tipo que me hubiese caído muy bien, precisamente. 

Pues eso, que el amigo y director de los presentes- Don Feliciano Morales a la sazón- , me propone inaugurar una nueva sección de tan mágico diario digital sobre vida y salud. 

O algo parecido me ha parecido entender – válgaseme la repetición parecida -.

Ahora resulta que, a pesar del gran honor que me concede con tal invitación/inauguración, pues me está pasando igual que dicen que le pasaba a Agustín de Hipona (o séase, San Agustín) cuando intentaba definir el Tiempo: 

“¿Qué es el Tiempo? Si no me lo preguntan, lo sé. Pero si me lo preguntan e intento explicarlo, resulta que no lo sé”. 

Dicen que dijo el santo. Y, nada más cerca de la realidad en mi criterio.

El tema que me propone Feliciano es tan amplio que, ahora que me decido a escribir sobre él, se me hace inmenso. 

A pesar de oficiar en y con su contenido y continente, – dentro de lo que me permiten las autoridades ‘competentísimas’, claro está-. 

A pesar también de tener a mis espaldas más de veinte años de experiencia en medios de comunicación- radio, fundamentalmente – y de ser consciente de lo difícil que resulta hablar sobre salud/enfermedad, sin caer en lo chabacano y sin acercarte siquiera a lo petulante.  ¡En el medio a ser posible…en el medio! Ni a Pinto ni a Valdemoro.

Pues eso…que se me hace dificultoso escribir sobre el tema. 

Y mucho más sobre una determinada enfermedad (también llamada noxa). 

A más y más que mis últimas experiencias al respecto por estos lares de “literatura no científica ni especializada”, me ha traído más de una molestia; y más de dos.

Recuerdo – tampoco hace tanto, oye- que no tuve otra mejor que escribir sobre dos temas de mi oficio bastante desconocidos, tanto para el respetable en general como para los colegas en particular, incluyéndome por supuesto: 

La Fibromiálgia y el Südeck

Ni más ni menos.

Pretendiendo,- dentro de mis posibilidades, ni decir tiene -, aportar unos granitos de esperanza a los sufridores de las tales, tanto en su diagnostico – muchas veces desaparecido – como en las actualizaciones de tratamiento.

¡Me cayó la del pulpo! O más…

Yo no sé cómo coño se pudo conseguir mi número de teléfono particular, ni siquiera mi dirección de correo electrónico oficial, pero…era un no parar de llamadas con números desconocidos para mi, a los que atendía por pura cortesía aún no siendo mi costumbre. ¡Con lo recatado que es uno para sus asuntos particulares e intransferibles!:

Que si podían ser incluido en el ensayo. Que si que cuándo iba a salir de una maldita vez el “tratamiento prometido” (¿Prometido?… no suelo prometer nunca…y menos en esos avatares). Que si…yo qué sé ya cuánta perturbación y tintineo para nada.

Por tanto, amigo Feliciano, «… en mi vida me he visto en tanto aprieto…» 

No por desconocimiento acerca del tema – que también, y mucho – sino porque si he de pasar otra vez por los tentáculos del octópodo…¡nanay del peluquín! 

Por tanto, amigo, dados los quebrantos y congojas sufridos previamente y mi negativa personal a pasarlo mal (soy un hedonista irredento) y tener que hacer verdaderas filigranas a fin de mandar a paseo a los demandantes telefónicos y emailcos (cómo disfruto inventando términos) de manera un tanto elegante, como no quieras que escriba sobre la Gripe  ya presente- en general, sin apellidos, que se armaría otra marimorena, fijo – no pienso escribir nada sobre temas de mi oficio hasta que no pase un tiempo prudencial…o cambie mi número de móvil y mi correo electrónico. O todo a la vez.

Bien…ahí va:

La Gripe viene a ser una especie de enfermedad viral en la que parece que te han dado la paliza del siglo – al menos a un servidor, que se pone para los santos óleos sin perrito que le ladre) y que suele desaparecer en siete días si tomas medicación, y toda una semana si es que no la tomas. 

Tal que así y como se lo escribo.

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