Hay mujeres y hombres que les gusta o mejor dicho les interesa mantener una guerra abierta contra el sexo contrario, para reforzar roles, precisamente con la finalidad de rentabilizar organizaciones que más que preocuparse de defender intereses desde posturas de encuentro, les interesa más seguir recibiendo subvenciones.
Tal es el caso de la manifestación feminista que tuvo lugar en Madrid el 31 de octubre del pasado año, donde un grupo de aquellas agreden durante la marcha a otro de mujeres contrarias a esa ideología de genero y de confrontación, simplemente por portar pancartas en las que se podía leer: “Ni machismo ni feminismo” o “la violencia no tiene género”.
En dicho acto que contó con la presencia de Manuela Carmena, Ada Colau, Pablo Iglesias, Pedro Sánchez o la popular Andrea Levy, y en el que se pretendía simplemente manifestarse en contra de la violencia contra las mujeres, desde el principio se vio que el fin último era el de imponer la ideología de género; aspecto que la alcaldesa de Madrid, censuró de la siguiente manera: “es muy importante que Madrid se convierta en una ciudad para la cultura y la educación contra la violencia, que es como una hidra de muchas cabezas, y es terrible que esta violencia que puede latir en un momento se dirija contra las mujeres”.
Precisamente, varias de las organizaciones que habían convocado la manifestación, pese a sus críticas al Gobierno, la Iglesia o los sectores ideológicos distintos al suyo han recibido más de 100.000 euros en subvenciones por parte del Estado, según aparece publicado en el Boletín Oficial del Estado núm. 253, de 23 de octubre de 2015.
Pero sin ir más lejos, este mismo medio ha sido objeto de insultos y amenazas por parte de un sector radical de mujeres, que obligaron a retirar un artículo de opinión similar a éste, convirtiendo su publicación a través de los comentarios al mismo, en un auténtico campo de batalla, o mejor dicho en una corrala de barrio llena de arpías, capitaneado por alguien que se erige en una férrea defensora de la mujer, sin talla ni capacidad suficiente para ello, frente a otros comentarios que, aún pudiendo ser contrarios a la publicación, mantuvieron escrupulosamente el respeto con una capacidad de reflexión y raciocinio bastante equilibrada y digna de mencionar, aún a pesar de la discrepancia ideológica
Valga a modo de ejemplo los siguientes comentarios de estas “feministas recalcitrantes” y sus acólitos/as; cargados de violencia y desprecio:
“Pero sin ir más lejos este mismo medio ha sido objeto de insultos y amenazas por parte de un sector radical de mujeres, que obligaron a retirar este artículo similar a éste, convirtiendo su publicación a través de los comentarios en un en un campo de batalla”
“El fascismo se camufla entre inanes. Es el caso.”
“Y ser machista no es solo matar y maltratar, lo es también ignorar el enfoque que no coincide con el tuyo por que viene de una mujer o de un grupo de ellas. Lo de las subvenciones le ha quedado de lujo”
“El señor Feliciano habla desde la más profunda misoginia revestida de paternalismo. No da una desde el principio de su artículo.”
“El elemento Feliciano destila rencor, supura hiel y no aporta nada más que un lamentable anacronismo ético.”
” Tras leer otra vez el articulo siento asco. “
“Es increíble lo de este señor.”
“Yo es que soy una feminazi, escoria reencarnada de Goebbels, porque dije que con liderazgo femenino feminista, nos iría mejor a todas las personas.”
“Ante estas conductas escandalosamente machistas que sòlo demustran su falta de conocimientos y la necesidad de bastante màs de lectura.”
” Así se suele escribir la historia, con falacias, con tanta mentira…”
“Si, han eliminado todo. La vergüenza de ser impresentables.”
“El problema es que no son profesionales, escriben a golpe de víscera, aunque lleven barniz demócratico, les sale el lobo que llevan dentro.”
En fin, se trata de pensar como ellas, con el mismo radicalismo, de manera que al que no piense igual se le denosta o se le fustiga públicamente, se le llama neardental o, peor aún, se meten con su aspecto físico con comparaciones próximas a ese animal ibérico tan querido en nuestro país del que tanto gustan sus jamones, y otras partes de su cuerpo -por no decir todas-, como es el caso, en referencia al autor, cual confabulación de brujas sedientas de venganza.
La violencia machista existe, y por lo tanto se hace necesario organizaciones que se preocupen de dar a la mujer el papel que por derecho natural les corresponde, que no es más ni menos que la absoluta igualdad con el hombre, en derechos y obligaciones; ahora bien, lo que no puede ser de recibo es que la defensa de la mujer víctima de aquella se haga a costa de masacrar al hombre, como si todos fuésemos responsables de la opresión que ha sufrido la mujer durante a siglos, muchas veces, por actitudes machista que, incluso, ellas misma han fomentado por una educación sexista heredada de nuestros antepasados. Sirva a modo de ejemplo, la sustitución del papel de la madre de su pareja haciendo las comiditas que más le gustan éste, planchándole sus camisitas, o abriéndose de piernas cuando el maridito llega a casa después de una dura jornada laboral como si se tratase del descanso del guerrero después de una dura batalla, cuando realmente son ellas las que tienen el mérito de actuar como súper mujeres al compaginar su trabajo con el cuidado de toda una familia.
Cada vez es mayor la respuesta social, aunque no lo suficiente, a esa confrontación que promueven determinadas mujeres que enarbolan una falsa bandera del feminismo, por su radicalidad y su odio al hombre, y no conduce a otra cosa que a generar más violencia, aunque sólo sea verbal; innecesaria partiendo del hecho de que lo que realmente se necesita es una terapia conductual o reeducación de una sociedad en su gran parte machista, en la mayoría de los casos por influencia de la iglesia que ha relegado a la mujer al papel de madre y esposa perfecta para alcanzar la gloria de Dios padre aunque tengan que sufrir en este mundo las penas del infierno, aunque por esto no hay que colgarlos en la hoguera como pide ellas, las feministas radicales, bajo la soflama: “hay que quemar a la conferencia episcopal“
Son, somos muchos los hombres que, avergonzados e indignados por la violencia de sus congéneres y, aún luchando de manera activa por esa igualdad efectiva entres sexos, somos objeto de continuos ataques simplemente por ser hombres, por pertenecer a ese genero masculino, que puede ser tan violento como el otro. Sólo hay que ver las reacciones de tales feministas radicales cuando en los medios de comunicación aparece la noticia necrológica de una mujer por la mal llamada y peor tratada por los que utilizan este término “violencia de género”, ¿por qué no llamarla simplemente violencia y adjetivarla en cada caso según el autor?.
Para que haya una igualdad efectiva, se debe de empezar por una misma igualdad en el trato, lo que hace necesario que la ley proteja por igual a la mujer y al hombre frente a la violencia de sus parejas. La violencia es violencia, proceda de quien proceda, no siendo admisible el diferente trato que la propia norma jurídica otorga a unas y a otros, valga como ejemplo el diferente trato que hace nuestro Código Penal, dependiendo que el autor de la violencia sea el hombre o la mujer.
El sujeto activo, del artículo 153 del Código Penal que regula la “violencia de género”, es el varón, ella no, ella, por lo tanto, tienen el derecho a agredir, de la misma manera sin que ello se considere delito. Basta una llamada de teléfono manifestando que han sido agredidas, para que el varón sea detenido de inmediato sin la más mínima garantía de poder probar su inocencia, conculcando el principio del derecho de defensa hasta su puesta a disposición judicial.
Dicho de otra manera:
Si la mujer A maltrata al hombre B y le produce una lesión (donde no haga falta más de una primera intervención médica), dicho comportamiento será calificado como falta.
Si el hombre B hace lo mismo con respecto a la mujer A dicho comportamiento será calificado como delito.
Esta diferencia de trato, que algunas y algunos tratan de justificar desde las perspectiva de que con ello se pretende una discriminación positiva a favor de la mujer por el hecho de ser la peor tratada durante muchos siglos, dando lugar a que muchos hombres hayan perdido la patria potestad y la custodia de sus hijos o hayan visto suspendido el régimen de visitas además de tener que abandonar de inmediato el domicilio viéndose duramente afectado por esa etiqueta tanto social como laboralmente y que han pasado por la amarga experiencia de portar grilletes y pasar la noche en las dependencias policiales sin comerlo ni beberlo en medio del acaloramiento producido por los efectos psicológicos de un divorcio complicado.
En definitiva, estamos ante un neo-feminismo radical e intolerable, aunque por sus actuaciones tal vez deberíamos llamarlo “feminismo”, donde el insulto gratuito es la principal arma de defensa, quizá, como ya se ha indicado, porque les interesa mantener esa lucha de roles en vez de fomentar la confluencia, lo cual debería empezar por llamar a las cosas por su nombre, ya que la violencia no es una cuestión de genero masculino o femenino, sino del género humano, porque tan violento es decir: “mujer tenía que ser” o “déjala, esta con la regla”, que decir: “todos los hombres son unos cerdos marchistas” o “déjalo, que está con la pitopausia”.
Sólo queda añadir que, este artículo que ahora reeditamos porque creemos que la libertad de expresión, sea de la ideología que sea, siempre que se haga con el debido respecto y suficientemente fundada, no debe sucumbir ni ante los insultos ni ante las amenas, menos cuando éstas vienen de quien parece que su vida la rige más las etiquetas sociales, y la “pijotería de izquierdas”, aunque la realidad de su vida diste bastante de la de ser un proletario o la de una persona oprimida por el poder del dinero.
Mi esposa es mujer.
Mi madre es mujer.
Mi hermana es mujer.
Y a todas ellas las amo, y las respeto.
Dedicado a todas aquellas mujeres víctimas de la violencia de sus parejas, y a todos aquellos hombres que sufren persecución de la justicia por falsas denuncias de malos tratos. Sobre todo, dedicado a aquellos de mis congéneres -mujeres y hombres- que entienden que cualquier tipo de violencia, proceda de quien proceda, sea del sentido que sea, es una lacra que debemos eliminar de forma contundente, pero sin necesidad de quemar en la hoguera pública a nadie por el hecho de ser de un determinado sexo, creencia , o por cualquier otra circunstancia personal y/o social.
Habéis hecho bien reeditando el artículo, además dando respuesta a los desafíos de carecer de pruebas de lo que en él se afirma, pues ahora se aportan y claritas, muy claritas e irrefutables. No se puede sucumbir a la presión de nadie y menos de las/los radicales, por mucho que algunas vayan de intelectuales. Queda claro, como en el primer artículo que se retiró por los lamentable, provocadores y “barriobajeros” comentarios, que la defensa que en ellos se esta haciendo de la mujer es más que evidente e innegable, además con un respeto y cariño digno de resaltar. Feliciano no te dejes amedrentar por nadie, pero menos por quien utiliza la violencia, en este caso verbal, como modo de defensa y de ataque.
El artículo quitado y reescrito. Como debe ser.
Los comentarios de las “lideresas harto intelectuales” ellas, son un primor de sabiduría, tolerancia y bien estar; destilando respeto y sensibilidad a raudales. Como es manifiesto
De todos los comentarios que se hicieron por las que abnegadamente luchan por los derechos de la mujer (según ellas), a los que me he referido en el artículo, el único que realmente me molestó es en el que se dice que no somos profesionales lo que escribimos en este medio cuestión que no es del todo cierta, pues hay de todo como en botica, sobre todo profesionales del lenguaje, del derecho y algún que otro periodista; y que por ese motivo, por no ser profesionales, afirman ellas, nos sale el animal, concretamente el lobo que llevamos dentro, echando por tierra el trabajo de todos los colaboradores de este medio. Así son estas magníficas feministas o que van de serlo. Sobre el resto de comentarios, sólo decir, que tengo las espaldas muy, pero que muy anchas y tengo el convencimiento que los que realmente me conocen saben que ninguno de los adjetivos que utilizan para descalificarme encaja con mi forma de de ser y de proceder. Además, soy consciente que cuando escribes en un medio de acceso al público en general se corre el riesgo de ser criticado.
En todo caso he de decir que el peor lobo para el hombre o la mujer son sus propios congéneres (Homo homini lupus ) que, ojalá se comportasen como los lobos de verdad que cuidan de su manada y se protegen entre ellos.
Muchas gracias Teresa y Francisco R., por vuestros comentarios. Por lo demás borrón y cuenta nueva. Hay gente que se descalifica ella misma.
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Habéis hecho bien reeditando el artículo, además dando respuesta a los desafíos de carecer de pruebas de lo que en él se afirma, pues ahora se aportan y claritas, muy claritas e irrefutables. No se puede sucumbir a la presión de nadie y menos de las/los radicales, por mucho que algunas vayan de intelectuales. Queda claro, como en el primer artículo que se retiró por los lamentable, provocadores y “barriobajeros” comentarios, que la defensa que en ellos se esta haciendo de la mujer es más que evidente e innegable, además con un respeto y cariño digno de resaltar. Feliciano no te dejes amedrentar por nadie, pero menos por quien utiliza la violencia, en este caso verbal, como modo de defensa y de ataque.
El artículo quitado y reescrito. Como debe ser.
Los comentarios de las “lideresas harto intelectuales” ellas, son un primor de sabiduría, tolerancia y bien estar; destilando respeto y sensibilidad a raudales. Como es manifiesto
De todos los comentarios que se hicieron por las que abnegadamente luchan por los derechos de la mujer (según ellas), a los que me he referido en el artículo, el único que realmente me molestó es en el que se dice que no somos profesionales lo que escribimos en este medio cuestión que no es del todo cierta, pues hay de todo como en botica, sobre todo profesionales del lenguaje, del derecho y algún que otro periodista; y que por ese motivo, por no ser profesionales, afirman ellas, nos sale el animal, concretamente el lobo que llevamos dentro, echando por tierra el trabajo de todos los colaboradores de este medio. Así son estas magníficas feministas o que van de serlo. Sobre el resto de comentarios, sólo decir, que tengo las espaldas muy, pero que muy anchas y tengo el convencimiento que los que realmente me conocen saben que ninguno de los adjetivos que utilizan para descalificarme encaja con mi forma de de ser y de proceder. Además, soy consciente que cuando escribes en un medio de acceso al público en general se corre el riesgo de ser criticado.
En todo caso he de decir que el peor lobo para el hombre o la mujer son sus propios congéneres (Homo homini lupus ) que, ojalá se comportasen como los lobos de verdad que cuidan de su manada y se protegen entre ellos.
Muchas gracias Teresa y Francisco R., por vuestros comentarios. Por lo demás borrón y cuenta nueva. Hay gente que se descalifica ella misma.