Me vas a permitir que empiece esta carta con un doble sentido de asco, de asco profundo y reposado. Uno de esos ascos, es un asco con ciertos matices de autocrítica, el asco por la berrea del Colegio Mayor Ahuja; el otro es un asco sin paliativos, sin perdón, sin matices ni recovecos, el asco por los que intentan sacar partido de lo sucedido.
Las novatadas son una de las más perversas manifestaciones de cómo el ser humano busca permanentemente, con un sentido de la diversión desviado, humillar al prójimo para sentirse por encima de él. Nunca he participado en las novatadas, ni activa, ni pasivamente, ni como promotor, ni como objeto, aunque seguramente no todo el mérito de mi postura es mío.
En el único ámbito en el que me vi amenazado por esta deleznable costumbre, que sirve más para la exhibición perversa de ciertas personalidades, pocas y sobresalientes, que para el fin jocoso que como excusa se les supone, fue en el ámbito militar.
Recién llegado del campamento a la Capitanía Militar de Valladolid, los veteranos, y menos veteranos, que allí estaban, decidieron darnos, a los “chivos” que pasábamos la primera noche en la compañía, una calurosa, sonora y movidita noche de estreno. Supongo que con la aquiescencia de mandos y servicios, porque lo sonoro del acto no conmovió ni a la guardia, ni a los mandos que la dirigieran. El caso es que los ánimos de los novatos no estaban para tonterías, y así parecieron percibirlo los promotores casi de inmediato, porque, salvo casos aislados, la cosa se acabó rápidamente y sin demasiados damnificados. En el año en el que yo estuve allí, no hubo más novatadas, y a ello contribuyeron diversos factores que sería tedioso, e innecesario, ponerme a explicar aquí, y ahora.
Pero también he de reconocer que nunca más me he visto en la tesitura de tener que participar, o no, en alguna de estas algaradas, y mi prudencia, y mi desconfianza de mí mismo, esa que todos nos deberíamos de tener antes de increpar al prójimo, salvo que tengamos la convicción de nuestra culpabilidad, y la necesidad de enmascararla en un ataque a los demás, hacen que no esté seguro de si, puesto en el lugar, llegado el momento, yo habría participado en la berrea del Colegio Mayor Ahuja, o de cualquier otro que promueva un acto semejante, pero menos difundido, menos utilizado.
Debo de confesarte, y estoy seguro de que le pasó a mucha gente, que la primera vez que vi el video, presentado como algo aislado, sacado de contexto, pre criminalizado por los comentarios previos a su exhibición, la sensación de estupor, asco y rechazo, fue absoluta. Me pareció intolerable, vergonzoso, punible. Y ahora, recuperado el contexto, oídas las circunstancias reales, me parece intolerable, y vergonzoso. Solo, sin más. Me parece que es algo a erradicar, no por contextos políticos, no por convicciones militantes, no por parafernalias mediáticas, simplemente porque es de mal gusto y demuestra una preocupante falta de conexión de los participantes, como colectivo, con la educación y con la realidad.
Pero si algo en esta historia me parece realmente vergonzoso, intolerable, aberrante, descalificante, es la utilización política, ideológica, militante, de unos hechos que nada tienen que ver con el odio, con el machismo o con la necesidad patética que tienen ciertos movimientos de evangelizar a la sociedad reduciendo cualquier tipo de libertad o de pensamiento discrepante en aras de su pacata, uniforme, inquisitorial visión de una sociedad a su medida, sin individualidades.
¿Realmente, unos señores que dedican casi todo su tiempo, y nuestro dinero, a insultarse, a faltarse al respeto, a dar espectáculos bochornosos, y estos sí sentidos, en un lugar al que deberían de acudir a resolver problemas, pueden escandalizarse por un acto puntual de mal gusto? Solo porque le es útil, solo por los réditos que pueden sacar de él.
A mí me parece mucho más escandaloso, mucho más generador de odio, y lesivo para la sociedad, su habitual espectáculo de peleas de gallos en el congreso, porque les pago, porque les nombro, porque me ofrecen otras prestaciones, que luego traicionan, que el espectáculo, de mal gusto, sin duda, de unos chavales haciendo exhibición de sus hormonas y de la potencia de su voz.
¿Odio? El que generan los partidos con su permanente invitación al frentismo, a la intolerancia, con su permanente manipulación de las instituciones: la fiscalía, la hacienda pública, el estamento judicial, el poder legislativo, la educación y la sanidad.
Decía Ferlosio :”Cuando canta el gallo negro, es que ya se acaba el día; si el gallo rojo cantara, otro gallo cantaría”. Sé a qué se refería cuando escribió esas estrofas, sé lo que sentía, pero también sé que la canción del gallo rojo, hoy en día, no sería mucho mejor que la del gallo negro. Intolerancia, frentismo, persecución de la libertad individual, pensamiento único, mediocridad, odio, rencor, manipulación, falta de compromiso ético, parecen ser los argumentos principales de un gallo rojo que más parece pintado, disfrazado de rojo, que de color natural.
No, definitivamente, y con los mismos argumentos y consideraciones, lo del Colegio Mayor Ahuja no me parece machismo, como lo de Vinicius, que comentábamos en mi anterior carta, no me parece racismo; y en ambos casos veo una utilización, interesada, y lesiva, de una lacra social que merecería un mayor respeto por parte de quienes dicen defenderla, y con su abuso la trivializan, cuando no convocan el efecto contrario. Salvo que, para sus fines, eso sea lo que pretendan.
Nunca, ni como cazador, que no fui, ni como persona, he sido del gusto de las berreas, pero si alguna vez cayera en la tentación de participar en alguna, superando el rechazo, y la vergüenza ajena, que me producen, búscame en un colegio mayor, y no en el congreso. Puesto a pervertirme, prefiero la posible inocencia de unos chavales, a la impostada y maliciosa actitud de unos tipos que cobran por enseñarnos a odiar al prójimo en su beneficio.
Querido Rafael López Villar: si no ves machismo en lo del Ahuja… ¡sorpresa!, es que eres machista tu mismo. La propia definición de machismo es “Actitud o manera de pensar de quien sostiene que el hombre es por naturaleza superior a la mujer.” Llamar puta pasible de ser violada a todas las mujeres de un colectivo (el colegio de enfrente) entra en esa definición.
Otra cosa es que no te parezca mal algunas cuestiones de machismo
No ver machismo, es estar duro de oído y también de entendederas. Las palabras utilizadas por los machos cabrios del colegio en cuestión lo dicen todo, luego se pueden valorar otras cosas como la educación, la ideología recalcitrante de uno y otro lado, la actitud de las chicas de enfrente y del propio colegio.