CARTAS SIN FRANQUEO (III) LAS RELACIONES

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Image by Gerd Altmann from Pixabay

Me contabas de unas relaciones, creo que sociales, galantes, y del daño que podían hacer; en este tema nadie tiene toda la verdad, como nadie tiene toda la experiencia, pero como bien sabrás a mí me encanta escuchar y escuchando algo se aprende de las experiencias ajenas.

Hay muchos tipos de relaciones, incluso si solo hablamos de las relaciones entre personas de diferente género, incluyendo en esta definición todos los subgéneros y combinaciones que queramos incorporar. Y entre todos estos tipos podemos considerar solo aquellas relaciones no atadas de ninguna forma concreta, legal o socialmente. Hablemos de las relaciones que pueden considerarse de amistad, abiertas, y no necesariamente sexuales, ni innecesariamente asexuales, porque muchas veces el roce hace el cariño y el cariño tiende a expresarse.

He oído hablar de relaciones puras, pacientes, múltiples, experimentales, ocultas, sustitutivas, vengativas, complementarias, suplementarias, renunciadas, ocasionales, efímeras y paralelas, sin que se pueda descartar que unas deriven en otras o que unas descarten otras, de hecho difícilmente las puras se mantienen como tales, las ocultas suelen acabar demostrando ser otra cosa y las vengativas acaban enseñando lo que realmente esconden, una excusa en la que escudarse. Todas las relaciones entre los seres humanos son complejas, variables y a veces simplemente detonantes.

Ahora bien, cuales son cuales, en que se diferencian, a quien afectan, a quien benefician o a quién lastiman, las relaciones entre personas nunca son absolutamente blancas, nunca, ni en las más puras o en las más sofisticadas, se puede evitar que existan daños colaterales. Pensemos en los amores platónicos o románticos, amores sin consumación ni correspondencia que suelen acabar en tragedia, en realidad, cuyo ideal es la tragedia final. Tampoco las más complicadas, las múltiples, las experimentales, llevan menor carga de daño, pudiendo, en casos extremos llevar a la muerte a alguno de sus practicantes. Tomemos  como ejemplo a los practicantes de la hipofixiofilia.

Ante esta situación hay casi tantas posturas como tipos de relaciones, pero, por lo que he podido entender, ninguna de las opciones a tomar ante una relación, sea del tipo que sea, evita los daños que pueden inferirse a terceros en caso de intentar una renuncia que, además, no suele ser sincera, no suele ser inocente. La mayoría de estas relaciones, como los seres vivos, nacen, crecen, no suelen reproducirse y mueren cuando el impulso inicial muere.

Algunos, la mayoría inadecuadamente, buscando una coartada emocional, les llaman amor, en realidad suele ser roce, pasión, atracción, deseo o necesidad. En esto nuestros ancestros lo tenían mucho más claro, y, aunque hipócritas socialmente hablando,  separaban perfectamente las relaciones reproductivas de las galantes, o placenteras, o lúdicas, que todos estos calificativos, y más, les pueden ser aplicables.

Sería complejo, aunque divertido, lo reconozco, intentar dar una explicación pautada de todas ellas, y aunque la tentación sea inevitable, y no descarte futuras cartas que se pongan a ello, el hacerlo en una sola, en esta, sería una afrenta a la capacidad física de un sobre postal, por más que la ausencia de franqueo haga de esa medida física una entelequia. Pero si podemos apuntar una somera descripción.

  • Puras. Serían aquellas en las que uno, o todos, los implicados renuncian a ningún tipo de roce o consumación. Las platónicas y las románticas pueden ser sus más conocidos ejemplos.
  • Pacientes. Se pueden considerar a aquellas en las que los tiempos de los relacionados son diferentes y exigen de la espera y de la prudencia para poder desarrollarse. Tiene un punto de puras, un mucho de paralelas, y suelen acabar siendo complementarias.
  • Múltiples. Su principal característica es el componente sexual y tienden a ser experimentales, aunque, excepcionalmente, puedan desembocar en experiencias de poli amor.
  • Experimentales. Son aquellas que buscan experiencias que difícilmente se pueden dar en relaciones estables. Fantasías excitantes, técnicas peculiares, compañeros cuya búsqueda coincida, lugares no habituales.
  • Ocultas. Guardadas celosamente de la vista de todos los que puedan estar en el entorno de los protagonistas. La mayoría de las relaciones de las que tratamos lo son en mayor o menor grado, ya que su exposición suele ser su fin.
  • Sustitutivas. Relaciones en las que se busca una quiebra de la relación vigente y la búsqueda de una vida diferente mediante una ruptura total con la anterior.
  • Vengativas. Personalmente considero que no existen en realidad, y la venganza no es más que una excusa para lanzarse a una relación a la que sin esa motivación no habría valor para mantener o que la venganza proporciona la necesaria excusa a un comportamiento no asumido como correcto.
  • Complementarias. Buscan en una relación diferente lo que en la relación principal no encuentran, o no son capaces de plantear. Recuerdo, como ejemplo, la historia de un hombre que tenía una mujer brillante, guapa, popular, y buscó una relación paralela con una mujer que era simplemente hogareña, sin una inteligencia ni una belleza destacables, características en las que él se sentía confortable.
  • Suplementarias. Son aquellas que buscan suplementar las carencias que tiene la relación estable, principalmente por renuncia a desarrollarlas por parte de la pareja, y que suelen ser de tipo sexual.
  • Renunciadas. Son las que habiendo tomado cuerpo imaginativo son rechazadas por alguno de los relacionandos ante de poder tomar cuerpo. Suelen ser frustrantes y, como consecuencia hacer daño a todos los niveles. Habitualmente el miedo a una enfermedad, a asumir riesgos o la libertad son sus detonantes
  • Ocasionales. Habitualmente consecuencia de una pasión, de un deseo irrefrenable. Su principal característica sería su temporalidad, su falta de trascendencia o proyecto de permanencia. Hay quién las considera inevitables, y lo son si se cae en el juego de darles opción cuando empiezan a detectarse. La famosa Dama de las Camelias sería un claro ejemplo de estas relaciones, y suelen ser devastadoras si anulan la voluntad de alguno de los intervinientes.
  • Efímeras. Relaciones de una vez, de un momento, puramente sexuales y que suelen obedecer a un estado de ánimo ocasional o a una incapacidad de compromiso.
  • Paralelas. Relaciones estables, habitualmente ocultas que se dan entre personas que desarrollan un afecto y una capacidad de asumir el reto de no dañar a ninguna de las partes. Son propias de personas que consideran el poli amor como una realidad vivible y disfrutable.

Y viene toda esta disertación a querer explicarte, a explicarme, que nadie puede presuponer como va a desarrollarse una relación antes de que esta se inicie, ni siquiera, en la mayoría de los casos, pueden darse por ciertos los motivos para que surja, más allá del atractivo inicial, o para permitir que se desarrolle. Solo los más sinceros consigo mismos pueden ponerse las botas de agua antes de pisar el charco, la mayoría se meten a él descalzos o con zapato de calle, esto es sin medir y debatir los términos y las consecuencias.

Cuando alguien percibe una atracción y la juega, esto es, no la descarta nada más percibida, permitiendo que logre un espacio en el pensamiento, suele tener algún motivo, normalmente en forma de excusa, a veces en forma de carencia o frustración, que ya necesita un desarrollo, desarrollo inevitable salvo que esté dispuesto a soportar daños propios y lastimar al otro.

Son complejos los juegos galantes, y más cuando se producen en personas previamente comprometidas por otros objetivos o sentimientos, con otras personas a las cuales deben de mantener al margen. Y nadie, en tanto tiempo, en tantas palabras, en tantas experiencias, ha podido demostrar que su ausencia, o su renuncia, sea más beneficiosa, ya no digamos placentera, para los protagonistas, los directos y los indirectos.

Esto no significa que el daño sea libre, o que se pueda ignorar, o que se pueda inferir sin límite, solo significa, por lo que he llegado a entender, que el daño, por ser inevitable, debe de ser prudentemente medido, y que cualquier postura a partir de que la relación existe, no necesariamente de forma física, basta con que la imaginación, el pensamiento, hayan aceptado su existencia, cualquier decisión puede lastimar, pero también puede producir, suele producir si el planteamiento es correcto,  unos efectos beneficiosos que no deben de descartarse.

Como en el dicho, en las relaciones, nada es verdad ni es mentira y todo depende del color, de la libertad, con que se mira.

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