Vaya por delante que la forma en que ha desempeñado el cargo el ayer fallecido Fiscal General del Estado nunca me ha gustado, al igual que tampoco me gusta la forma de actuar de muchos personajes públicos, sobre todo políticos, acostumbrados a atacar en sus debates a las personas en vez de discutir las ideas contrarias, a los que sus seguidores imitan, quizá porque carecen de criterio propio para defender una determinada postura, alineándose a sus líderes cual como pollo sin cabeza.
Alegrarse de la muerte de una persona simplemente porque no compartamos sus ideas, o en el caso de José Manuel Maza, por su gestión como jefe del Ministerio Público, no solamente demuestra la falta de humanidad de quienes en redes sociales o en otros foros han festejado tal deceso, sino también su bajeza e infamia; máxime cuando quienes lo hacen se jactan de ser más demócratas que nadie, como los ‘cachorros de la CUP‘, la formación de jóvenes Arran, quienes han publicado el pasado sábado un tuit con una imagen del revés del fallecido y junto a ella y con varios emoticonos de manos diciendo adiós, el mensaje de: “Hasta nunca”.
Conductas tan abyectas como ésta suelen ser muy frecuentes, ensuciando el debate y el juicio popular que merecen los cargos públicos por su mal hacer, lo cual, no solamente es totalmente lícito, sino que, por higiene democrática también es necesario. Pero, una cosa es juzgar y otra dar coces al aire, porque quienes lo hacen en vez de utilizar la razón con argumentos plausibles prefieren utilizan su rancia política de imposición de ideologías, lo cual evidencia que ellos, que hablan de debate, democracia y poder del pueblo, son los menos dignos para abanderar cualquier lucha política en consecución de objetivos que beneficien a quienes dicen representar.
“Conductas tan abyectas como ésta suelen ser muy frecuentes, ensuciando el debate y el juicio popular que merecen los cargos públicos por su mal hacer, lo cual, no solamente es totalmente lícito, sino que, por higiene democrática también es necesario.”
Estamos ante personas que desconocen el poder de la razón, no sólo de la citada formación, sino también de otras muchas que, actualmente, podemos encontrar en la arena política, primando en ellas el poder de la violencia verbal, no solamente del espectro de la izquierda sino también en el lado contrario.
Vergüenza ajena no es la palabra para definir el sentimiento de repulsa hacia quienes se alegran de la desgracia de alguien, sea político, torero fiscal o cualquier otro cargo o profesión que por su censurable actuación o por sus ideas no puedan ser absueltas de ese juicio que todos los ciudadanos de forma legítima y en uso de nuestra libertad de expresión podemos y debemos hacer; porque vergüenza ajena sería identificarse, en cierto modo, con personas tan ruines.
Quienes hacen leña del árbol caído, ya sea porque ha sido talado, derribado o simplemente porque se ha agotado su vida, demuestra la cobardía de quienes no han sabido hacer frente al problema en el momento que debieron hacerlo, prefiriendo coger el hacha para golpearlo sin piedad hasta convertirlo en pequeños trozos de madera, absurdo salvo que queramos hacer fuego o reavivar el existente con el único objetivo de desestabilizar mediante el uso de la sinrazón y la violencia.
En definitiva, estamos ante individuos que se amparan en el grupo al que pertenecen cual borregos que se siguen unos a otros en una dirección marcado por pastores imberbes, no por edad, sino por falta de madurez democrática, de los que no deseo su muerte y mucho menos me alegraría por ella.