► «La familiaridad de las construcciones geométricas forma el ojo y el espíritu del artista-geómetra y le confiere una cierta seguridad que “hace la mano obediente”».
— Alberto DURERO.”De la Medida”. Edición de Jeanne Peiffer. Akal. Madrid, 2000. Pág.122.
Alberto DURERO (21.05. 1471— 06.04 1528) ha sido uno de los más importantes artistas matemáticos del Renacimiento. Al orientar su creatividad en Geometría a través de su aplicación matemática al Arte, DURERO desarrolla nuevas e importantes ideas y teorías en el ámbito de la propia Matemática.
DURERO puso la Geometría al servicio de su expresividad en el Arte por su capacidad de evocar simbólicamente, a través de un ideal de belleza, lo esencial, lo original, lo inmutable y lo verdadero, en el afán de conocimiento de lo universal, de modo que subyace en toda obra de DURERO una geometría, ostensible o secreta, que conforma proporciones, da significado a las intenciones del artista y contribuye a la emoción y al misterio que emana de la sublime belleza de sus composiciones artísticas.
Pero DURERO no se limita a la aplicación sobre el Arte de la Matemática útil o práctica, sino también a los aspectos filosóficos de la ciencia pitagórica y euclidiana –los saberes matemáticos– de modo que con DURERO debemos hablar de “Arte, Geometría y Pensamiento”.
En 1525, DURERO publica “Underweysung der Messung” [recién editado por vez primera en español (DURERO, Akal, Madrid, 2000), con el nombre de “De la Medida”]. Se trata de una extensa e intensa enciclopedia geométrica para pintores, redactada por un genial maestro artista-geómetra, formado en el cruce de las tradiciones prácticas, artesanas, sabias, artísticas y humanistas, que pretendía dotar a la creación artística de una base científico-geométrica. Es por esto por lo que la obra de DURERO es un magnífico manantial de problemas para enseñar y aprender Geometría con acentos estéticos, científicos e históricos de una ingente amplitud temática
Sin duda alguna una de las obras más conocidas de DURERO es la célebre estampa “Melancolía I” de 1514. Debido a la multiplicidad de objetos de carácter geométrico, el famoso grabado Melancolía I de DURERO, de dimensiones 239×189, tiene un gran simbolismo matemático –en particular poliédrico–, pero también posee un poderoso significado freudiano y un gran contenido místico y mágico.
La Melancolía I de DURERO es una de las representaciones más originales, curiosas, emocionantes, misteriosas y enigmáticas de la iconografía universal, en la que cada objeto del cuadro tiene un simbolismo de lectura e interpretación muy problemática, que en conjunto ofrece una compleja alegoría sobre la actividad intelectual y artística desde perspectiva de la Filosofía del Renacimiento.
La Melancolía I de DURERO representa en un ámbito nocturno, tenebroso, frío y solitario, a un personaje sentado en un banco de piedra –una mujer con alas de ángel–, en estado meditabundo, pensativo, absorto, ensimismado y aparentemente ausente –sus enormes ojos están abiertos y fijos, con expresión sombría y triste–, reclinado sobre el puño cerrado de la mano izquierda, mientras ocupa la otra mano –que reposa sobre un libro cerrado– con un enorme compás. Sobre el muro del edificio hay una balanza, un reloj de arena, una campana y un cuadrado mágico con números. Al lado, una escalera apoyada en la pared con siete peldaños –como siete son los pilares de la sabiduría–. En el suelo hay herramientas de carpintería y arquitectura, un tintero, una pluma y dos objetos geométricos –una esfera de madera torneada y un poliedro de piedra perfectamente labrada–. Por un lado tenemos la sombra que proyecta la luna sobre los objetos, y por otro el brillo de un cometa que, como símbolo maléfico esta encerrado en un arco iris lunar que llega a proyectar una extraña luz que ilumina el título del grabado –MELENCOLÍA I– en un cartel que lleva un murciélago. La soledad vital de Melancolía es acompañada por un tristón angelote y un perro famélico dormido a sus pies.
El complejo conjunto del grabado de DURERO está dominado por la idea de concentración del Ser Humano como sujeto pensante que afronta el devenir de su existencia, que ha de recluirse en el retiro intelectual para alcanzar la luz de la sabiduría y que tiene la capacidad del Arte a través de su imaginación melancólica. Melancolía es la personificación de la virtud intelectual del genio profano en el mundo racional e imaginario de la Ciencia y el Arte. Melancolía representa al artista, que posee el conocimiento y la técnica para crear, pero cuya inspiración a veces se resiste a levantar el vuelo, aunque para eso tiene las alas que adornan su espalda, símbolo de la imaginación y la creatividad y manifestación de su superioridad intelectual.
He aquí una compleja alegoría sobre la actividad artística e intelectual en el marco de la Filosofía del Renacimiento.
Durante el Renacimiento se asociaba la melancolía con el temperamento artístico, la imaginación y la creatividad, según las ideas vertidas por Agrippa de Nettesheim en “De Occulta Philosophia”, texto esotérico que, aunque publicado en 1531, era conocido en círculos intelectuales en versión manuscrita a partir de 1510. Agrippa habla en su obra de tres tipos de melancolía: “la melancolía imaginativa”, “la melancolía mental” y “la melancolía racional”. La primera sería la que afectaría a los artistas, lo que explica el I del título del grabado, MELANCOLÍA I, que representaría el carácter imaginativo de los artistas. No sabemos si DURERO se proponía completar un programa artístico que incluyera a los tres tipos de melancolía. Bajo esta interpretación, mantenida por diversos exegetas, DURERO intelectualiza la melancolía y la asocia al Arte, a través de una intrincada reflexión, la más compleja y profunda de las realizadas por DURERO en torno a la personalidad del artista. De forma que no es extraño que el grabado “La Melancolía I” se haya podido considerar como su último autorretrato –esta vez alegórico– dentro del lenguaje simbólico propio del Renacimiento.
Este análisis también explicaría que la representación de DURERO esté rodeada de diferentes objetos, unos son atributos de la Geometría de los artistas (compás, esfera, poliedro,…), síntesis de las Artes Liberales y otros (martillo, clavos, serrucho, cepillo de carpintería, cincel,…) instrumentos de las artes mecánicas y constructivas de los artesanos.
En cuanto al simbolismo concretamente matemático y geométrico, los elementos más importantes que aparecen en el grabado son los siguientes:
- El Compás de geómetra, instrumento de la proporción geométrica, fundamento de la belleza.
- La Esfera como símbolo cósmico que encierra a los poliedros, componentes platónicos últimos de la naturaleza.
- El Poliedro irregular como objeto de enorme interés artístico.
- El Infinito simbolizado en el punto de fuga de la perspectiva en la cabeza del cometa.
- La Balanza, símbolo de la proporción matemática.
- El Reloj de arena, símbolo del tránsito inexorable del tiempo.
- El Cuadrado mágico pleno de simbolismo aritmético y cronológico.
El cuadrado mágico de orden 4 de “La Melancolía I” de DURERO ocupa un lugar destacado en el grabado. Es una ordenación de 42=16 números naturales consecutivos dispuestos en un cuadrado, es decir, en 4 filas y 4 columnas, de forma que el valor llamado «mágico», de cada fila, de cada columna y cada diagonal, deben ser iguales. Al ser de orden 4, de acuerdo con la ley general de formación de los cuadrados mágicos que empiezan por la unidad, este «valor mágico» es [4•(42+1)/2]/2 =34.
El cuadrado mágico de Durero debía verificar 10 relaciones (4 filas + 4 columnas + 2 diagonales) iguales a 34, pero verifica muchas más, ya que el valor mágico se obtiene sumando los números de:
- a) La matriz de las cuatro esquinas; b) cada una de las cuatro matrices de orden 2 sobre las cuatro esquinas; c) la matriz central de orden 2; d) las matrices formadas por los dos número centrales de las (o columnas) primera y última; etc. etc.
Por si fuera poco, Durero se permitió inscribir la fecha del grabado (1514) que se encuentra expresada en las dos celdas centrales inferiores. Esta fecha también lo es de la muerte de su madre, Barbara Holper, que vivía con él, luego de haber tenido 17 hijos, y cuyo deceso afecto mucho al artista.
No es extraño que el cuadrado mágico de Durero haya fascinado a los estudiosos y que con toda razón se le denomine cuadrado supermágico.