“ODA EN PROSA” A LA LIBERTAD Y EL CAMINO DEL LOCO EN EL TAROT

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No tengo mucho talento para la poesía, por eso no debo escribir una oda a la libertad; pero nada me impide alabarla en prosa con toda el alma.

Comienzo imaginando un mundo primigenio que conoció los albores de lo humano, un mundo donde se supone que el agua, el oxígeno y el alimento no estaban contaminados, adulterados, desnaturalizados (…). Un mundo que al pensarlo se  postula como el imperio de los más “fuertes”; pero, ¿de qué fuerza hablamos, acaso era la fuerza física…?

No creo que de ese mundo primigenio sobrevivieran sólo los más fuertes, en cuanto a fuerza física se refiere; estoy convencida de que lo hicieron también, o sobre todo, los que habían construido mejores estrategias y esas estrategias les venían dictadas por su no sometimiento, ni al medio, ni a los que trataban de controlar el medio donde ellos se movían. Mi reflexión es: ¿Y qué fuerza era esa que les hacía vencer sin ser, físicamente, los más fuertes? Insisto en preguntar; y, sola, me contesto: esa fuerza era el instinto de libertad que la especie humana lleva inserto en sus genes. Además no hay nada vivo en este universo que no tienda a la entropía libertaria, para hacer de ella su propia regla, para experimentar su libre albedrio.

Libertad para el humano: No es levantarse un día y dejarlo todo atrás y poder hacerlo sin que la conciencia se revele; poder decir: hasta nunca mundo conocido, voy en busca de lo único que he venido a conquistar aquí. Eso es muy fácil de soñar y deleitarse en ese sueño; pero extremadamente difícil bajarlo a la realidad. No es que nos pongamos mil excusas a la hora de comenzar a caminar libremente por el mundo; es que, literalmente, ya no sabemos hacerlo. De un lado, están esas personas a las que nos debemos, a las que no podemos fallar; de otro, están esas habilidades de las que creemos carecer para buscar nuestro propio sustento; por último, esa realidad que nos configura y que, en casi todos los casos, nos hace vulnerables al camino libre, solitario, espontáneo…

En fin, mi adorada libertad; lo más grande que existe en este mundo, el tesoro más preciado; como ya dijo el ilustre manco en boca de su Quijote. Esa erguida dama, que brazo en alto porta la antorcha de la luz del mundo; la luz platónica, que se encuentra cuando volvemos la espalda a las sombras y recorremos el túnel de la verdad, saliendo de la caverna de los murciélagos ciegos; que sólo detectan aquello que  resuena con su propia onda, lo que les devuelve el eco; sin pararse a contemplar otros puntos de vista y, lo peor de todo, esa onda es la misma frecuencia que se les ha grabado en sus cerebros a fuerza de genes que nunca se han sublevado al medio…

Adaptarse o morir (…); pero también están: revelarse, contraatacar, sublevarse, oponerse, resistirse y hasta salir corriendo (que a veces no es de cobardes). Sí, también existen otras salidas; sólo hay que buscarlas con ahínco, fuerza y voluntad.

El medio siempre quiere someternos, espera engullirnos en su orden, en su porqué. El medio es fortísimo, imperante, casi todopoderoso. Eso acobarda a cualquiera; es más, nos hace pensar que hasta Diógenes tenía su “tinaja” y que el mayor de los ascetas se apegaba a su “cuenco”. Pero estamos ciegos, repito, como los murciélagos. No somos capaces de ver que nuestras “tinajas”, nuestro “cuencos”, nos parecen imprescindibles para la vida; aunque no lo sean. Las manos cóncavas forman un cuenco para beber o comer y cualquier camino tiene “tinajas-refugio” o los medios para  construirlos.

Recuerdo aquel cuento o relato tan difundido, creo que sufí (aunque atribuido a muchas tradiciones orales), del pescador y el millonario, que resumo:

“ …¿y por qué dejaste hoy tan pronto de pescar? Tumbado sobre la arena de esta playa, tan tranquilo, pierdes mucho dinero -dijo el millonario.

Porque ya pesqué esta mañana para vivir hoy -dijo el pescador.

Pues yo pesqué y pesqué, compré y compré un barco tras otro, con los frutos de mi pesca. Ahora, todo mi dinero me permite una buena jubilación y descansar en esta playa -volvió a decir el millonario.

Yo siempre me encontré y me encuentro jubiloso y libre, pensando que a pocas fuerzas que tenga, cuando me jubile, me dará con un pescado al día para vivir y seguir disfrutando de la paz de esta playa…- terminó diciendo el pescador.”

Todos soñamos con esa playa, pero seguimos pescando dolorosamente en este mar turbulento, de la vida que nos han enseñado a vivir; sin que siquiera nos planteemos la posibilidad de poner rumbo a aguas más tranquilas y probar suerte…

¿Por qué, si lo único seguro en la vida es la muerte, no somos capaces de mirar con valor a la “Parca” a los ojos y decirle: compañera tú me tienes a cada instante a tu disposición; pero también me tiene la vida y, mejor dicho… yo tengo a la vida.

Permitirse la libertad es una aparente locura. Existe un oráculo-juego llamado Tarot que comienza o paradójicamente termina (según se mire) con los siguientes arcanos, a los que yo doy mi particular significado:

– El Loco.- Hombre libre (pescador sabio que descansa tranquilo).

– El Mago.- Hombre que tiene todas las herramientas para construir su mundo.

– La Suma Sacerdotisa.- El misterio de la vida y de la muerte.

– La Emperatriz.- La riqueza de una buena vida (hombre rico que recoge los frutos de su                  esfuerzo).

– El Emperador.- El control del camino de la vida.

– El Sumo Sacerdote.- La consciencia y la conciencia en el camino.

– Los Enamorados.- La gran decisión, la encrucijada: caminar el camino o que el camino nos camine.

– El Carro.- El poder para recorrer tu propio camino.

– La Fuerza.- Vencer al león que llevamos dentro (los instintos primarios; poner razón al instinto).

– El Ermitaño.- Meditar sobre los pasos caminados y los que restan por caminar.

– La Rueda de la Fortuna.- Saber que todo cambia y nada permanece.

– La Justicia.- Toda causa es precedida de su efecto y todo efecto es consecuencia de una causa.

– El Colgado.- Ver la vida desde otros puntos de vista, entregarse a nuevas perspectivas.

– La Muerte.- Transformarse, como la crisálida, en mariposa.

– La Templanza.- Ecuanimidad, serenidad, moderación.

– El Diablo.- Apego a lo material, ser poseído por el mundo.

– La Torre.- Nuestro mundo se derrumba inesperadamente. Inexorable destino.

– La Estrella.- Saberse guiado por una Fuerza Superior.

– La Luna.- La “Noche Oscura del Alma”, donde las dudas asaltan y controlan los pensamientos.

– El Sol.-  Saber que “la vida es bella”.

– El Juicio.- reconocer lo que se ha sembrado y sus frutos.

– El Mundo.- Hemos llegado al final del camino y volvemos a comenzar; pero ahora como un “Sabio-loco”; no como un “Loco-Sabio”.

La vida no es un juego (…) ¿o, tal vez, sí?

Esos veintidós arcanos, simbólicamente, como todos los saberes tradicionales, nos revelan lo que está muy oculto en nuestra psique, en nuestro subconsciente (colectivo e individual). El Camino del Loco del Tarot es el Camino de la vida del ser humano.

La vida ni es un juego triste, ni es un triste juego.   El tarot tampoco lo es, además no adivina el futuro; sólo nos facilita una conversación con lo más profundo de nosotros mismos. Nos aconseja y nos conduce hacía el tesoro más grande: LA CONQUISTA DE LA LIBERTAD. Esa conquista no es un derecho, es una obligación; la de todo “loco sabio” que debe llegar a ser “un sabio loco”.

 

1 COMENTARIO

  1. Excelente artículo. El tarot es como un libro, pero el más grande en cuanto a de sabiduría y hermetismo.
    Ojalá sigáis publicando artículos así.

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