LA EXPLOTACIÓN LABORAL. EL BINOMIO NECESIDAD/EXPLOTACIÓN

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“Y yo pregunto a los economistas políticos, a los moralistas, si han calculado el número de individuos que es necesario condenar a la miseria, al trabajo desproporcionado, a la desmoralización, a la infancia, a la ignorancia crapulosa, a la desgracia invencible, a la penuria absoluta, para producir un rico.”

ALMEIDA GARRETT

 

Nos engañan con mensajes de bienestar. Nos confunden con noticias sesgadas o manipuladas para guiar nuestras conciencias, conciencias a veces, por no decir siempre, adaptadas a nuestra obtusa percepción del mundo, cuando no a una moral acomodaticia donde negamos admitir ciertos valores o principios sólo por la simple razón de estar a gusto con nuestra raquítica percepción de la realidad a través de un juicio subjetivo farisaico.

Somos tan simples que no nos damos cuenta que la vida es tiempo y, por ello, el tesoro más preciado que tenemos pero que malgastamos haciéndolo depender de un mercado que lo valora dependiendo de nuestro currículum y del lugar donde vivimos. No vale lo mismo el tiempo de un ingeniero o un médico que el de un barrendero o camarero, entendible en este caso por el tiempo invertido en la formación y el trabajo cualificado, sin embargo, menos entendible lo es que no se valore con cierta similitud los del mismo mismo entorno geográfico o la exploración dependiendo de la necesidad o pobreza, lo que nos lleva a la ecuación tiempo-empleo-nacionalidad que marca nuestras vidas, admitiendo también las variables sexo y edad.

Esta breve reflexión inicial viene a cuento de esas  grandes fortunas como la del empresario más exitoso de nuestro país, fundador de Inditex, Amancio Ortega,  quien acumula el mayor patrimonio en España, con una fortuna valorada en 57.000 millones de euros conforme al ranking Forbes; según muchos proveniente del trabajo esclavo en países como Brasil o la India, con salarios muy por debajo a los que pagaría por la misma mano de obra en países como el nuestro o de nuestro entorno geográfico y que muchos justifican en cuanto que sirven para mantener a familias enteras en tales países ya que de otra manera estarían abocados a la pobreza extrema.

En octubre de 2016, el programa de la televisión pública británica BBC Panorama hizo público un reportaje en el que asegura que la firma Zara, propiedad de Inditex, y la firma Mango, junto a otras compañías textiles, emplean a refugiados sirios como mano de obra en fábricas de ropa en Turquía. La mayoría de los refugiados descubiertos en las fábricas no tenían los permisos pertinentes, trabajaban en jornadas de más de 12 horas y no disponían de las condiciones de seguridad adecuadas, consistiendo su trabajo en tintar los pantalones utilizando productos químicos peligrosos sin mascarilla de protección adecuada.

En declaraciones a la BBC, Mango aseguró que esta fábrica había sido subcontratada por uno de sus proveedores sin su conocimiento, y que, al realizar una inspección posterior en las fábricas, no se encontró a ningún sirio y sí “las condiciones adecuadas, excepto algunos aspectos de seguridad personal”.

Una portavoz de Inditex negó que la información de la BBC fuese cierta y criticó que la acusación de utilizar mano de obra ilegal no se fundamente en ningún prueba, basándose únicamente en las palabras del periodista que firma el reportaje.

Lo mismo podemos decir de otros empresarios como Steve Jobs en relación a sus empleados de las fábricas de Apple en China o de ser cómplice con otras empresas que utilizan el trabajo infantil forzado en condiciones peligrosas para la obtención del cobalto que emplean en sus dispositivos, de la que también son acusadas Google, Dell, Microsoft y Tesla.

En 2019  fallecieron catorce menores tras el derrumbamiento de una mina de cobalto en la República Democrática del Congo, lo que originó que sus familias presentasen una demanda en EEUU dirigidas contra las citadas grandes tecnológicas del planeta, explotación que corroboran varias ONG, según las cuales los menores trabajan por salarios «irrisorios» de hasta dos dólares diarios en puestos de gran dureza física en los túneles excavando para extraer las rocas de cobalto con herramientas precarias y en total oscuridad.

Según el abogado principal de la demanda, Terry Collingsworth, manifestaba que “En mis 35 años como abogado de Derechos Humanos jamás vi unos abusos tan graves y a tan gran escala contra niños inocentes. Esta asombrosa crueldad y avaricia deben cesar”.

Dejando a salvo la presunción de inocencia, sin embargo, los indicios son más que suficientes para fundamentar la demanda, al igual que en el caso de las industrias textiles aludidas para pensar que realmente existe una complicidad en la explotación aunque se lleve a cabo por empresa interpuestas, mientras tales gigantes de la moda se limitan a negar pero no denuncian ante la justicia como única vía para demostrar su verdad y obligar a los medios que se  hacen eco de tales abusos a rectificar sus publicaciones. Y, no es que se pretenda con ello invertir la carga de la prueba del que acusa al acusado, sino porque las evidencias parecen ser suficientes como para dar explicaciones a fondo y exigir responsabilidades.

Además, la escusa de quienes justifican que estas grandes empresas, entre las más relevantes dentro del  sector textil y de las comunicaciones, con su empleo  en países con una gran pobreza están permitiendo sobrevivir a personas que de otra manera estarían rebuscando entre la basura chatarra para sobrevivir, lleva al binomio inadmisible como es de la necesidad-explotación, o lo que es lo mismo, aprovecharse del sistema capitalista para intentar reducir inversión en mano de obra en condiciones poco dignas lo que obliga a criminalizar tales conductas por violación del derecho al trabajo en condiciones dignas como derecho reconocido por la Carta Universal de los Derechos Humanos en cuanto que las diferencias salariales responden a la ecuación a la que se ha hecho mención. Todo depende que seas hombre o mujer, menor o mayor de edad, dónde hayas nacido, pero sobretodo, la necesidad de trabajar para poder sobrevivir.

“Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo. … Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por igual trabajo”.

Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Es cierto que el principio de igualdad exige tratar por igual casos iguales, de manera que aún siendo admisible que la economía no es la misma en unos países que en otros lo que obliga a que el mercado laboral sea diferente y, en consecuencia los salarios, sin embargo el problema está cuando las condiciones laborales, como el exceso de horas de trabajo y la falta de seguridad e higiene en el trabajo, así como la explotación de mano de obra infantil, no puede justificarse bajo ningún pretexto porque atenta contra la propia dignidad  humana, lo que no solamente lleva a exigir responsabilidades a las empresas que no las cumplan sino también a los propios consumidores, que con nuestra moral acomodaticia miramos hacia otro lado adquiriendo sus productos convirtiéndonos en sus cómplices. ¿Hasta cuándo?.

 

https://www.infolibre.es/noticias/mundo/2016/10/24/zara_mango_emplean_refugiados_sirios_forma_ilegal_para_fabricar_ropa_turquia_56644_1022.html

Las lágrimas de las niñas esclavas de Amancio Ortega

 

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