EL CAMBIO DE CRITERIO

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 ¿Es bueno el cambio de criterio?.

Como en casi todo, depende. Algunos pensarán que el cambiar de criterio nos convierte en veletas, sin embargo, como dijo Carl Rogers: “La curiosa paradoja es que cuando me acepto a mi mismo justo como soy, entonces cambio”, Y es que  cambiar, incluso de criterio, puede ser una respuesta inteligente, si con ello conseguimos evolucionar.

No podemos negar que,  a veces, nos queremos tanto, o nos creemos tan firmes en  nuestras convicciones, que nos empeñamos en no cambiar de opinión, lo que nos convierte, o bien en fanáticos de determinadas ideologías; o bien, en cobardes al cambio, sobre todo por la imagen de debilidad que podemos dar ante nuestros adversarios, olvidando que el cambio no es  más que la consolidación del patrimonio del aprendizaje que aportan los demás y que, como seres sociales que somos, aceptar que la realidad que vivimos, esta compuesta por nosotros y por cuantos nos rodean.

No es saludable creer que conocemos la respuestas para todo, no sólo por el  hecho que estamos inmersos en una constante mutación de la realidad social, lo que nos obliga a la necesidad de adaptarnos a nuevas situaciones y, como consecuencia,   a la modificación del status quo, como manera posible de estar a la vanguardia y lograr la innovación, tanto a nivel personal como social,  o por lo menos para conseguir el cambio necesario que nos permita subsistir, como  resultado de una evaluación totalmente honesta y real de la situación actual.

Es muy importe tener en cuenta que todos los COMOS se deben construir entre todos los QUIENES, esto es, uniendo lo que cada uno de nosotros sabemos y queremos con lo que los otros saben y quieren, ya que sólo el conocer lo que los otros saben y quieren podrá aumentar el conocimiento, no sólo de nosotros mismos sino también de la realidad que nos envuelve, lo que, sin duda, contribuirá a aumentar nuestros conocimientos y cubrir nuestras necesidades personales y,  por consecuencia, las del grupo social al que pertenecemos.

Si no somos conscientes que las carencias tanto personales como sociales son fruto de quienes creyendo saberlo todo dejaron de aprender, perdiendo con ello la oportunidad de convertir el conocimiento en una herramienta para evolucionar, estamos llamados a caer en una inercia en nuestro sesgo conductual con consecuencias desastrosas por nuestra propia involución, pues estaremos perdiendo la oportunidad de lograr mejorar nuestra situación, no sólo como una mera aversión al cambio, sino peor aún, tomando parte activa para evitar que un determinado acontecimiento genere el cambio necesario,  lo que se traduce realmente en una falta de audacia y valentía, o en la comodidad de vivir en esa zona de confort que nos aporta seguridad, aunque sea de forma mediocre y sin perspectivas de futuro, lo que no deja de ser cobardía a experimentar el cambio que se presenta como necesario si queremos mejorar.

Es cierto, y sólo tenemos que mirar la realidad social y política del momento en la que, a veces, el cambio de criterio se convierte en una necesidad o camino para conservar el poder, con resultados tan desalineados e improcedentes que sólo persiguen  mantener el status quo existente, el de ellos, por supuesto; con actuaciones, en definitiva, subversivas porque atentan contra el equilibrio que tal estado de las cosas debe  proporcionar para lograr un cambio pacífico y efectivo; porque sólo la serenidad ante lo inmutable, la perseverancia en la opción y la perspicacia para el discernimiento entre ambas, hacen que el cambio sea positivo.

El sano cuestionamiento, la divergencia y la apertura de opciones, son las palancas respetuosas y únicas con las que abrir vías de cambio, hacer tomar conciencia e impulsar a la acción, lo que me lleva a traer a colación para terminar la siguiente frase del entrañable Mario Benedetti:

Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, nos cambiaron las preguntas.”

Así que, ya tenemos la respuesta a la pregunta del principio, aunque veletas siempre los hay y los habrá, pero eso es otro tema, como cobardes a afrontar el cambio que necesitamos para terminar con la decadencia social y política que sufrimos, fruto, en definitiva, de la perdida de valores y principios en los que debe sustentase las relaciones humanas, a la que, sin duda, contribuye la decadencia moral consecuencia, así mismo, de una decadencia intelectual permisiva fruto del borreguismo social y del sometimiento a ideologías marketinizadas para mantener narcotizadas a las personas, diciéndoles lo que deben o no pensar,  o ocupados en contiendas para tapar o esconder la mediocridad de los dirigentes, y justificar su actuación en un liderazgo panfletario y populista.

 

 

1 COMENTARIO

  1. Comparto en su totalidad el contenido de este magnífico artículo, que pone de manifiesto la necesidad de análisis y reflexión valientes, sobre aquellas ideas que no debemos esculpir en piedra.

    Asimismo, tampoco ser como veletas moviéndose al aire que egoístamente mejor convenga, con la alevosía del engaño.

    Muchas gracias por la reflexión.

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