Escuchando el otro día una conferencia, el ponente sostenía que la civilización llamada occidental, la nuestra, la europea, era la única que había establecido un enfrentamiento entre lo material y lo espiritual.
Image by Pedro Figueras from Pixabay
Hablaba yo últimamente de mi alma de gallego y un amigo me respondió ponderando la dificultad de encontrar el alma. Yo no hablaba del alma religiosa, hablaba de esa parte no material donde deposito coloquialmente la potencia de mi ser, la parte espiritual, moral, que no religiosa, creativa y contemplativa, que no perceptiva.
A mí la ciencia se me queda corta a la hora de explicar la totalidad de la existencia, el antes y el después del infinito, la eternidad entrevista previa al “big bang” y la posterior a la contracción del universo, o más probablemente universos. Incluso la física que habla de energías potenciales y energías cinéticas diferencia lo que es de lo que puede ser.
Así que especulando, filosofando o simplemente imaginando, consideremos que la totalidad es la suma de lo que es y lo que no es, lo que fue, lo imposible y lo que pudo ser, lo que será y lo que nunca podrá ser, lo material –que se concreta- y lo potencial – lo que nunca se concretará-En este último capítulo enmarco los sentimientos, la creación artística como búsqueda desesperada, desesperanzada, por parte del hombre de la perfección y el acercamiento especulativo a lo que no consigue aprehender, conocer y ni siquiera imaginar.
“La filosofía siempre fue el candil que marcaba a la ciencia las posibilidades que esta debía de explorar y la religión originariamente, al menos así lo entiendo, ofrecía –y para mi aún ofrece- la posibilidad de nombrar y tratar cotidianamente lo desconocido”
Intentar acceder al conocimiento total desde las limitadísimas condiciones de espacio, tiempo y dimensiones es una tarea que se me antoja vana. La filosofía siempre fue el candil que marcaba a la ciencia las posibilidades que esta debía de explorar y la religión originariamente, al menos así lo entiendo, ofrecía –y para mi aún ofrece- la posibilidad de nombrar y tratar cotidianamente lo desconocido. El trasvase de lo especulativo, potencial, a lo sistematizado, material, a lo largo de la historia ha sido continuo, pero pensar que ese trasvase ya es total, o que lo llegará a ser, tal vez bordee la soberbia.
Por eso los gallegos en cuestión de religión, almas, ánimas, meigas y santas compañas somos eminentemente pragmáticos, sin entrar en cuestiones de fe, de creer o no creer, sabemos que “haberlas haylas”
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