DEMASIADAS INCÓGNITAS

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Falta ahora por saber si se producirá la previsible magnanimidad, tan previsible como seguramente efímera, de Pablo Iglesias de cara a la galería.

Falta por saber si Iñigo Errejón, y todos los suyos, serán fusilados, políticamente hablando, al amanecer a la vista de todos o si su defenestración se producirá tras un abrazo, un tiempecito para el olvido y en un callejón oscuro que evite la publicidad de su final.

La verdad es que a pesar de que las cosas se han aclarado, que no solucionado, las incógnitas no han conseguido ser despejadas, porque en el congreso de Vistalegre 2 ha ganado, ha sacado más votos, una de la partes, pero queda por saber si esa victoria lleva aparejado, tal como a mí me parece, el principio del fin de la formación morada.

Yo no creo que Pablo Iglesias pueda permitirse tener a un rival, a alguien que le ha plantado cara y que se postula como posible alternativa, dentro de su estructura. Yo no creo que la personalidad, el cesarismo, de Pablo Iglesias le permita conservar viva a una persona cuyo proyecto se ha presentado como alternativa a sus modos y maneras. ¿Qué sucederá cuando sufra el primer descalabro en las próximas elecciones? Si Errejón estuviera para entonces dentro se convertiría automáticamente en la opción alternativa que no se tomó y que seguramente era la conveniente, pero si está fuera será el chivo expiatorio, el traidor, siempre dicho en voz baja y círculos íntimos, que dividió a los votantes y ha sido causa del descalabro.

“Yo no creo que la personalidad, el cesarismo, de Pablo Iglesias le permita conservar viva a una persona cuyo proyecto se ha presentado como alternativa a sus modos y maneras. ¿Qué sucederá cuando sufra el primer descalabro en las próximas elecciones?”

Claro que todo este razonamiento se basa en una pérdida importante de votantes de Podemos en las próximas elecciones, y no es la primera vez que lo anuncio. La radicalización, promulgada por el Sr. Iglesias en sus documentos aprobados, de un partido radical lleva a un mayor posicionamiento populista. Lleva a una mayor movilización en la calle, que es jugar con dos barajas, lo que no puedo ganar en el parlamento porque mis votos no son suficientes lo voy a ganar movilizando en la calle a mis partidarios, y en ese ámbito lo que importa no son los votos si no el alboroto que sea capaz de conseguir, la incomodidad ciudadana que sea capaz de promover. Pero, previsiblemente, esta actitud lleva a un alejamiento considerable de la masa de votantes moderados que son los que determinan los resultados finales de las elecciones generales. Y ya no son el partido de moda, el partido sorpresa, el partido que irrumpe con nuevas ideas, no, ya son el partido que se desgasta tras cuatro años de legislatura sin conseguir más objetivos que su fragmentación y la exhibición de sus radicalidades.

Claro que tal vez el mayor perdedor, con ser el inmediato, no ha sido el señor Errejón. Uno de los puntos importantes que han resultado de la asamblea de hoy es el alejamiento de las posiciones del PSOE. Y así anunciado, sin interpretaciones ni matices, señala otro perdedor que no participaba directamente en esa lucha.

¿Qué le va a vender ahora al Sr. Sánchez, a los militantes del PSOE? ¿Con quién va a pactar, o a qué precio, para alcanzar una mayoría que gobierne? Seguramente si yo fuera el Sr. Sánchez, que afortunadamente no lo soy, y tuviera algún apego a las siglas a las que pretendo representar, que no tengo derecho a dudar que sienta, presentaría automáticamente la renuncia a la candidatura para secretario general. Al menos lograría evitar una ruptura en mi propio partido que ahora mismo se me antoja, ya, gratuita.

Pero claro, vana ilusión, creo que ahora mismo el señor Sánchez no tiene más objetivos que la auto afirmación y vengarse de los que, él está convencido, lo traicionaron. Mal bagaje.

Lo único que lamento de toda esta historia es la más que probable desaparición del señor Errejón de la escena política. Su empeño en lograr que Podemos se convirtiera en un partido susceptible de ser interpretado como tal era digno de mejor final, aunque siempre se me antojó, dada la trama de base que conforma podemos, utópico. Siempre le quedarán las tertulias si su verdugo, amigo y oponente, no le niega hasta esa opción. Ya se sabe cómo se las gastan los jacobinos.

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