YO, UN FILÓSOFO Y VARIOS GENIOS.

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Leyendo a Nietczsche, una vez más me doy cuenta de la contraposición de dos conceptos fundamentales que la filosofía de todos los tiempos, de una u otra forma, ha tratado de dilucidar siendo algo en lo que es muy difícil ponerse de acuerdo por parte de seres pensantes y sintientes como nosotros, que como bien dice nuestro filósofo: “Cuanto más nos elevamos más pequeños parecemos para quienes no saben volar”. Este vuelo es el vuelo de la imaginación que trataré de desarrollar en un pequeño intento de batir las alas.

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Estos dos conceptos a los que me refiero no son otros que el concepto de absoluto y el concepto de relativo, correspondiéndose  el primero con LA VERDAD y el segundo con “nuestra verdad”. A priori, en el sentido Kantiano, es muy fácil quedarse con el concepto relativo de “nuestra verdad razonada”, sometida al funcionamiento conceptual, impreso en nuestra forma de pensar, a nuestros patrones de raciocinio a esa Diosa Razón a la que despojamos de su poder y sentamos en el banquillo de los acusados de fraude o mentira, para interrogarla sobre si el color de las cosas es lo mismo para unos que para otros, sobre si el ser o el no ser son conceptos abstractos y tan relativos como quien los imagina o realidades cuánticas futuramente experimentales y exactas.

Pero ¿Cómo ser Juez y Parte? Para mí es simple pero casi infinitamente difícil. Y aunque desde el mundo jamás resolveré este problema, me senté en el banquillo y me desdoble, me perdí, me busqué y me encontré, como tantos y tantos seres humanos a lo largo de la historia de la humanidad de una u otra forma, porque el que busca aunque sólo sea por un instante acaba encontrando el objeto de su búsqueda. El objeto de mi búsqueda fue, es y será encontrar la verdad.

Yo siento la verdad tan clara, pura y absoluta como siento a la Justicia, como siento a la belleza, como siento a la Libertad, como siento al amor. Para mí nada en el mundo puede no ser, todo es ser en potencia  y donde hay ausencia de la percepción de ser, hay ansia de llegar a ser, como dijeron   los grandes maestros.

Soy humana, con una inteligencia o un funcionamiento neuronal  medio, normal, pero mi razón  no es mi inteligencia, no es mi cerebro, no son mis datos, ni mi cociente intelectual; mi razón es la misma razón de todas las cosas o de todos los seres, es la marca, la impronta que alguien o algo me regaló o me dio en herencia desde el principio de los tiempos.  Mi razón ha estado sentada en el banquillo de mi espíritu desde que era niña y me preguntaba ¿Quién soy yo? . La juzgué, bajé hasta lo más recóndito de sus sótanos, en la más absoluta de las oscuridades, sin saber quién era, buscándome con tanta angustia como la madre que busca a su hijo perdido y cuando me encontré, por unos segundos infinitos, supe, sin ningún lugar a dudas, que las cosas y las personas, somos, y que nuestra tendencia, y la tendencia de todo cuanto existe, es llegar a ser en acto lo que en potencia ya es en nosotros.

 

Los accidentes aristotélicos son todos relativos, lo que de mí o de la hoja de un árbol se ve es relativo, un gravitón o una partícula subatómica y sus comportamientos pueden parecer caóticos, según los físicos cuánticos; pero en lo más profundo de mí algo, que no sé qué es y que sé que existe sin ningún lugar a dudas, me dice por la fuerza de la RAZÓN que el caos es sólo un proceso dentro del Gran Plan, que el caos es sólo ausencia de orden, que el caos es una de las probabilidades matemáticas de este multiverso infinito. Sí, “Alberto el Sabio” tenía razón: “Dios no juega a los dados” porque Dios, la fuente, la Energía primigenia…o como cada uno quiera imaginarlo, ES y ese “ES” contiene el principio de todo lo que existe de una forma organizada, dirigida, con sentido. No hay nada más irracional que creer en el aparente caos, en la aparente casualidad. Todo absolutamente todo tiene un principio, una causa y en todo absolutamente en todo están las matemáticas presentes….¿Hay algo más racional, lógico y concreto que las matemáticas? Nooo….y apostaría la vida, como lo hizo “Alberto el Sabio”, cuando dijo lo de “Dios y los dados”,  por la verdad de mi certeza.

De todos los usos matemáticos el de la estadística, para mí, es el menos matemático que existe, porque sólo hace predicciones, jamás demuestra nada, siempre queda algo al azar a lo no explicable a lo insondable, lo único que salva a la estadística es la excepción que confirma la regla. La estadística es la madre del caos porque lo contempla como posibilidad. Las matemáticas verdaderas no son posibilidad; son certeza absoluta y eso no me lo dice mi particular inteligencia, me lo hace saber mi impronta divina, mi imaginación.

¡¡¡ Ahhh, ya….!!! a lo anterior, veo las caras de los  escépticos diciendo: La imaginación  vale para los artistas no para los matemáticos, las matemáticas son una creación de la inteligencia humana, del pensar razonado” .Yo discrepo de ellos con toda la imaginación y afirmo, como muchos otros antes que yo, que:  las matemáticas son un descubrimiento que se le ha mostrado a la imaginación y no algo que el ser humano haya creado.

Como ejemplos que validan lo anterior, vayan por delante Leonardo Da Vinci: ingenió un mapa del cerebro donde situó la imaginación y dijo que ésta era junto con la razón en respectiva potencia la cualidad del genio.

Einstein, al que yo llamo “Alberto el Sabio” dijo: “La imaginación es más importante que el conocimiento…”

 Nikola Tesla, como broche de oro: Además de ser uno de los hombres más profundos, aún por descubrir; como todos sabemos, fue un genio creador al que le debemos no sólo la corriente alterna, sino la radio (Marconi sólo la patentó), los rayos x, el motor eléctrico, las lámparas de neón y si lo hubieran dejado habría dado energía a la humanidad entera con el electromagnetismo terrestre…sin necesidad de cables. Creo que algunos sabrán los oscuros intereses que se lo impidieron. Este genio imaginaba todos sus inventos (miles de inventos y unos 700 patentados) desde la A a la Z antes de pasarlos al proyecto.

Yo veo con mi imaginación, que la razón de la existencia brotó de la Imaginación Eterna, del Ente Supremo o Energía Suprema, del Demiurgo platónico, de Dios… como antes dije, que cada uno lo llame como quiera. Esa Imaginación Eterna propició la fractalización  de la potencia en acto, dando lugar al SER desdobladamente, y esa RAZÓN de razones es la que nos ha traído hasta aquí. El conocimiento global del ser humano ha estado siempre como los datos de internet en una especie de nube, a la que Jung llamó subconsciente colectivo y los hindúes lo llamaron registros akashicos y Aristóteles el Éter. A ese conocimiento alimentado por el fractal primigenio es al que acuden todos los genios de la humanidad a través de la imaginación.

O deimiurgo plantónico

Imaginación Suprema) se sintió infinitamente solo le dolía tanto su soledad que tuvo que desdoblarse en los multiversos en todos esos fractales que lo replican y a los que Él les dio su propia esencia, esos fractales que somos todos los que sentimos existir. Yo, tú, él….,eso, aquello y lo de más allá; es decir una flor, una hormiga, un átomo….todo lo que existe en vibración, en energía ES.

Toda esta retahíla de ahí arriba comenzaba con Nietzche, que es uno de mis filósofos predilectos, porque se planteó la relatividad de la moral (eso sí que a los ojos de la inteligencia humana lo considero relativo, aunque no a los ojos de la conciencia humana; y esto será objeto de otro postrero planteamiento); pero al mismo tiempo considero que su ensañamiento con el idealismo platónico y kantiano le venía por su profunda búsqueda, por su profundo dolor, por su profunda vacuidad de amor. Una de las mentes más brillantes de la historia, un hombre tan profundo que no encontró escafandra suficientemente fuerte como para bucear en sí.

La mejor prueba de que la razón humana, entendida como imaginación, está muy por encima del entendimiento humano es que la primera es la idea primordial atómica, maravillosa y absoluta que todo lo contiene a la que ansiamos llegar con todas nuestras fuerzas; si no cómo explicar el afán por conocer del ser humano, cómo explicar el afán de todas las especies de la naturaleza y de todas las cosas por transformarse y adaptarse evolutiva o involutivamente, para seguir dando vueltas por este cosmos y por los cosmos paralelos (de esos cosmos paralelos también me ocuparé uniéndolos al concepto de justicia y libertad; pero eso será otra historia).

Decía Nietzsche: “Toda filosofía esconde también una filosofía, toda opinión es también un escondite, toda palabra también una máscara.”   Y, sí, por supuesto que tiene razón esta comprensión tan profunda, y cuando digo que tiene razón me refiero a la impronta humana que se descubre en uno mismo en forma de entendimiento comprensivo. Bajo mi punto de vista la tiene, porque en ese desdoblamiento del que yo hablaba, nuestro filósofo se da cuenta desde esa RAZÓN de que el relativo entendimiento humano, no contiene la verdad.  En sus palabras descubro que la máscara a la que alude son los miedos psicológicos a ser descubiertos, a ser vulnerables a ser auténticos; en definitiva a atrevernos a sentir lo absoluto. Pero él (Nietzsche) lo fue. Uno de los más auténticos.

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¡¡¡ Cuánto daría por teletransportarme a la época en que vivió este inmortal, y los demás inmortales más arriba mencionados!!! Hablar sus lenguas y sentarme tranquilamente a escuchar sus disertaciones, razonamientos y respuestas tras algunas de mis preguntas; siendo yo una especie de ente invisible al que escuchasen como instalado en sus mentes, que les interroga y al que esos genios responden.

No sé si el ansia de saber es sana o dañina, pero me da igual. Aunque comprendo perfectamente que nunca llegaré al conocimiento absoluto, porque este es infinito, jamás dejaré de echar más y más preguntas en la copa de mi ignorancia vida, tras vida; y esa copa también es infinita. La “Puerta de la VERDAD” está cerrada para mí en este mundo y en otros mundos, pero no voy a cansarme de seguir llamando (ahí, admito por conveniencia, me vale la estadística y, optimistamente,  me agarro a la infinitésima probabilidad de que exista un mundo que yo alguna vez habite y en el que, de esa puerta, se me abra una rendija por la que mis ojos puedan colarse).  

Yo sólo sé que no se nada, salvo que la nada no existe, salvo que aunque todo no sea más que una ida, es una absoluta y Divina idea.

 

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