Acostumbrados como estamos a usar la mente para todo, creemos firmemente que para salir de un caos emocional necesitamos una buena idea.
Sin embargo son las ideas, producto de discursos interiores las que generan ese caos.
Y no se puede generar orden usando las mismas herramientas que generan el desorden.
Alberto decía al respecto que “No se puede resolver un problema desde el mismo nivel de conciencia en el que se creó”.
Intentamos pues resolver un desorden emocional con pensamientos, intentando encontrar esa frase, esa idea, esa iluminación que nos lleve a la solución. Sin más éxito que un alivio momentáneo, que confundimos normalmente con la solución, pero que solo representa un descanso para la mente… Que suele durar muy poco.
Pero existe una forma de hacerlo.
La cosa es que la voluntad no puede hacer nada para cambiar la emoción, pero si puede propiciar el acto que cambie esa emoción.
Porque, una vez más, decimos e insistimos sobre el hecho de que para cambiar algo en lo real, hay que elaborar en lo real. Y si encontramos la actividad que nos haga sentir mejor, veremos las cosas de otra manera.
Al fin y al cabo, si nos sentimos mal, y permitimos que esa sensación dure más de lo que le corresponde, nos estamos enganchando a la sensación de ser una “víctima de las circunstancias”.
Recordad el truco: Si hay emoción que perjudica, buscamos el acto que nos saque de ahí. Eso no cambia el problema, pero si el enfoque. Y la mayoría de las veces veremos que el problema…
..Ni siquiera existe.