Vivir y morir por la democracia. Sangre y venganza después del 39. La humillación de aquellos que prefirieron morir que ceder a la opresión del dictador. Vivieron de pie y murieron con el puño en alto contra un golpe de estado apoyado por los fascistas alemanes e italianos.
Franco no era partidario del nuevo gobierno republicano, establecido luego del proclamación de abril de 1931. Mucho menos aún del evidente ascenso de la izquierda de la cual la república era una clara expresión.
Cuarenta años de paz decían quienes vivieron sin dignidad frente al opresor. Muchos también con miedo y otros dejándose llevar por los beneplácitos de un gobierno bajo el palio de la iglesia católica que llego a tildar de lucha contra los infieles el alzamiento militar de 1936. Si mala fue la guerra, peor fue la postguerra, con matanzas indiscriminadas en las tapias de los cementerios o en cualquier cuneta. Detenciones y torturas para obtener declaraciones de auto culpa que pusieran fin a esos juicios sumarísimos donde la defensa del reo no existía con todas las garantías, y muchos menos la presunción de inocencia; o para delatar al vecino, o simplemente por ansias de venganza.
Mujeres humilladas, vejadas, a las que se les rasuraba la cabeza y se abusaba de ellas, encerrándolas en cárceles, en celdas, hacinadas, o en hogares cuna regentados por monjas que las privaban de sus bebes por ser madres solteras y libertarias, para venderlos a los hijos ricos del sistema, a esos matrimonios que repudiaban a los rojos, pero que necesitaban sus hijos, por no poder concebir. Saqueo y humillación.
Estas palabras no lo son por resentimiento, es una cuestión de justicia, es una lectura necesaria para poder pasar página. No existe odio, sólo la necesidad social del reconocimiento a todos aquellos que vivieron y lucharon por la libertad y que fueron asesinados por un dictador pero sobre todo el deseo de un nuevo mañana republicano, donde el rey sea un ciudadano más, sin derechos monárquicos, ni privilegios, y mucho menos inmunidad.
“Estas palabras no lo son por resentimiento, es una cuestión de justicia, es una lectura necesaria para poder pasar página”.
Dejemos que hoy sea un día festivo, como aquel 14 de abril de 1931, demostrando al Borbón como ya se hizo con su bisabuelo Alfonso XIII que no tiene el amor de su pueblo. Aunque no tendrá la misma decencia de abandonar el Palacio en el que vive y que todos le pagamos, entre otras cosas porque su padre del que ha heredado la corona fue puesto por el dictador, pero sobre todo porque ha quedado demostrado la inutilidad de la institución que le cobija, la cual no corresponde a una democracia real en la que cualquiera que obstante cualquier tipo de poder debe ser con carácter representativo y por lo tanto, democráticamente elegido y no perpetuado por una Constitución que admite la preferencia del hombre sobre la mujer para heredar la corona y que en aquel momento por falta de madurez democrática y falta de transparencia, pero sobre todo mucho miedo, se votó bajo la premisa de que cualquier cosa era mejor que lo que se había tenido hasta el momento, incluso un rey que había vivido a la sombra y mantenido por el dictador.
Salgamos hoy a las calles con el puño en alto y celebremos la memoria de quienes dieron su sangre por nuestro futuro, por un futuro con libertad y justicia social. Demostremos a quienes gobiernan y a quienes han gobernado que el pueblo esta muy harto y cansado de sus excesos, de su corrupción, de su mala administración, pero sobre todo de vivir de espaldas a las necesidades de quienes realmente tenemos el poder, el pueblo, pero que, todavía a pesar de tanta sangre derramadas, tantos años de lucha contra el poderoso, tantos esfuerzos de nuestros antepasados, no ha aprendido a manejar.
Salud y Republica.