Existe un complot mundial para acabar con la naturaleza del ser humano.
¿Que no me crees? ¿Que ya está el conspiranoico con otra de las suyas? Atrévete a quedarte y a leer el artículo entero; hablemos en serio.
Me he sentado a las doce y cuarenta y dos de la noche, del ya presente jueves, para empezar a redactar este texto, a raíz de haber leído la publicación de un joven, adjunto su link1 más abajo, al que, básicamente, le han jodido la existencia, la vida, la suya, y de nadie más.
Resumiendo, en su momento, le cortaron el pene y los huevos. Obviamente, semejante cosa no sucedió en ningún oscuro y húmedo antro de algún lúgubre suburbio urbano, tampoco en ningún callejón tenebroso haciendo uso de una navaja oxidada; al chaval se le operó en el quirófano de algún hospital, aseguradas todas las medidas antisépticas y esterilizantes de antemano.
Tal operación devino a colación de su interés por querer experimentar una transición de sexo, de esas que tan de moda están en estos tiempos. No pongo en duda, ni por asomo, el derecho que tiene este chaval, o cualquier otro, a solicitar que se le administre este tipo de operación de carácter irreversible, si es lo que realmente quiere, siempre y cuando el chaval sea informado del modo más extenso, preciso y veraz, sin excepción alguna que valga, con respecto al significado material que, inevitablemente, comportará para el resto de sus días el recibir la mutilación tanto de su miembro viril como de sus testículos.
No reproduciré ni una décima parte de lo que, tan escueta y valientemente, el pobre chaval compartió en Twitter, regalando a la comunidad su desafortunado ejemplo, tratando seguramente de alertar a cualquier víctima infante que pueda hallarse cavilando interrogantes similares a los que él mismo atendió pocos años atrás. Recalco que me refiero a él con el calificativo de “pobre”, ya que no puedo hacer otra cosa más que sentir pena e impotencia por su situación vital, horriblemente destrozada a manos de profesionales que quieren creer estar prestando, solidaria y sensatamente, una ayuda tremenda a jóvenes de todo el mundo.
No reproduciré ni una millonésima parte del sentir de la víctima; mi condición humana no me lo permite. No obstante, a continuación, traduciré algunas oraciones publicadas por @TullipR, la cuenta del chaval en Twitter.
“Quiero contarle al mundo lo que nos quitaron, lo que realmente significa irreversible y cómo vemos nosotros esa realidad.”
“Nadie me dijo nada de lo que os voy a contar ahora.”
“No tengo ninguna sensación en la región de mi entrepierna. Toda la zona está entumecida. (…) Años después, tengo lo que parece un trozo de carne inexistente al lado de mi neo-vagina.”
“Nadie me dijo que el área base de tu pene queda, no se puede extirpar, lo que significa que te quedas literalmente con un muñón.”
“Luego está el acto de ir al baño. Me toma unos 10 minutos vaciar mi vejiga, es extremadamente lento, doloroso, y debido a que gotea, no importa cuánto me relaje, simplemente entonces se extenderá por toda esa área, dejándome empapado.”
“Nunca supe que a los 35 corría el riesgo de oler a orina dondequiera que fuera.”
“Durante la transición, estaba obsesiva y profundamente enferma, no puedo creer que se les permitiera hacerme esto, incluso después de todas las banderas rojas. (…) En mi estado obsesivo y profundamente enfermo, ellos simplemente asintieron y no me dijeron las realidades, cómo sería la vida.”
Muchos más detalles se plasman en los tweets originales, trazando incluso la realidad que supone, a nivel sexual y hormonal, el haber padecido su suerte; es decir, el no tener genitales y, en cambio, hallarse con un bulto con marcas de cicatrices acompañado de una pequeña y seca obertura que trata de imitar, insolente y demoníacamente, una vagina natural. El chaval además dice: “esto tampoco es arrepentimiento, es dolor y rabia.”
Expuesto este caso, paso a lo segundo de lo que venía a mostrarte.
Si, tú mismo, apreciado lector, vas y te metes en el buscador de publicaciones científicas PubMed, uno de los más famosos y de mayor prestigio en el mundo de la investigación científica occidental, y buscas el artículo titulado “LGBT testimony and the limits of trust” de una tal Maura Priest, toparás de bruces con el respectivo artículo científico2.
Ahora bien, en principio tan solo podrás leer el abstract, el resumen vaya, de la publicación. Si quieres leerla entera deberás apoquinar treinta y seis eurazos.
La tal Maura Priest, que no sé de quién es hija ni qué ha estudiado ni si ocupa ningún cargo de responsabilidad civil, es una acérrima defensora de los, voy a decir supuestos, o presuntos, yo ya no sé, derechos de los niños a transicionar su sexo si así lo desean.
Lo que la señora nos resume en su respectivo resumen, a saber qué nos indicará en el grosso de cada una de sus publicaciones, es que:
“(…) si la comunidad médica va a tomar el testimonio LGBT seriamente (pues deberían), entonces ya no es el trabajo de los médicos el realizar su propio balance de los costes y beneficios del trato relacionado con la transición. Asumiendo que el paciente está informado y es competente, entonces tan solo el paciente puede realizar esta evaluación, porque solo el paciente tiene acceso al verdadero peso de los beneficios relacionados con la transición. Además, tomar el testimonio del paciente LGBT seriamente también significa que los padres deberían perder el poder de veto sobre la mayoría de los tratos pediátricos relacionados con la transición.”
Dejo caer que el título de una de sus publicaciones anteriores, esta de 2019, reza: “Niños Transgénero y el Derecho a la Transición: Ética médica cuando los padres tienen buenas intenciones pero causan daño”.
Por último, referenciaré también el link3 a un tweet de @TullipR, del 1 de agosto. Recomiendo usar el traductor de textos PONS4 para leerlo, que va muy bien.
Por si estas vaguete, viene a decir (el chaval que ha sufrido y sigue sufriendo el infierno apenas pincelado al principio del presente texto) que “la disforia de género es un concepto insípido, inútil y dañino”, que “es la única enfermedad basada principalmente en el autodiagnóstico”, que “en el Reino Unido la disforia de género se clasifica como una afección médica” y que “ninguna otra enfermedad depende exclusivamente de la autoridad del paciente”.
También que “no puede probarse físicamente” y que “hasta la fecha, no ha surgido ningún modelo confiable para analizar la disforia”.
Indica además, acertadamente, que “patologiza a las personas no conformes con el género”, que “refuerza los estereotipos sobre lo que deben ser los hombres y las mujeres hasta el punto de ‘corregir’ físicamente un cuerpo sano”, que “alienta a la disociación mediante la autodestrucción”, que elude otras posibilidades y que disuade posibles y plausibles razones alternativas que expliquen los procesos psicológicos de los jóvenes y que “a pesar de la desinformación, no es un problema médico global”, entre otras puntualizaciones.
Así todo, y considerando mis razonamientos al respecto del tema de la transición de sexo, especialmente la infantil, quiero dejar nítidamente claro que considero irresponsables, mezquinos, repugnantes y punibles los hechos de
1) diagnosticar como disforia de género afectaciones de distinta índole que no se ajustan, y por tanto no representan, lo que supuestamente representa tal etiqueta, enmascarando esta una gran variedad de condiciones bajo una etiqueta más bien difusa y cuestionable;
2) impedir, limitar o no proporcionar adecuadamente la máxima información veraz posible a los sujetos que muestran interés personal a la hora de recibir un proceso de mutilación genital respecto a las consecuencias directas e indirectas, tanto a corto como largo plazo, que se derivan al someterse a una operación como la comentada anteriormente en el presente texto;
3) tergiversar y/o emponzoñar la realidad, la imaginación y el sentir de los infantes con distintas ideologías de género y semejantes versiones esencialmente adoctrinadoras;
4) maquillar la complejidad de la evolución vital de los infantes y adolescentes con sendas ideologías de género y pseudo-soluciones (e.g., operaciones quirúrgicas de mutilación genital, bloqueadores hormonales, etc), derivando no tan solo en la manipulación de sus experiencias únicas y el encubrimiento de distintos problemas reales personales y generacionales, sino también produciendo en ellos cambios irrevocables, permanentes y graves a nivel tanto psicológico como físico.
Con todo esto, te invito a que ponderes todas y cada una de las anteriores afirmaciones, que las tomes en serio y que consideres la gravedad que supone que la ideología de género esté, actualmente y en creccendo, calando en las conciencias de muchos de los individuos, aún infantes o jóvenes, de las nuevas generaciones.
Te insto a que valores por ti mismo a qué se puede deber el uso del llamado género neutro (e.g., “le fontanere”, en vez del fontanero y la fontanera), considerando a su vez el proceso de neutralización de géneros (masculino y femenino) que se está practicando globalmente en la actualidad (véase el artículo ‘Neolengua’ en el actual magazín).
Espero tu respuesta, querido lector; venga, hablemos de veras.
Links de interés
1 https://threadreaderapp.com/thread/1536422533230206976.html
2 https://archive.ph/2021.07.11-151348/https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34103366/
3 https://threadreaderapp.com/thread/1554155469698105352.html
Hablemos de veras, sin tapujos, de forma incontinente; la utilización populista de las políticas de género, acompañadas de linchamientos mediáticos y de técnicas de neo-iglesia, causan un daño ajeno a los que las promueven, que difícilmente será constatable, evaluable y accesible hasta pasados algunos años, y para entonces, muchos, muchos, más de dos ya son demasiados, damnificados como los de tu artículo, ya tendrán una vida de mierda, mientras los responsables disfrutarán placidamente de una jubilación que no se han ganado. Esto es lo que votamos, esto es lo que fomentamos.