El hecho de que “El Caudillo de España” masacró masones era una idea que había rondado mi cabeza desde que me interesé por la temática masónica. Parecía una verdad absoluta, atestiguada por infinidad de artículos e incluso había algo más: Franco quería pertenecer a la masonería pero fue rechazado; unas informaciones indican que lo intentó dos veces, otras tres. Al parecer, ese rechazo hizo que por rencor los persiguiera hasta la obsesión.
La página web de la UNED sobre temática masónica, Museo virtual de la historia de la Masonería, es un espacio virtual muy completo. En esta web he encuentrado dos artículos que, en parte se contradicen entre sí. Uno de ellos, titulado “La masonería bajo la dictadura franquista“, detalla la cantidad de asesinatos que se cometieron en las grandes ciudades durante los años de la guerra, incidiendo en la saña con la que fueron perseguidos y asesinados los masones (hasta rozar el sadismo). Por otro lado, el artículo “Militares masones en el bando nacional durante la Guerra Civil (1936-1939)“, indica que ni había tantos militares masones ni todos eran republicanos. Por poner algún ejemplo: los generales Miguel Cabanellas Ferrer y Mariano Muñoz Castellanos fueron masones hasta el comienzo de la Guerra Civil, pero lucharon en el bando Nacional y continuaron su labor como militares después de ésta, aunque la primera medida de Franco respecto a Cabanelles fue apartarlo de todo poder real, nombrándolo inspector general del Ejército, cargo que desempeñó hasta su fallecimiento en 1938. Inmediatamente tras su muerte, ordenó la requisa de todos sus documentos.
Investigué sobre la infancia, una de las vivencias que más marcan y condicionan a un ser humano, de Francisco, “el cerillito”, un niño pequeño y de voz aflautada. Su madre era una mujer protectora y muy católica, mientras que su padre un liberal, se afirma que masón, lo hacía de menos respecto a sus dos hermanos varones. El matrimonio de sus progenitores fracasa y su padre rehace su vida en Madrid formando otra familia.
El poco aprecio por parte de su padre y el abandono de éste, marcaron fuertemente el carácter del pequeño, haciendo que se adaptara más a la forma de ser de su madre, lo que posiblemente le llevó a no apreciar a los liberales ni a los masones de por vida.
No pudo ingresar en la Marina por lo que ingresó en la Academia Militar de Infantería de Toledo, quedando en la parte baja de la lista de su promoción (puesto 251 de 310). Nunca fue un gran estudiante pero sí destacó por su profesionalidad, valentía y por ser un gran estratega, como demostró en sus años destinado en África. Otra cualidad que le caracterizaba era que aseguraba cada paso que daba, por lo que fue conocido como “el cuco”, además de la dureza de su carácter: Franco relató a su primo que un legionario se había quejado de la comida que le ponían y le lanzó un plato de lentejas a un oficial. Tras consultar con Millán Astray su decisión de fusilarlo, (quien le respondió que bajo ningún concepto hiciera tal cosa pues incumpliría las ordenanzas), Franco se pasó por la entrepierna la advertencia y ordenó la ejecución del infeliz legionario, obligando a sus compañeros a pasar por delante de su cadáver. Después se jactó ante su primo de que jamás volvieron a producirse episodios de desobediencia.
Ante el movimiento fascista italiano en auge, en el se inspiraron el nazismo y La Falange, Franco, que no desconocía de estas ideas y su influencia, promovió uno de sus primeros objetivos: reducir la libertad de pensamiento, y por ello la masonería, entre otras corrientes de pensamiento más liberales, debía de ser “eliminada”.
En cuanto a la afirmación tajante por parte de algunas fuentes de las supuestas tentativas de Francisco de pertenecer a la masonería, como supuestamente perteneció su padre, y a la que sí perteneció uno de sus hermanos, parece ser que no se ha encontrado prueba alguna, indica alguna fuente masónica como “¿Quiso Francisco Franco ser masón?, desmontando el mito.”
Parece entonces, que su odio por la masonería mana sobre todo de su pasado familiar antes que del peligro real que pudiera tener. Esto acompañado de las corrientes antidemocráticas y de pensamiento único que recorrían Europa hicieron el resto. Pero nuestro Paco, que era muy zorro, no iba a despreciar el apoyo de los masones que le eran fieles, por muy masones que fueran, no estaban los tiempos para “tirar cohetes”.
Ni siquiera en su último discurso pocos días antes de morir, ni mucho menos durante todo su mandato dejó a un lado esta obsesión. Buena prueba de ello es que usando el seudónimo de Jakin Boor, ambas palabras muy relacionadas con la masonería, se dedicó a escribir en contra de la misma. Llegando incluso a recibir a este supuesto autor, a recibirse a sí mismo, en audiencia y de manera oficial.
Mi conclusión es que, como decía Karl Menninger: “el trato que se le da a los niños es el que ellos, a la larga, le acabarán dando a la sociedad”.
Algunas de las fuentes consultadas son:
Revista: Clio, especial “La masonería, historia de una obsesión”:
https://drive.google.com/file/d/1igCakAa2VMwg_H4SqBkIhAg14_vE8vCR/view