UN PIRATA SE LANZA A MAR ABIERTO

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La cita reza “If you would take, you must first give, this is the beginning of intelligence.” Significa que si quieres tomar, primero debes dar, que este es el inicio de la inteligencia. Desde pequeño he tendido a dar. Pena a veces, tiempo constantemente, abrazos con deseosa frecuencia; también sentidos masajes, sendas turras e intermitentes oídos; libros y besos, amor y llaves, limosna y sonrisas. Por el momento recibo señales quizá bipolares. Se debaten entre el éxtasis y la bajeza. El equilibrio mental colma la consciencia a menudo; la ansiedad, los patrones de conducta disfuncionales y la tristeza tratan de arrinconarlo estrictamente.

El anterior párrafo lo escribí a mitades del julio pasado. Prosigo cuatro meses después.

Mis emociones fluctúan al son del oleaje de estímulos externos e internos que se filtran a través de mis sentidos. Anhelo paz y calma, y la experimento; no siempre por las mismas razones o tras los mismos procesos. Regalo el amor que a veces no sé darme. Me nutro del amor que a veces sí me permito.

La tensión superficial del interior de mi pecho calcina mi ánimo. Mis valores y mi terquedad para con ellos humedecen el quemazón y este se alivia un poco. Siempre aprecio la vida misma y demasiadas veces me desprecio a mí mismo. No me tomo en serio y, por ende, me hundo seriamente entre re-confortantes colchones y cojines.

Sin embargo, la pasión y la curiosidad inundan mis huecos y la máquina de vapor arranca a trompicones. Exhalo y escupo; sudo y lloro. En ocasiones, la máquina acumula inercia; en otras, los engranajes chirrían y escuecen.

El arte, la belleza, el calor, la alegría, el humor y la bondad me con-mueven. Son combustible y sé que la mejor refinería que uno puede encontrar es la propia. Pero me cuesta aceptarlo y asumirlo. Siempre he estado vuelto hacia afuera y, un día indefinido y escondido en mi inconsciente, por algo fortuito y porconocido si quizá ocurrió, como reacción, me volví hacia adentro.

La vulnerabilidad es hermana del amor y he de reconocer que me siento como un retoño. El miedo es uno de los más potentes precursores tanto de la acción como de su ausencia. Muchas variables entran en juego para definir tal o cual resultado y una de tantas es la actitud. Mentalizarse es un verbo que tenía olvidado desde hace mucho tiempo. La fluidez de mi vida había arrastrado a este concepto hasta mar abierto, en algún punto difícilmente localizable. Pero ello no quita que uno pueda tomar la decisión de fabricarse su balsa o su galera, hacerse con una brújula o un mapa, y emprender el viaje en su busca.

Así que este es el trato. Un pirata se lanza a mar abierto en busca de mil y un tesoros, cargado con tres mil más. Le aguardan algunos de los que había oído hablar en conversaciones de tabernas. Otros son enteramente desconocidos para él. No obstante, su odisea se inicia por alguna razón. Uno tan solo es el verdadero motivo que lo lleva a echarse a la mar. Tiene planeado ofrecer sus tres mil tesoros a las profundidades del mar, quizá de forma egoísta. Dispone a vacíar sus cofres de oro para llenarlos con conchas y brisa marina.

Quién sabe si conseguirá encontrar la fortuna. Él confía en que lo hará. Siente que sí.

Así lo quiero.

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