Estoy planteándome seriamente el darme de baja en todas las redes sociales. No creo que pueda aguantar mucho más tiempo. ¿Por una cuestión de confidencialidad? No hombre, no. ¿Por una cuestión de tiempo? Que no, que no va por ahí la cosa. Me voy a dar de baja por una cuestión económica. Mi presupuesto familiar no me permite pagar diariamente la peluquería para conseguir dejar de tener los pelos de punta.
¿Qué soy un exagerado? Puede, no diría yo que no, pero mucho más exagerado es comprobar como sistemáticamente la gente utiliza los foros de la red para negar vez tras vez los principios y comportamientos que deberían de caracterizar a un ser humano. Como si de un estadio deportivo se tratara los forofos, los hinchas, los ultras de la opinión insultan, menosprecian, descalifican, deshumanizan todo aquello con lo que no están de acuerdo. Sin límites, todo vale, todo está permitido, sin separar, ya en el colmo del paroxismo, lo personal de lo público, lo íntimo y privado de lo expuesto.
Es verdad que la casta política que medra en este país desde hace unos años a esta parte hace casi bueno este comportamiento. Lo que pasa es que si analizamos con un poco de crítica interior los únicos culpables de lo que está pasando somos nosotros mismos. Nosotros mismos hemos permitido y apoyado su medraje con nuestros votos. Nosotros mismos perdemos la razón con el tono de nuestras críticas, de nuestro forofismo. Nosotros mismos abonamos el terreno para ser insultados, vilipendiados, expuestos por los que piensan diferente a nosotros porque nosotros lo hemos hecho. Nosotros mismos estamos enseñando a los otros el camino del descrédito y la permisividad moral de que todo vale cuando es contra otro.
” Lo que pasa es que si analizamos con un poco de crítica interior los únicos culpables de lo que está pasando somos nosotros mismos. Nosotros mismos hemos permitido y apoyado su medraje con nuestros votos.”
Así que realmente lo que me pone los pelos de punta, lo que me hace gastarme un pastón en peluquería, física y moral, no es solo leer, percibir, maldigerir, la saña de ciertos comentarios, si no comprobar que esa saña está al servicio de los que habrían de sustituir a los que están hoy en día, y si esa es la catadura moral de la alternativa… ni dios nos va a pillar confesados porque no habrá inocentes.