UN DESTELLO

0
45

 

Cualquier proceso, ya sea natural o artificial, tiende irremediablemente al fracaso. Tras un tiempo de óptimo funcionamiento, el proceso puede ser víctima de dos acontecimientos opuestos que le abocan a su detención; bien se acelera hasta llegar un punto en el que todos sus componentes saltan por los aires; bien va enlenteciéndose poco a poco, hasta que se detiene por puro desgaste de sus elementos conformadores. El cáncer por un lado y la vejez por otro, son dos ejemplos reales de este problema existencial.

Pues bien, si trasladamos lo dicho anteriormente a la política española, vemos como el esquema se repite; partidos de nueva creación que en pocos años crecen desmesuradamente y que se hinchan como globos para después explotar como supernovas y partidos de lejanos orígenes, que avanzando como tortugas, crean a su lado un agujero negro que todo lo traga, incluidos a ellos mismos. Aquí ya que cada lector coloque a cada formación en la casilla correspondiente.

Y no podría dejar de escribir estas líneas sin describir a un determinado grupo de corpúsculos, muy semejantes a las tan odiadas garrapatas y transmisores del peor de los males que puede sufrir una nación: el localismo.

Estos grupos, al no generar ningún proceso, pues carecen de los elementos necesarios para ello, parasitan en organismos mucho más desarrollados, llevando a estos últimos, pasado un tiempo, a un estado letárgico en el que son fácilmente controlables por sus huéspedes, produciéndose situaciones tan lamentables como el abandono de intereses nacionales en pos de una sociedad basada en un “Neoneardenthalismo” sumamente peligroso.

Busquemos consuelo en la frase que son Miguel de Cervantes, puso en boca de su personaje don Quijote: “Aún entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos malos hombres suele haber alguno bueno.” Es lo único que nos queda.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí