POEMA DE AHORITA MISMO
21 de enero de 2021
Hoy estaba haciendo un café aguado
Copiando el milagro del pan y los cafés.
Sonó la puerta que se abría relinchando vejez
y del fondo del sueño del pasillo
apareció León Felipe de visita,
le ofrecí mi café milagrero,
y se negó a ser un fantasma con diarrea.
La noche estaba oscura
más oscura que de costumbre
Las farolas se pusieron en huelga
y fastidiaron la única luz
que quería entrar en mi chabola
en las noches sin luna y ni estrellas.
Dejé el fueguecito azul del camping gas.
Siempre reservo los trocitos de velas
que robo en las iglesias, para escribir combates
en noches de hambre o insomnes
negras como las manchas de los pobres
las de los señoritos son rojo burdeos
azul índigo o rosa palo.
Las nuestras siempre negras como un blues
o como las de un carbonero.
León me comentó que ya no hay carbonerías
y que los bluses los canta Tom Waits.
Volvió a sonar la puerta relinchona
de madera caballar.
Entraron Gabriel Celaya con Gloria Fuertes,
Octavio Paz, Juan Rufo, Lorca y Hernández
Y poco después Gabo (García Márquez)
con una botella de güisque en la mano,
Benedetti detrás con una de vino.
– Yo no bebo el brebaje de Gabito
y disculpa Diego, me niego a tomar tu café.
Por cierto, me dijeron que tu verdadero nombre
es Antolín, este es más lindo.
Todos tomaron un lugar en el suelo,
Sólo había dos sillas y León Felipe, no se quería quitar de la suya
Todos empezaron a despotricar de mi café
Y sin saber como, fueron entrando en el alma
En el alma no sé de qué o de quien
pero sonaba relindo.
En ese pasillo oscuro, empezó a sonar una guitarra
Ni la puerta quiso decir nada
Silvio Rodríguez, con su gorra viejita y sus espejuelos puestos,
ponía música a la renuncia de la despedida
– Silvio, ¿Qué haces vos acá?
Yo, sólo he venido a escuchar mi hermano.
No cojas lucha, me queda vida para seguir molestando.
Nos reímos y el siguió tocando la melodía de “la gota de roció”
La chabolita estaba llena de letras habladas
De discusiones tan profundas
que yo no podía llegar en apnea
eché un tin de ron al aguachirri de mi café
que en ese momento recobró la vida,
vida que bebí de dos tragos.
Hablamos de la soledad del coherente
y la tristeza del sabio
se oían las voces inconfundibles
de Gabriel Celaya y de Gloria fuertes
que discutían sobre los espejos trasparentes.
Todo el mundo se fajaba en defender algo
Batallaban con razones y poemas
Rufo preguntó que donde estaba el tequila
Y Hernández le invitó a un orujo viejo
Que no sé de dónde salió.
Octavio y Lorca hablaban sobre New York
Silvio me preguntó, que si todos mis sueños eran así de divertidos
Soló cuando me acuesto con algo de frio y hambre
Encendí las velas que guardo para las noches de escribir poesía
Velas que me las agencio en cualquier iglesia.
Que me lo descuenten de IBI que no pagan.
Con la luz, la puerta se cerró, para no dejar pasar el aire y el frio
Se atrancó de apoco, para no hacer ruido.
Hablamos de los poetas cobardes
Hablamos de los intelectuales cobardes
Hablamos de los fontaneros cobardes
y de la revolución pendiente.
Yo me senté en el camastro y me arropé
Con la manta echa de harapos y viejas banderas
Silvio siguió tocando y cantando susurrado.
Gabito se arrancó a cantar con Silvio
y los demás chamullamos bajito.
Las velas se fueron consumiendo
y prendió la chabola que salió ardiendo
las paredes de cartón.
Todos nos quedamos dentro
Menos Silvio que se fue andando lento
con su guitarra al hombro
por encima de nuestras cenizas.
La puerta cayó desplomada
como un cimarrón herido.
En ese momento llegó Valle Inclán
Miró y dijo que otro día llegaría más temprano.
Colocó los restos de la puerta con el brazo bueno
y se marchó
Creo que poco después, amaneció.
mil gracias
Precioso poema y sueño, Grandullón. Un sueño que nace de ti y te arropa y acompaña, que te da calor, palabras y voz a tu pensar. Me encantan tus palabras , que hasta en sueños no hablan de cualquier cosa.