¿Qué es sentir? ¿Se diferencia de pensar? ¿Se puede sentir sin pensar? ¿Se puede pensar sin sentir?
He tratado de ensayar en mí misma, bajo el prisma de la experiencia, las citadas cuestiones, llegando a una única conclusión que, paradójicamente, nace de la bicefalia.
Tanto el sentimiento como el pensamiento son la misma cosa; no pueden separarse. Si siento desasosiego, lo he sentido siendo consciente de él. Sin embargo, y es curioso, para poder pensarlo he tenido primero que sentirlo. ¿Podría decirse que todo radica en el subconsciente y que el desasosiego se hallaba antes instalado en esa subconsciencia, de la que fue rescatado al instante en el que un agente externo lo resucitó o sería lo correcto decir, que el pensamiento consciente fue quién lo produjo tras la abstracción al contacto con el objeto externo?
No me satisface la bicefalia de ideas, es como si tuviera dos cabezas tratando de razonar a la vez; es desdoblarme y no reconocerme entera en ninguna de las dos posturas. En este caso, ¿qué hacer?; pues seguir pensando y, por ende, seguir sintiendo. ¡Ay!, ¿cómo instalarse tajantemente en uno de los dos polos opuestos si ambos pertenecen a la misma esfera y ésta no para de dar vueltas?
Definitivamente debo apostar de forma intuitiva, como suelo hacer cuando la razón no me da de sí; porque el desasosiego se agranda y, si lo hace, parece notorio que es producido por las vueltas de la esfera que vertiginosamente recorre mi microuniverso. El sol del entendimiento interno no alumbra esa esfera, por lo que se hace difícil buscar cardinales donde instalarse.
Cómo rendirse, me pregunto; para darme entonces cuenta de que mi voluntad se agota. Deseo la rendición para el descanso, sin embargo, “la loca de la casa” no me deja en paz. Siento y a la vez que pienso; es inseparable lo uno de lo otro. “Del corazón a la cabeza y de la cabeza al corazón”. Mientras tanto, llegó Morfeo y caminando por el filo de la navaja de don Juan Matus me doy cuenta de todo por un “microinstante”, fuera del tiempo que medimos:
No puedo pensar y sentir desdobladamante, porque pensamiento y sentimiento son la misma energía; toroide que baila en espiral sinuosa de hilos de tiempo entrelazados. Cabeza y corazón unidos; son inseparables por las Bodas del Alma. Es una imagen abstracta, pero real, de un sueño que despierta cuando Morfeo me rinde.
Sí, los seres humanos estamos constituidos, como todo lo demás, por hilos de tiempo entrelazados, esos sutiles y ligerísimos hilos se han ido desmadejando desde la Gran Obra; han sido soltados por el soplo divino que hace y deshace la madeja desde la rueca del tiempo donde Penélope Teje mientras espera a Ulises.
Sentir y Pensar desde el Héroe que todos llevamos dentro, nos hace, a veces, caer absortos por el canto de sirenas que nos atraen al abismo. Sólo el mástil de la voluntad puede salvarnos. Es necesario, por eso, que a él nos atemos fuertemente sin rendición. Ítaca nos espera, es la Tierra a la que pertenecemos, la patria que debemos defender de los enemigos del alma, nuestra Penélope sagrada; aquella con quien nos desposamos y que nos espera fielmente, hilando y deshilando…
No he llegado a ninguna conclusión lógica, porque no existen ecuaciones que puedan expresar lo que está más allá del simple pensamiento humano. Sólo tengo la imagen de una certeza que me rescató de esta aparente vigilia y me meció en la cuna de un espacio sin tiempo concreto; desde donde eso que llamamos sueño es, según siento/pienso la más bella realidad.
Sentir y pensar, pensar y sentir; como el huevo y la gallina, qué fue primero. ¿Son mis pensamientos los que crean mis sentimientos o son mis sentimientos los que crean mis pensamientos?
Desde siempre me ha gustado observarme y a veces me ha dado mucho miedo hacerlo; porque, como cualquiera que se auto-observe, descubro a una desconocida dentro, a un testigo insobornable que no se inmuta ante mi extrañeza y mi susto. La pregunta más terrible que me hago y me he hecho es: ¿Quién soy yo? Me da pavor esa cuestión, es horrible darme cuenta de que en realidad no me conozco, de que en realidad soy habitada a la vez que habito, soy observada a la vez que observo…
Si no tuviera tanto miedo, ya habría viajado a “los astrales”. Es sencillo, aunque muy difícil. Muchos lo hacen, se encuentran seguros unidos al hilo que los conecta; pero mi temor es más que mi valor.
¿Pensamiento y sentimiento me constituyen o soy yo quien los constituye? En ese caso, ¿Quién soy yo?