Hace un tiempo que no me riño y también hace un tiempo que me consiento “demasiado”…; ¿qué a qué viene decir esto?, pues viene a que me he dado cuenta de que cuanto mayor me hago más me tolero y menos me enfado conmigo. No es que me guste todo lo que me configura, ni mucho menos; tampoco es que no vea mis principales defectos; simplemente es que observo en mí a un nuevo “yo”, más calmado, menos obsesionado con ser perfecta. Sí, me he dado cuenta de que la perfección no es humana y, por ende, he caído en la cuenta de que yo pertenezco a esta especie.
Por supuesto no es que no quiera corregirme cuando fallo, ni que me invada más que antes la pereza para superarme en lo que voy pudiendo; es otra cosa diferente. Se trata de que ya he comprobado que el reñirme de forma dura o verme a mi misma como un ser malvado, no me hace bien y retrasa muchísimo lo poco o mucho que puedo ir haciendo por limar las aristas de mi carácter o por servir de algo en este mundo. Además, quién me dice que debo tener prisa en llegar a la meta, sea cual sea esa meta y se halle donde se halle.
“La vida es sólo una”, suelen decir”, y esa forma de pensar, para mí, es una posibilidad entre 99 posibilidades, porque estoy casi segura de que la naturaleza no se esfuerza en balde, todo lo natural tiene un sentido, una dirección, un porqué…y nosotros no vamos a ser menos. ¿De qué nos valdría una vida solamente, si en ella no nos da tiempo de llegar a ser todo lo que potencialmente podemos alcanzar? ¿Qué sentido tiene llegar a este mundo, vivir de una forma determinada e impuesta, revelarse contra esa forma o no hacerlo, alcanzar algunas metas y no otras, sufrir y disfrutar, reproducirse o no…; para después morir, sin más?
Yo no encuentro explicación ni sentido a tener una sola vida. No es que me quiera aferrar a no dejar de existir en esta tierra, una y otra vez en esa “Rueda de Samsara” Hindú; es simplemente que por lógica y por justicia naturales me parece a mí que todos deberíamos tener las mismas oportunidades al nacer, tanto en lo económico como en lo familiar, la salud…en fin, no sería justo tener una sola vida cada uno y allá te las apañes con lo que te toque en la tómbola. Porque no, “la vida no es una tómbola”, como decía aquella famosa canción de Marisol.
Todas las religiones postulan otras vidas, unas lo hacen en el “más allá” y otras en “el más acá”. Yo creo en el “más acá” y también en el “más allá”, y lo hago por experiencia; me explico:
Desde siempre me sucede algo, que, creo, debe sucederle también a los demás en su mayoría (al menos le sucede a otras personas con las que lo he comentado), y es que a veces me asaltan sensaciones que no he experimentado en esta vida. Casi todas esas sensaciones han sido maravillosas y, muy pocas, tristes. Esas sensaciones son tan vívidas, tan intensas, que no me cabe duda de que me sucedieron en realidad, ni tampoco me cabe duda de que no son de esta vida. Suele sucederme sobre todo en medio de la naturaleza, conduciendo por la carretera, en sueños o meditando.
Probablemente la psicología o la psiquiatría, la neurociencia en general…tengan o pretendan tener una explicación al respecto. Yo creo en la ciencia; sólo que la ciencia en la que yo creo se basa en fórmulas matemáticas con resultados exactos y desconfío de las estadísticas en las que suelen basarse las mencionadas “ciencias”; sobre todo, porque aunque se justifiquen con que “la excepción confirma la regla”, para mí, mientras exista la excepción nada es cien por cien fiable; por ende, no exacto o falible.
Además de lo anterior, también creo que una piedra, una planta, una hormiga, un elefante, un delfín…águila, buitre, murciélago…una simple ameba y hasta una célula. Todo aquello que está vivo (incluida la roca en la que, asimismo, vibran átomos) tienen vidas sucesivas en las que van experimentando otras formas de existencia. Nosotros, dicen los hindúes, fuimos primero mineral, después vegetal y animal; para, por último, ser humanos.
No es que yo crea lo anterior a “pies juntillas”, como si se tratase de que el Sol sale por el Este y se oculta por el Oeste; pero “mucha verdad” (aunque la verdad no es mucha ni poca, sólo es atómicamente verdad) debe tener, dada la lógica que sustenta a tal aseveración del hinduismo. Y la sustentación, según mi criterio, se basa en que ahí encontramos todas las experiencias necesarias para recorrer el camino de la perfección, del que tan lejos estamos los humanos.
De otro lado decir, que prefiero los postulados del cristianismo, quizás porque he sido educada en esa religión, pero aún así los adapto a mi forma de pensar; me explico de nuevo:
No creo que Jesús, el Cristo, fuera el único hijo de Dios; ni que fuera Dios. Tampoco creo que naciera de una Virgen y que fuera concebido por el Espíritu Santo; es decir, soy cristiana en cuanto a lo moral y lo ético de la doctrina, pero no me considero católica en cuanto a todas esas cosas que he citado y que defiende el catolicismo.
En cuanto al hinduismo, es una religión con muchos defectos, sobre todo el tema de las “castas sociales”, “las vacas sagradas” y otras cositas que me dan grima…; pero como decía en los párrafos anteriores me parece lógico, porque se ajusta a mi criterio de justicia, el tema de la citada “Rueda de Samsara”.
Bueno, todo comenzaba con que cada vez me riño menos y que cada vez tengo más paciencia con mis defectos. Pues sí, algo he madurado y espero madurar más aún…aunque nunca se sabe, todo depende de lo que la vida
SEA LO QUE SEA, eso que he dicho, de que “…la vida me tenga preparado”, ¿SEGURO QUE TENDRÍA QUE SER?…¿DEBO CAER EN EL DETERMINISMO PORQUE LO CONSIDERE LÓGICO (LEY DEL KARMA Y DEL DARMA)…;me inclino por el SÍ; pero ese determinismo lo es en función de lo que determinamos nosotros mismos con nuestras acciones. Tan simple o sencillo como que recogemos lo que sembramos.