TRAZOS Y SEGMENTOS: ¿PERROS O GATOS?.

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¿Qué nos lleva a los humanos a preferir la compañía de un perro o la de un gato?

Por mi parte, La elegancia, la suavidad, la ternura, la belleza y la libertad que configuran a un gato no la encuentro en ningún otro animal, salvo en cualquier felino. Aunque un perro me gusta mucho por su leal compañía y la defensa que nos regala; así como por el servicio que presta en oficios como el pastoreo, el policíaco, el guía, el de salvamento…

Sin embargo, aunque no puedan compararse la lealtad y prestación de servicio del perro a la del gato; la del perro es por fidelidad, al estar obligado instintivamente debido a la doma humana. El perro se olvidó de que era un lobo libre y se acostumbró a llevar una correa y un collar al cuello.

El gato todavía recuerda su libertad; por eso se escapará en cualquier momento y volverá cuando lo considere necesario. El gato te acaricia de verdad no porque se sienta obligado a hacerlo. A un gato no lo domas del todo nunca, siempre lleva un felino dentro.

Mi madre, que era una gran protectora de los animales, siempre tuvo en el patio de casa gatos y perros, eso me enseñó a mí a diferenciar las cualidades de ambos animales, además de a respetarlos y quererlos.

Pero esta breve descripción del pequeño felino y del que fue lobo, en realidad me sirve de anticipación o metáfora para hacer otra pequeña descripción relativa a cualidades humanas. En ese sentido, he observado que las personas nos podemos dividir entre perros y gatos dependiendo de nuestro modo de ser. Por ejemplo:

  • A veces nos comportamos como gatos cuando defendemos nuestra independencia y buscamos la libertad. Cuando somos sinceros en nuestros afectos y sólo ofrecemos ternura a aquellos que se la merecen; “mostrando las uñas a quienes no”.
  • Otras veces pretendemos emular a los perros al prometer fidelidad (en cualquiera de sus formas, no sólo en el sentido romántico de pareja). En verdad, Lo que debemos prometer es lealtad, es decir: ser fieles a nosotros mismos, haciendo lo que de corazón sentimos; y leales con los demás, sin engañarles con falsos afectos o traicionarles.
  • En ocasiones el elegante silencio del que podemos usar, acompañado de sinuosas maneras, hacen que los demás se sientan a gusto y reconfortados por nuestra presencia, como si se tratase de la caricia de un suave gato.
  • Cuando por nada del mundo “mordemos la mano que nos da de comer”, nos comportamos como nuestro amigo perruno. Lo triste sería, en ese caso, que nos sintiéramos obligados a obedecer el dedo índice de esa mano y llevar un collar con correa al cuello.
  • El ser libres y volver al lugar donde nos sentimos en casa, no por sus comodidades, sino porque se configura con nuestra idiosincrasia, es ser como un gato.

 

Desde luego, sin que me esfuerce mucho, siempre soy recurrente con mi tema preferido, ese que se titula LIBERTAD. ¿Por qué amo tanto el significado de esa palabra? No lo sé o puede que sí lo sepa, pero no me atreva a reconocerlo conscientemente.

En fin, los seres humanos somos un enigma también para nosotros mismos; sobre todo, si no nos paramos a echarnos un vistazo de vez en cuando. Si me paro a charlar con mi alma, ella, que es muy gatuna, comienza por acariciarme suavemente para después decirme: “Acógeme en tu regazo y consiente que yo disponga de tu tiempo todo lo posible”. El tiempo pasado con lo que de verdad SOY ha sido y es el más productivo.

A continuación, unos pensamientos de gente ilustre que corroboran mi gusto por los gatos:

  • ¿Qué regalo más grande que el amor de un gato? (Charles Dickens).
  • El tiempo pasado con los gatos nunca se desperdicia (Sigmund Freud).
  • Dios hizo al gato para ofrecer al hombre el placer de acariciar un tigre (Víctor Hugo).
  • Los gatos parecen conducirse según el principio de que nunca hace daño pedir lo que uno quiere. (Joseph Wood Krutch).
  • Muy profundo, todos estamos motivados por los mismos impulsos. Los gatos tienen el valor de vivir por ellos (Jim Davis).

Como se puede comprobar no he dicho nada sobre los gatos que no se haya dicho antes.

¿Perros o gatos?…; para mí, GATOS.

 

 

 

 

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