TRAZOS Y SEGMENTOS: LA RAIZ DE LAS PALABRAS

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De todos es sabido que la disciplina que se ocupa del origen de las palabras es la etimología. Este término tiene, por supuesto, progenitores procedentes, como no, del griego y del latín.

Cuando comencé a estudiar filosofía hace muchos años, por la UNED, éramos 5 alumnos; y entre otras asignaturas, sólo yo me había matriculado de “filosofía del lenguaje” (en la UNED las cosas son distintas; vas haciendo la carrera matriculándote de las asignaturas que elijas). Esto me regaló el privilegio de tener a un sacerdote jesuita, dándome clases de esa materia a mí sola, una vez por semana.

Las clases eran muy amenas…, interesantes; las recuerdo con mucho cariño. Mis preguntas al profesor, según él me decía, eran extrañas y hasta graciosas. Por ejemplo, yo le preguntaba: “¿Qué tienen en común los fonemas de distintas lenguas con su significado?, ¿por qué unos pueblos comenzaron a emitir unos sonidos diferentes a los de otros pueblos para referirse a lo mismo?

Estaba claro que yo no entendía de qué iba, “filosofía del lenguaje”. Muy poco tenía que ver esta asignatura con la antropología…; pero a mí me hubiese gustado que así fuera. No obstante, mi profesor era tan amable, tan entregado a su labor, que mantuvo con mi ignorancia un montón de conversaciones desde su sapiencia. Mi conclusión fue que, a pesar de todos los estudios realizados, no se tenía certeza de “el porqué” de esa raíz común para algunos idiomas y no para otros, basándola en motivos medioambientales o epigenéticos.

A día de hoy, habiendo pasado, como decía, un montón de años, sigo preguntándome cosas como, por ejemplo: ¿Por qué el sonido que emiten los dos fonemas correspondientes a los grafemas, “m” “a”, en nuestra lengua pueden componer la palabra, “mamá” (vibración, madre) o “mama” (vibración, mamar), y en otras lenguas lo hacen distintos fonemas? U otros ejemplos, como los sonidos de las palabras: padre, pan, paz, amor…

Esos sonidos que a la postre son vibración, me conmueven profundamente por sus diferencias en distintos idiomas; ya se sabe aquello de: “ En el principio era el verbo…”

El desasosiego que siento cuando busco el origen de los sonidos, preguntando: ¿qué nos lleva a emitir unos u otros? o ¿qué nos impulsa a que de nosotros surjan?  Ese desasosiego es el mismo que sentimos al preguntarnos: “¿De dónde venimos…?”

Teniendo en cuenta eso de: “… el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”, creo que las preguntas van mucho más allá de lo que mi mente alcanza y estoy segura de que así es también en otras mentes más dotadas que la mía.

No tengo grandes logros en mi vida, salvo haber dado a luz y criado a cuatro preciosos hijos, hoy maravillosos hombres (ya sé que es amor de madre mi presunción, pero no me puedo resistir a ese presumido amor); aun no teniendo grandes logros, me siento muy bien conmigo misma cuando hago preguntas al aire, por si las lleva a oídos sabios que las contesten.

Yo pienso que sólo la ignorancia, que sabe de sí misma, puede hacer preguntas a la sabiduría. Sólo el dolor de esa ignorancia puede impulsar de manera potente a esas preguntas. Me ha dolido siempre mi ignorancia y va a dolerme por los siglos de los siglos…

El Origen, siempre el Origen… es tan apasionante pensarlo, imaginarlo, tratar de sentirlo. A veces el Origen, cuando me ve cansada de dar vueltas, con mareo de derviche, coloca su mano sobre mi cabeza y me hace parar de un suspiro, que después toma aliento para dormir plácidamente. Agradezco esa mano que mece la cuna de mis sueños y, sobre todo, agradezco que me despierte después su índice sobre mi frente.

Todo comenzaba con la etimología, con el viaje hacia la historia más remota de las palabras, con las raíces comunes en las distintas lenguas…; esos sonidos que las conforman y la energía que de ellos se desprende. Configurando a los pueblos, matizando sus culturas con distintos colores que van mezclándose desde los colores primigenios hasta este Arco Iris que son ahora las lenguas de la humanidad.

Los sonidos son vibración y ésta es energía. La energía…; existencia.

Mi existencia se configura con un hermoso idioma de cuya riqueza aún no soy consciente, porque el diccionario al completo no forma parte de mi meridiano léxico. El Castellano o Español, que cada uno lo llame según guste, contiene en esta vida la música con la que le gusta bailar a mi alma.

No sé si por suerte o lo contrario, pero nunca me dio por aprender otro idioma más allá de lo que obligaba el bachillerato. Me siento ridícula e incómoda, por ejemplo, pronunciando palabras en alemán, ruso o inglés. No me pasa eso con el francés y he de decir que me encanta escuchar hablar a los italianos. Quizás sea por la cercanía fonética de ambos idiomas con el que yo hablo.

Sé que otras lenguas nos llevan a vivir otras vidas a pensar de otra forma…; quizás sea esa posible “traición” a mi idiosincrasia la que frene mi interés por aprender idiomas, o puede que sea simple vaguería o incapacidad por mi parte…, ¿quién sabe?; no me conozco tanto como para asegurar que mi “animadversión” provenga de lo uno o de lo otro. Tampoco me he tomado el tiempo que necesitaría tal indagación.

Además: ¿estaría bien hablar otra lengua sin conocer por completo la mía? Me siento tan española que una de mis máximas ambiciones es llegar al final hablando mejor en mi idioma.

Las dudas “fonético-antropológicas” persisten en mí y seguirán persistiendo. Por ejemplo, las palabras: madre, padre y amor, que antes mencioné, me interesan mucho. Quiero saber por qué su significado emite distintos fonemas, por ende, distintas vibraciones en otros idiomas.

Termino ya esta pequeña disertación, endulzando el paladar de las mentes de quienes hayan llegado hasta aquí, con las palabras que otros, sobre el tema, dijeron mejor que yo:

Federico Fellini: “ Un idioma diferente es una visión diferente de la vida”.

Flora Lewis: “Aprender otro idioma no es solamente aprender palabras diferentes para las mismas cosas, sino aprender otra manera de pensar a cerca de las cosas”.

Refrán Checo: “Se vive otra vida por cada idioma que se habla”.

César Chávez: “Un idioma es un reflejo exacto del carácter y el desarrollo de sus habitantes”.

Rita Mae Brown: “El idioma ejerce un poder oculto, como la luna sobre las mareas”.

Ludwig Wittgenstein. “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo.”

 

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