Recuerdo que de niña, “la contadora oficial de historias del reino de mi casa”; mi abuela Catalina, me contaba una triste, pero preciosa, historia referida a las vicisitudes por las que atravesaba una anciana campesina, después de toda una vida de trabajos duros y carencias materiales. No voy a narrar aquí todo lo que me contaba mi abuela (que cada vez inventaba una versión nueva de esta especie de cuento, aunque siempre con la misma enseñanza moral y el mismo final).
De ese y otros cuentos de mi abuela charlatana y sus “chascarrillos” aprendí mucho. Igualmente de los largos silencios de mi otra abuela; Jerónima la valiente, la tremenda, una de las mujeres más duras y más tiernas que he conocido. Las dos me enseñaron a su manera lo importante que es la dignidad de las manos.
Catalina me decía que a la anciana campesina, cuando murió, el único “pase directo al cielo” que le pidió San Pedro fue que le enseñase las manos; al ver éste cuan trabajadas estaban y la cantidad de callosidades que tenían le tendió una alfombra azul y la hizo caminar hacía el trono del Altísimo; ese lugar donde “los últimos son los primeros”.
Jerónima, de callada y serena presencia, tenía manos suaves y hermosas, pero que en otros tiempos habían trabajado mucho y aún conservaban las huellas de ese trabajo. Ahora sólo se dedicaba a enseñarnos a las niñas a coser y confeccionar patrones de costura, hacer ganchillo y jugar al solitario con la baraja española. Su lema era: “Por necesidad hay que trabajar y por salud hay que descansar”.
La cuestión es que, tanto las manos desgastadas y blancas como la nieve de mi abuela Catalina (gran cocinera en el Mesón “Tía Vita” de su hermana); como las manos finas y suaves de mi abuela Jerónima, habían sido y eran manos de mujeres muy trabajadoras. Estoy segura de que ambas han obtenido el pase para pisar la alfombra azul.
Reflexionando me he dado cuenta de que todo lo expuesto ha generado en mí una especie de costumbre o de hábito, como se quiera llamar, que me lleva a fijarme instantáneamente en las manos de las personas. Deduzco muchas cosas al observarlas. Creo que mi afición por la quiromancia , la quirometría y la quirología me viene de ahí.
Por supuesto, los seres humanos tenemos muchos rasgos que nos delatan y no todos están en nuestras manos. La observación del rostro o de las posturas corporales, son también muy importantes, entre otras muchas cosas, como la forma de caminar, por ejemplo.
Pero lo que aquí vengo a exponer es la importancia que las manos tienen con respecto a cómo vamos haciendo la vida. Porque la vida se hace no sólo a base de pensar, sino, sobre todo, a base de mover objetos, embellecerlos, limpiarlos, hacerlos útiles; o todo lo contrario.
En quiromancia hay tres reglas fundamentales para, de forma general o “a groso modo”, advertir el carácter de una persona o la tendencia de sus actitudes y preferencias, observando sólo la forma de las manos, sin atender a las líneas (eso ya lo trataré en otra ocasión). A continuación voy a describir esas tres formas y a indicar la correlación que existe entre las mismas y el carácter:
* MANO CUADRADA.- Es la mano cuya palma mide igual desde la muñeca hasta el dedo corazón, que desde el dedo pulgar al extremo opuesto de la palma (es decir, la palma forma un cuadrado casi perfecto). Los dedos de la mano cuadrada son cortos y gruesos y las uñas anchas.
Los poseedores de una mano cuadrada son personas enérgicas, facultadas para el trabajo duro. De ideas fijas y difíciles de manipular. En el ámbito de la empresa, son excelentes encargados por la capacidad organizativa y el conocimiento del reparto de fuerzas que les otorga su sentido de lo práctico. En otros ámbitos, como el militar o el deportivo, suelen ser excelentes suboficiales o excelentes entrenadores.
En cuanto a la vida familiar son padres o madres de familia muy responsables, que atienden con eficacia y, en ocasiones, hasta la extenuación las necesidades de su prole, de su cónyuge o de sus ascendentes.
En lo relativo a las preferencias que les caracteriza en el campo académico, suelen ser: todo tipo de ingenierías y carreras de ciencias en general.
* MANO CÓNICA.- La palma de la mano cónica forma un rectángulo en vertical y mide en esa vertical lo mismo que su dedo corazón más el grosor de dicho dedo. Es una mano que en su conjunto y pegando el dedo pulgar a la palma da la sensación de formar un óvalo casi perfecto. Los dedos son finos y bien formados, perfectamente armónicos a la medida de la palma, con nudillos suaves en la forma y proporcionados. Sus uñas son ovaladas.
Los poseedores de una mano cónica son personas bondadosas y empáticas. Tienen un alto sentido de lo que para ellos es correcto. No imponen su moral o su ética a los demás, pero no toleran la falta de respeto y se cuidan mucho de respetar a los otros. Su apariencia es discreta y sencilla, pero elegante. Se podría decir que la moderación, la mesura y el sentido de lo justo, en todos sus ámbitos es su sello de identidad.
En el terreno familiar son seres cariñosos y entregados que otorgan calidez y armonía al hogar; saben de la importancia de cuidar los detalles; tienen un acentuado sentido del orden y la limpieza.
En lo relativo a las preferencias que les caracterizan en el campo académico y profesional, escogen profesiones relacionadas con el cuidado a los demás: Médicos, enfermeros, psicólogos y terapeutas en general; también son excelentes profesores en humanidades. Dentro de una organización empresarial son el punto de apoyo imprescindible de todo alto ejecutivo.
* MANO ESPÁTULA.- La mano espátula en cuanto a las medidas es como la cónica; pero hay una sustancial diferencia, revelándose esta diferencia en la forma de los dedos, cuyos nudillos son muy sobresalientes. Asimismo el dorso de la mano espátula tiene un aspecto huesudo. Las uñas son triangulares acabadas en punta. El conjunto da una sensación de delgadez e irregularidad en la forma.
Los poseedores de una mano espátula son personas muy rápidas en prácticamente todo; rápidas pensando, haciendo, caminando, respondiendo… Podría decirse que optimizan el tiempo de forma casi exagerada. Siempre buscan reinventarse y lo consiguen de maneras muy originales, ya que poseen una imaginación muy vívida y un sentido de la espontaneidad privilegiado. Les es difícil permanecer quietos por mucho tiempo y en el mismo lugar. En general se les podría definir como nerviosos.
En el ámbito de la familia, suelen priorizar sus intereses, pero no de una forma egoísta, sino atendiendo a ese axioma que dice: “Si tú no estás bien, no estás capacitado para hacer el bien a los demás”. El ejemplo que dan a su prole es esencialmente el de la libertad. Su libertad está por encima de muchas otras consideraciones, es por lo que los poseedores de manos huesudas o espátula, se cuentan entre aquellos que prefieren la soledad y la independencia. No son precisamente amantes de la vida familiar, aunque eso no quiere decir que si tienen una familia no se ocupen de ella o sean irresponsables. En resumen, su sentido del deber pasa por el filtro de su sentido de la independencia. No exigen nada a nadie, ni son prejuiciosos; tampoco toleran ser controlados e injustamente criticados. Los lugares demasiado cerrados y de ambiente rígido les asfixian.
En cuanto a sus preferencia académicas y profesionales, son seres volcados hacia las profesiones de riesgo y el deporte de aventura. Su intelecto inquieto busca, sobre todo, la innovación. El terreno de la publicidad y de las artes gráficas en general les viene como anillo al dedo.
* MANO PUNTIAGUDA.- La mano puntiaguda comparte el rectángulo vertical en la palma que también configura a las manos cónica y espátula, pero a diferencia de ellas, sus dedos son más largos y bien formados. El dedo corazón de la mano puntiaguda mide lo mismo, y en ocasiones más, que la altura de ese rectángulo vertical. Es una mano muy estilizada y suele acompañar a un cuerpo asimismo estilizado.
Quienes tienen una mano puntiaguda son personas de un gusto exquisito, fuera de lo común. Seres de gran sensibilidad, que no gustan ocuparse de quehaceres mundanos; se podría decir que imaginan levitar sobre el mundo sin que éste toque la planta de sus pies. Sus mentes suelen entretenerse en cuestiones profundas; en ocasiones demasiado profundas, comparadas con las elucubraciones del resto de los mortales.
En el ámbito familiar se parecen un poco a los poseedores de una mano espátula; es decir, si forman una familia no será ésta el centro de atención de sus desvelos. No es que sean padres o hijos irresponsables, sino que priorizan sus objetivos. No obstante, no son nada materialistas, por el contrario suelen ser bastante generosos con los suyos y también con los ajenos. En resumen, no impondrán normas a su prole, ni tampoco llevarán de buena gana que se las impongan a ellos.
Sus preferencias académicas se inclinan hacia el mundo de las artes: música, pintura, literatura (también literatura mística). Gustan de la filosofía y poseen un pensamiento vanguardista. Nada es más de su agrado que transgredir las normas cuando no las consideran justas o ajustadas a sus prioridades. En definitiva, no sólo son librepensadores, sino que además no gustan de pertenecer al rebaño. Tampoco seguirán modas, ni dogmas; ellos crean su propio estilo y tienen sus propios dogmas.
Todo lo expuesto lo es de manera general y mediatiza o configura el carácter de los seres humanos en potencia, pero nunca hay que pensar que al cien por cien o en todos los casos se cumplan estas consideraciones; sólo hay que tenerlas en cuenta como pistas para hacernos una idea de las posibles preferencias o gustos de las personas con las que interrelacionamos.
Nadie responde en su totalidad a su genética, epigenética o configuración física. Todos poseemos libre albedrío. Aunque esta libertad esté mediatizada, es la voluntad particular quien, en último extremo, decide escoger unos u otros caminos de vida.
Sin embargo, para mí, las manos de una persona dicen mucho sobre ella.
La dignidad de las manos es la dignidad del carácter.