Siempre quise tenerlo todo controlado, atado y bien atado. Siempre me incliné por una forma de vida lo más segura posible; donde “mañana” no fuera muy distinto de “hoy”, o, si acaso lo era, fuera para mejor; porque así ya estaba, por mí, programado.
¡Qué estupidez la mía! ¡Cuánta mentira nos cuentan cuando nos educan en la certeza que nos da aquello de, “más vale pájaro en mano”; pero por qué nos hicieron pensar que eso vale más que los ciento volando, a los que podemos cazar (además que feo lo de pájaro en mano, de paso con “el dicho” apresan las alas de la libertad)
En fin, he comprobado que la certeza más incierta de todas es creerse a salvo…, pero ¿a salvo de qué?: ¿de la muerte, de las calamidades, de la enfermedad, de la desilusión, del desamor, de la falsedad ajena…? No hay nada en el mundo que nos garantice ese “a salvo”, absolutamente nada.
Por eso me parece tan absurdo que nos aferremos a las cosas, a un camino conocido, a un trabajo, a unos bienes materiales o a unas determinadas personas…; sin tener en cuenta las infinitas alternativas posibles, sin abrir los ojos y ver que en toda relación, en todo trato o contrato de alma a alma, de corazón a corazón, no hacen falta papeles que lo acrediten, porque el único fedatario verdadero es la libertad.
Sé que peco de ese mal que critico, de mantenerse a salvo; porque tengo el vicio de ahorrar, en la medida de lo posible; porque no doy un paso sin haber sopesado todas las posibles formas de caerme; porque, para mí, el tener, casi se ha convertido en un sustituto del ser…; y también sé que no soy distinta de la mayoría, porque a todos nos educaron con las mismas premisas en este “juego de lógica aristotélica”…
Pero como me encanta elucubrar fórmulas mágicas o pequeños paradigmas por los que guiarme o guiar mi camino, pues ahí van unos cuantos, en relación o contraposición a esa “forma segura de vivir”:
- 1) La mejor forma de estar seguro es hacerse amigo de la “huesuda”.
- 2) No hay mejor compañera de viaje que la alegría de la libertad.
- 3) Más vale buen pan y buen vino, que manteles de lino (sin haberlo premeditado me ha salido un refrán pareado…).
- 4) Si tienes algo que decir, dilo sólo si tienes quien lo escuche y comprenda.
- 5) Cuando creas estar seguro, pregúntate: “¿Aquí latirá mi corazón contento?”
- 6) ¿Cuándo fue la última vez que sentiste una emoción profunda?…; pues esa es la estrella que debes atar a tu carro.
- 7) ¿Sabes cual es tu destino?…; claro que lo sabes, y también sabes que es sólo cuestión de tiempo…
- 8) Los seres más esforzados y sufridos que conocí, se fueron sin disfrutar la vida…
- 9) Llevo grabado a fuego en el alma, “haz lo correcto”.
- 10) Mi gran pregunta: ¿Qué es lo correcto?
- 11) Mi única respuesta: No lo sé.
- 12) Pero, “no lo sé”, me dice mucho; sobre todo me dice: la incertidumbre es la madre de la libertad y la libertad del corazón, del alma, es siempre lo correcto.
- 13) La peor de todas las supersticiones es creer en “los seguros de vida”.
- 14) Existe una mecedora imaginaria para mí, en la que me veo sentada, con 80 años, preguntándome: “¿Viví la vida?”…
- 15) ¿Qué necesito para ser libre?: no temer a los barrotes de hierro, sino a los de mentira que la mente imagina.
- 16) Y, en un mundo como este, ¿puedo ser yo?: no, claro que no; sí claro que sí. Todo depende de mí.
- 17) Dijo el Maestro: ¿“De qué te vale ganar el mundo entero, si al final…”? Mi alma; el gran tesoro por descubrir.
- 18) ¿Quién dijo miedo?: lo dije yo…; que me di cuenta de que él era mi amo.
- 19) ¿Quién dijo adelante y quememos los puentes?: lo dijo un valiente.
- 20) ¿Quién sueña con vivir latiendo?: el abrumado-aburrido.
- 21) ¿Qué es el mundo?: una carta del tarot que hay que estudiar en experiencia y profundidad.
- 22) ¿Quién es el loco?: aquel que hace de su “cordura” su prisión.
- 23) Puede que la vida en un futuro no me dure, pero “ahora” es eterna.
- 24) Sí, oler las flores es una obligación que se impone el valiente caminante.
- 25) ¿De quién es el mundo entero?: de quién escucha y sigue a su alma.
Bueno, de momento, salieron estas pequeñas “sentencias” “a lo yo”, que no pienso discutir conmigo, porque para qué; si al final no me hago ni caso. De sobra sé que todo en mi mundo sigue y seguirá igual, porque hice nudos muy gordos y elucubrados de los que me es muy difícil desasirme…y ¿para qué intentarlo?.
“Para qué intentarlo”…; que frase más cutre; se puede decir algo con menos energía, menos valor y más pereza. No, creo que no. Pero suele ser mi frase de los “domingos diarios”; esos días cotidianos en los que se me pasa la vida, como a casi todos nosotros, aferrada a lo conocido, a lo “seguro”, a lo que me da una pizca de azúcar, pero me roba un montón de sabor…; sabor del bueno, ese que consiguen los grandes alquimistas cocineros.
Mi alma se cansó de dar consejos, está muy enfadada conmigo, guarda silencio; y es normal, no puedo recriminarla. ¿Quién en su sano juicio seguiría hablando cuando no lo escuchan?, ¿quién sigue y sigue incansable regalando cordura a los locos…?; y lo más absurdo: ¿Quién ha decidido que la vida es: “una mala noche en una mala posada”, “un valle de lágrimas”, “una escuela”…? Mi alma siempre me dijo que la vida de verdad habita en los mejores palacios naturales, que la alegría es siempre su compañera y que la mejor hora de la vida es la hora del recreo.
Ya…;para qué seguir, si no seguiré tu consejo, alma mía, espíritu guía, parte divina de no sé qué; pero que siento como eterno y, por ello, verdadero. Para qué dar un paso fuera de este camino reglado, regulado, cercado y “seguro”: “No dejes camino por coger vereda”…decían los viejos.
Contra la certeza de lo absurdo, yo deseo sujetarme a la seguridad de lo incierto, a mí me gustan esos versos del poeta: “…se hace camino al andar…”; y también me gustan estos otros: “…Navega velero mío, sin temor, que ni enemigo navío, ni tormenta ni bonanza tu rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar tu valor…que es mi barco mi tesoro, que es mi Dios la libertad; mi ley la fuerza y el viento; mi única patria, la mar…”
En el refugio del corazón poeta está siempre la verdad del alma, ella no miente; es sabia.