Me importa conocer por qué se produce el horror de la guerra; pero lo que más me importa es averiguar para qué se produce; porque detrás de ese para qué estará aquel que se beneficia; es decir, estará el causante del horror, el culpable, el criminal; a quien hay verdaderamente que combatir.
Se esgrimen muchas teorías y muchos para qué, se dicen tantas cosas, que aunque se trate de buscar la verdad de la forma más imparcial posible, es difícil dar con ella; porque en las guerras cada uno escoge un bando, cada cual cree poseer la verdad absoluta, cada quien trata de llevar el “ascua a su sardina” y lo peor de todo es que el horror en estas circunstancias no se para; todo lo contrario, sigue con más virulencia…
Toda guerra es el producto de muchas cosas, pero genéricamente y entre las principales destacan las que siguen:
- La consecución de intereses materiales y no materiales, particulares y colectivos.
- La defensa de intereses geoestratégicos nacionales y supranacionales.
- El dominio mediante el terror de unos pocos sobre muchos otros.
- El oscurantismo y el fanatismo.
- La respuesta a una acción intolerable.
Después de haber indagado mucho (hasta el dolor de cabeza), doy pocas cosas por verosímiles, salvo las cinco más arriba señaladas, con relación a por qué se ha producido el actual conflicto palestino/israelí.
Cada vez que veo a un ser humano inocente padeciendo calamidades, sea quien sea y de la nacionalidad que sea o ya sea un apátrida, como a cualquier otra persona se me parte el alma, por eso necesito respuestas.
No voy a entrar en este artículo, a dirimir si hay que reconocer o no a Palestina como Estado independiente; entre otras cosas, porque no entiendo de derecho internacional y no conozco todos los entresijos exhaustivamente históricos que avalen una postura a favor o en contra. Sí diré que soy de la opinión, no fundada en derecho positivo, sino fundada en conciencia y en derecho natural, de que todo pueblo asentado en un territorio de forma tradicional y sin que este territorio sea de otro Estado debería tener el derecho a crear en ese territorio un Estado, que fuera a la vez reconocido por todos los demás Estados.
Pero es sólo mi opinión, no un criterio jurídico, histórico, o de conciencia colectiva.
Ahora sí, me posiciono tajantemente y digo: abogo por la paz entre los pueblos Israelí y Palestino, porque los pueblos son inocentes victimas de todas las guerras, no tienen la culpa de las acciones que cometen sus gobernantes o aquellos otros que, sin serlo, los enfrentan.
Se ha dicho hasta la saciedad que NO HAY CAMINOS PARA LA PAZ; LA PAZ ES EL CAMINO. Pues eso: ¡BASTA YA!, no hay que manifestarse a favor o en contra de ninguno de los dos pueblos enfrentados, hay que manifestarse a favor de que esos dos pueblos dejen de pelear entre ellos y comprendan de una vez por todas que como pueblos no son culpables de nada. Hay que buscar a los verdaderos culpables a los interesados, a quienes van a beneficiarse de toda esa barbarie y contra esos hay que ir.
Es una utopía lo que pido, ya lo sé; porque si algo he podido constatar a lo largo de mi vida, es que en esta tierra los verdaderos culpables suelen quedar indemnes e impunes; pero hay que cambiar de paradigma y no consentirlo, no por su castigo, sino por nuestro bien, a pesar de que estoy segura de que ese castigo va a llegarles, ya que todos estamos obligados a ver inexorablemente la película de nuestras vidas y a sentir en cada fotograma todo el daño que hemos causado, así como todo el bien.
Esos fotogramas o visiones revividas, a los que me refiero, son las leyes del Karma y el Dharma del hinduismo, la Ley del Talión bien entendida y el Juicio Final del Antiguo Testamento, o lo dicho en el egipcio Libro de los Muertos y, en un lenguaje más actual: son el reinicio del disco duro de nuestra memoria a la hora de morir.
Deberíamos pedir con todos los medios a nuestro alcance que la paz tanto entre Israel y Palestina como entre Rusia y Ucrania se den lo antes posible por el bien del mundo, por el bien de la especie humana.
La crueldad sufrida por un SÓLO NIÑO de este planeta es ya suficiente para la reivindicación rotunda de que se le haga justicia y no vuelva a producirse algo así.
EL HORROR QUE OTROS SUFREN DEBE DOLERNOS, PERO SOBRE TODO HAGAMOS LO POSIBLE POR EVITARLO, DENUNCIANDO A LOS VERDADEROS CULPABLES.