TRAS EL 21D. LA CAÍDA DE LOS TÓPICOS CATALANES.

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Me gustaría prometer que no volveré a escribir, al menos durante algún tiempo largo, de Cataluña…, vamos a ver, entendedme, de la política Estado/españoles-República/catalanes, pero la verdad es que tras los resultados electorales del día de ayer no me resisto a hacer lo que más me gusta, que es esto. Y, qué mejor que hacerlo  sobre los tópicos de esta pretendida República, incluso ofensivos -depende en qué contexto-, y qué mejor momento que el que se me brinda tras tan importante evento de las elecciones al parlamento catalán, para hacerlo sobre el que afirma que los catalanes son tacaños o “agarrado” por eso de que la “pela es la pela”, para demostrar que esto no es verdad.

El voto emitido por el pueblo catalán no ha hecho más que confirmar lo que todos ya sabíamos o presentíamos que iba a pasar y que, el mismo CIS confirmó hace unas semanas. Es decir, gana Ciudadans, pero pierden los constitucionalistas. Dicho de otro manera, gana la derecha pero gobernará la izquierda, lo que nos lleva a afirmar que el voto fragmentado de la izquierda se impone a la derecha en porcentaje de participación y, por lo tanto, en el reparto de escaños. Vamos…, que los catalanes son de izquierdas, o como dicen los la derecha: son rojos.

Por consiguiente, la primera deducción sobre que los catalanes son rojos o de izquierdas nos lleva a una segunda que, es la que rompe el tópico que estamos analizando, y sería la afirmación que en la idea de solidaridad y de compartir en la que se basa la doctrina socialistas, los catalanes no lo quieren todo para ellos, sino que, confirmando su superioridad moral respecto al resto del Estado español, su dinero lo dan sin reparo en su aportación al fondo de compensación interterritorial; o en palabras menos rebuscadas, a la saca de todos los españoles. Así que, si queremos mantener el tópico “de la pela es la pela” no lo es para metérsela en su bolsillo, sino para compartirla con sus compatriotas.

Evidentemente, como habréis deducido, intento hacer un poco de gracia con algo tan importante y patético como lo que Cataluña, o mejor dicho, algunos catalanes y los representantes políticos, de uno y otro lado, nos han hecho padecer en los últimos meses, no sólo a quienes residimos fuera de allí, sino también a sus propios conciudadanos, de fronteras para adentro. No niego que los catalanes no sean solidarios, pero lo son con los suyos, lo cual es lógico dada su convicción secesionista.

Comparto y, por lo tanto, forma parte de mi forma de pensar que, cada uno tiene derecho a su autodeterminación como persona y como grupo social o político del que forma parte. ¿Cómo no?, dicen ellos, “es un derecho que hasta la propia declaración universal de los derechos humanos proclama”.

Estas y muchas afirmaciones nos hemos tenido que tragar muchas y muchos que nos hemos molestado en estudiar la referida Declaración Universal, para entender que el derecho a la autodeterminación de los Estados multinacionales a la que hace mención su Resolución 2625, se traduce en el reconocimiento del derecho de las minorías a un estatuto jurídico protector, pero en modo alguno resulta ningún derecho a la “autodeterminación externa” lo que conduciría a la figura de la secesión, porque ello resulta incompatible con otro principio fundamental del Derecho Internacional contemporáneo.

Ni los catalanes por muy rojos ni los españoles por muy azules –y sólo estoy juzgando su tendencias políticas según los resultados electorales en uno y en otro territorio-, me van a dar lecciones de demócratas, como yo tampoco intento darlas, ni en mi vida cotidiana ni mediante los artículos que escribo, cuyo único fin es, la mayoría de las veces, decir y compartir lo que pienso; eso sí, probando lo que digo e intentando hacer deducciones lógicas desprovistas de sentimiento partidista, que no político, pues el análisis que yo hago se lo recomendaría a que lo hicieran más de uno y una antes de lanzar tanta porquería por su boca, una veces en busca de confrontación política y otras veces para transmitir una falacia dogmática, apestosa por el daño que hace y por quienes de manera intencionada, pero totalmente osada e ignorante, manipulan a su antojo.

“análisis que yo hago se lo recomendaría a que lo hicieran más de uno y una antes de lanzar tanta porquería por su boca, una veces en busca de confrontación política y otras veces para transmitir una falacia dogmática, apestosa por el daño que hace y por quienes de manera intencionada, pero totalmente osada e ignorante, manipulan a su antojo.”



Tras las elecciones de ayer, y con la resaca de números, muchos sentimos una gran pena, no porque el pueblo catalán no haya sabido elegir, sino porque la gran mayoría no ha votado constitucionalismo ni independentismo, sino la mentira que a  fuerza de mentir han transmitido quienes se han presentado a tales comicios, de uno y otro lado; así como el castigo a un Estado y aun gobierno “español”, que tal vez se lo merece, pero no los ciudadanos que formamos partes de él sólo por el hecho de que no entendemos ni las formas ni el fondo. Pero, como dice un dicho, y valga la redundancia, cada uno tiene, posiblemente, lo que se merece.

Parafraseando, en cierto modo a mi compañero Feliciano, la inmadurez política de este país nos lleva a la imposibilidad de construir un estado bueno para todos, como él dice, una nación de naciones, donde los derechos históricos de cada una de sus autonomías sean realmente reconocidos con un mayor grado de independencia y autogestión, pero sin olvidarnos que la historia que todos hemos construido es la que nos ha llevado a ser lo que somos, y que los derechos históricos también acarrean deberes, pero sobe todo, deben ser interpretados en el contexto en el que se producen y dentro de una evolución histórica.

Por último, sacándome lo que llevo dentro desde anoche,  no puedo más que transmitir mis condolencias a independentistas y constitucionalistas, no sólo porque los resultados electorales no ofrecen una estabilidad en el gobierno, sino sólo un volver a empezar del que únicamente se saldrá con otro 155 o mediante la negociación. Pero, me temo, que lo último no será posible con una derecha reaccionaria como la que tenemos y unos independentistas tan rojos que sólo buscan la pela sólo para su pueblo, porque el resto de los españoles, según ellos, no somos dignos de estar en su mesa; además de desearles unas felices fiestas navideñas,  para ver si unos y otros se inmiscuyen del espíritu de generosidad y amor de ellas y empiezan a caminar  en la misma dirección.

 

Lo dicho felices resultados electorales y Feliz Navidad, seas rojo, azul, verde o amarillo, catalán o español…

 
 
 
 
 
 

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