La LOMLOE de 2020 no deja de ser una ley más de las muchas que ha habido en democracia. Empezamos con la LGE de 1970 o también llamada «El libro blanco», justo antes del fin de la dictadura y después continuamos con las de la democracia. La ley LOECE en 1980, la LODE en 1985, la LOGSE en 1990, la LOPEG en 1995, la LOCE en 2002, la LOE 2006, la LOMCE en 2013 y el año pasado la mencionada. Ocho leyes en cuarenta años de democracia. Nos sale una media de una ley nueva de la enseñanza cada cinco años.
En el máster de profesorado una de las profesoras nos dejó el enlace a una grabación de Manuel de Puelles Benítez, catedrático de «Política de la Educación» en la UNED. En dicho audio, grabado en el 2010, pueden escucharse algunas ideas como:
El Pacto de Estado en Educación
- Min. 4:50 La fatiga de las reformas; los profesores, los padres y los alumnos de cierta edad cada vez que oyen hablar de una reforma le surge un pequeño pánico.
- Min. 6:30 Las asociaciones de profesores, padres y demás partes con intereses tratan de llegar ellos primero a un acuerdo para presionar al sector político para que acepte sus proposiciones. Tratan que la educación sea un asunto de estado.
- Min. 8:01 Se firma el acuerdo entre todas las asociaciones, con un anexo en el que se reflejaban los puntos de desacuerdo. Se llevó ante el gobierno de Aznar, se discutió durante dos días y el acuerdo murió allí.
- Min. 10:10 En este caso el gobierno socialista de Zapatero estaba preparando otra reforma, así que de nuevo las organizaciones relacionadas con la enseñanza empezaron a trabajar. Al final una de las principales votó en contra y la otra gran asociación se retiró y otra vez todo se quedó en nada. El catedrático Manuel de Puelles comenta que detrás de todas estas organizaciones hay intereses muy fuertes haciendo presión.
- Min. 16:30 El ministro Gabilondo intentó un acuerdo político, social y hasta autonómico, pero al final tenía tanta ideología que no hizo más que fracasar.
- Min 22: 40 Después de años con el mismo problema se pueden ver tres grandes cuestiones, según comenta Manuel de Puelles. La primera es que no se puede llegar a una reforma real de la educación sin un acuerdo mutuo entre ambas partes. Otra lección es que; sin consenso unos hacen las leyes y otros las deshacen. Finalmente, el pacto ha de ser de mínimos sobre políticas concretas, nunca de máximos.
Si ahora pensamos como el pueblo llano, a nivel de mercado de abastos, donde la sociedad es más real por lo serio que es el placer de llenarse bien la panza, nos damos cuenta de que hay infinidad de jóvenes que no han terminado sus estudios. Si observas a sus padres te das cuenta que ellos en gran medida han hecho lo mismo. Lo malo es que se sigue echando pestes de los profesores delante de los hijos, con lo perjudicial que eso es. El chapón o empollón sigue siendo objeto de burla, los programas de contenido «contraproducente» sigue batiendo records de audiencia y la fiesta parece que es un fin más que un medio.
Podría hablar aquí de lo mal que está todo, del futuro pésimo que le espera a los jóvenes mientras estamos esperando a nuestra jubilación, también de que hoy en día sólo hay «influencers, youtubers, instagramers» y un sinfín de nuevos oficios, pero no sería verdad, al menos no toda la verdad. Porque la otra media está llena de jóvenes que aspiran a ser médicos y profesionales de la salud o de lo que ellos quieran. Es cierto que hoy en día más de la mitad de la población lucha por la vida, en la época en la que le tocó vivir, y quiere salir adelante con esfuerzo. Además los «marcianos» mencionados antes (con cariño se lo llamo) también pagan impuestos y si es eso lo mejor que saben hacer que lo hagan, al menos no le hacen daño a nadie.
Según lo veo yo, España es fuerte, es inteligente y es trabajadora. Lo malo es que la fiesta y la juerga la matan. Es un país en el que que unos tienen fe en que existe un Dios y otros tienen la misma fe pero de que no existe. A veces da la sensación que es cierto esa parte del poema de Machado que dice «… entre una España que duerme y una España que agoniza».
Cualquier extranjero se echaría a reír y pensaría cómo es posible que no le den solución a algo que en principio no tiene que ser muy difícil. Al fin y al cabo todos buscamos lo mejor para nuestros hijos. Todos queremos una educación con mentalidad abierta al futuro, de calidad, plural, integradora y un sin fin de buenos calificativos más. Lo queremos, sin duda, pero solo de forma no de fondo, porque lo que está en el fondo es el pecado español, que no sé si será la envidia que lleva al rencor o el rencor que lleva a la envidia.
Consejos para ayudar a los padres en los deberes de los niños
Hay cosas que no cuestan dinero y valen mucho, como el preocuparse porque al menos nuestros hijos saquen sus estudios, no hablar mal del profesorado delante de ellos para que no los vean de forma negativa, participar en la escuela o en el instituto para que el pequeño o el adolescente no lo vea como algo separado a su entorno y familia. En fin, ponerle ganas y cariño. Ahí está el secreto, ganas y cariño para enseñarlos y aprender con ellos. Nada más.
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