Solo en la soledad de la esperanza,
la sola bajamar me ancla al fango
donde las margaritas sueñan verónicas de alelí.
Solo tienen aire solo y sin nada. Y pétalos de sobra. Nadie se acuerda de las semillas.
Veo una naranja como un astro. Y una fresa besando a una amapola.
Hay un vacío sin letras opaco a todo menos a la Misericordia mayúscula hecha verbo y carne de rabino por Pascua.
Una ballena es una ecuación de masa. También bebe vientos sin nada. ¿Dónde está Sakespheare que Romeo y Julieta no hablan?
Soy Excalibur. Nadie puede sacarme de las raíces del vacío ni darme mermelada.
Quizás pasen siglos así y puede ser que un viento intemporal agite la hojarasca de la memoria del mundo y hasta se descompongan recuerdos en gases de olvido.
Si estás clavado a un hueco eres un hueco.
Si te aferras al amor eres amor.
Puedo caer al infinito de lo imposible y seré imposible. Utopía de manzana prohibida. Me estoy prohibiendo rellenarme para no sufrir lo etéreo.
Ha vuelto la melancolía y nadie sabe como ha sido.
Donde las rosas se fugan se inaugura el aroma. Soy Excalibur. Quieto y varado. Un barco al que llaman Guillermo. Quizás ya no suba la marea.