Un dicho de anglohablantes dice así: “Solo trabajo y nada de juego, convierten a Jack en un chico aburrido”.
Y no solo aburrido, sino enfermo en cuerpo, mente y espíritu; está demostrada la correlación directa entre el estado de ánimo, la enfermedad y el dolor.
En la década de 1920, Sigmund Freud, acuñó la locución “principio del placer”: la parte más básica de nuestra personalidad es como un niño inocente sin ego, que descubre la fruición; persigue el éxtasis sin freno ni límite. Vivir en ese sublime estado de conciencia es el objetivo de la vida, aunque no tardamos en descubrir los límites.
9 ATERRADORAS ENFERMEDADES QUE CAMBIARON LA HISTORIA
Sonrisas:
Darse un capricho sin restricciones, como un helado de chocolate, puede ser un éxtasis, casi el paraíso en la tierra, siempre que encontremos una manera de moderar la indulgencia. Necesitamos establecer condiciones y control para evitar consecuencias destructivas como enfermedades y adicción.
Aún así, los pensadores llegaron a la conclusión de que el hedonismo es fundamental para nuestra vida.
“Llena tu vientre. El día y la noche alegran. Que los días estén llenos de alegría. Bailar y hacer música de día y de noche … Solo estas cosas son la preocupación de los hombres”. Epopeya de Gilgamesh.
Los filósofos griegos abrazaron el hedonismo. Demócrito dijo que el objetivo supremo de la vida era el “contentamiento” o la “alegría”. No se refería solo al placer físico, sino también al emocional: la alegría, la felicidad, la satisfacción. Epicuro, creía que el mayor bien era buscar un placer modesto y sostenible en forma de tranquilidad y libertad del miedo y la ausencia de dolor.
Buda, enfrentándose al sufrimiento, una parte normal de la vida, encontró y enseñó a sus seguidores cómo encontrar la dicha. Una vida libre de miedo y sufrimiento, llena del mayor placer de la vida, es el sello distintivo de la verdadera salud.
El placer y la diversión son experiencias de pensamiento y sentimiento, mente y emoción, un estado de conciencia, no son solo un producto etéreo de la estimulación física. Ciertas experiencias desencadenan una avalancha de sustancias químicas en el cerebro que producen buenos sentimientos, grados de euforia: son los neurotransmisores como las endorfinas.
Lágrimas:
A medida que crecemos, la vida se vuelve difícil y dejamos de divertirnos. Jugar, reír, cantar, bailar… estas son las cosas que bombean esos químicos de bienestar. Divertirse es lo que les hace fluir. Lo necesitamos. Sin diversión, no solo nos volvemos aburridos, enfermamos.
¡Los adultos trabajan! ¡Sufre!, ¿quién no lo ha oído alguna vez? Sí, hay sufrimiento en nuestra existencia, pero el camino hacia una buena vida no es dejar que sea un trago amargo sin fin. Necesitamos divertirnos. No dejemos que nuestra vida caiga en la tristeza. Solo trabajo y nada de diversión nos hace aburridos y enfermos.