SOMALIA, EL HORROR Y LA DESTRUCCIÓN QUE NO QUEREMOS VER

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Posiblemente no nos duela tanto el atentado perpetrado el pasado sábado en la capital de Somalia, atribuido a la milicia yihadista Al Shabab, como nos ha dolido otros que han tenido lugar en diversas ciudades de países de la Unión Europea, incluido el nuestro; y esto es una realidad que quien la niegue nada más se está engañando a si mismo. Y, es que, los 6.520 kilómetros que separan Mogadiscio de Madrid hace que la sangre no parezca tan roja, ni posiblemente tan humana, como cuando quien se desangra es nuestro vecino, y porque tampoco es lo mismo que las víctimas tengan la piel de otro color, o profesen otra religión distinta a la nuestra.

Ni siquiera los medios de comunicación tratan la noticia de la misma manera. Una pequeña alusión en los telediarios y se acabó. No volvemos a saber nada, a diferencia a cuando la desgracia tiene lugar en nuestro entorno, donde la noticia machacona, una y otra vez, convierte a veces en abusiva, además de intoxicante la información, generando, incluso, un pánico en la población, aparte de fobias contra determinadas religiones y razas, con exaltaciones patrióticas excluyentes con lo que no es nuestro; no en vano cada vez van ganando más terrero los partidos de ultraderecha en Europa, fomentando la islamofobia o la xenofobia en general, bajo el argumento de que nos están quitando lo que es nuestro.

La crueldad del ser humano puede llegar a límites que no podríamos imaginar, si no es porque se están convirtiendo en habituales comentarios tales como que “se vayan a su país”,   “que nos dejen en paz”, acusándolos de delincuentes, vándalos, ladrones, vagos, y un largo etcétera, que evidencia un gran desprecio y rechazo de seres humanos que se refugian en nuestro país huyendo, a veces, de una muerte segura, y otras buscando iniciar una nueva vida que les libere de las penurias de su lugar de procedencia, en los que la economía de mercado que nos permite un nivel de vida más alto que el suyo, propicia cada vez más el empobrecimiento y explotación de quienes no han tenido la fortuna de nacer en nuestro entorno.

 

“La crueldad del ser humano puede llegar a límites que no podríamos imaginar, si no es porque se están convirtiendo en habituales comentarios tales como que “se vayan a su país”, “que nos dejen en paz”,  acusándolos de delincuentes, vándalos, ladrones, vagos, y un largo etcétera

El atentando de Somalia ha provocado, al menos 230 muertos, la mayoría calcinados, y 350 heridos, cifras que no son definitivas, fruto de la explosión de dos vehículos bombas, además de una gran cantidad de edificios destruidos, dejando un paisaje dantesco; sin que los hospitales den abasto para atender tanta desgracia humana.

Unidad frente al terrorismo reclama la Unión Europea y líderes políticos del mundo desarrollado, a quienes están siendo asediados por constantes ataques de las milicias yihadistas, concretamente del Shabad, grupo terrorista de corte islámica, fundado hace más de una década y posteriormente adherido a Al Qaeda, integrado por más de 7.000 combatientes que tras ser expulsados de las principales centros urbanos del país controlan las zonas rurales, habiendo provocado miles de muertos en los últimos siete años. Unión que debería transformarse en un mayor apoyo y ayuda internacional por parte de Occidente para hacer frente a tanta destrucción y terror yihadista.

Y es que los problemas no se solucionan apartándolos de nuestro lado, porque este mundo no deja de ser un lugar común donde habitamos todos los seres humanos, y cuando se siembran vientos se recogen tempestades.

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