Hace unos días encontré en Facebook un grupo cuyo nombre era algo así como “sin cultura volverá a ganar el PP o el PSOE”, y creo que no le falta razón, pero sólo en parte, porque aunque son estos dos partidos los responsables de la situación en la que actualmente se encuentra el país, no solamente en el aspecto económico sino también en el aspecto social, entendiendo por tal la continua confrontación ideológica donde el ruido que se mete por un lado y por el otro, hace que muchos nos sintamos descolocados, sometidos a una agitación sin precedentes donde incluso los que se sitúan en el mismo lado no se ponen de acuerdo.
Me gustaría pensar que estamos ante una revolución de ideas pero, desgraciadamente, no es así, sino más bien todo lo contrario. Por un lado tenemos a los de la derecha, cuya principal baza de ataque entre ellos es la corrupción política, limitándose a decir los unos que son mejores que los otros porque no tienen corrupción en el seno de su partido. Obviamente me estoy refiriendo por si alguno o alguna no lo ha captado todavía al Partido Popular y a Ciudadanos, que si bien es verdad en este último, sin embargo, a pesar del poco tiempo que lleva en la política estatal ya ha recibido algún tirón de orejas por el Tribunal de Cuentas en cuanto a la justificación de algunas subvenciones electorales; por lo demás depende del sector imperante dentro del Partido Popular para situar a uno más o menos a la derecha del otro. Por otro lado, en los de la izquierda, el revuelo es mayor, aunque no es cosa de ahora sino que viene de mucho tiempo atrás con tiranteces hacia políticas cada vez más populistas aunque se traten de disfrazar de cierto humanismo.
Ahora bien, no es mi intención en estos momentos hacer una crítica política de la cual, creo que una gran mayoría estamos más que hartos bajo el convencimiento de que cada uno cuando alcanza el poder no lo hace mucho mejor que el precedente, ganando finalmente, no el mejor, ni siquiera el menos malo, sino por lo mal que lo han hecho los anteriores. Dicho de otra manera, no son los méritos propios los que llevan a triunfar hoy en día a los partidos políticos en su lucha por el poder en los diferentes comicios electorales, sino lo mal que lo hace el contrario, repitiéndose esta pauta de comportamiento una y otra vez.
Así pues, abandonando la arena política y siguiendo con el nombre del grupo de Facebook en principio citado, permítanme que lo modifique en parte para aseverar que “sin cultura no hay progreso”, y no me estoy refiriendo solamente al progreso económico, que también, si tenemos en cuenta que la cultura constituye una cualidad integral dentro de la formación del individuo que abarca casi todas la parcelas de nuestra vida en sociedad.
Vivimos en un sistema donde la velocidad en la transmisión del conocimiento a través de la información se mueve a un ritmo tan vertiginoso que es imposible profundizar en los temas salvo que exista el propósito del receptor de ir más allá de lo que se transmite en una noticia; de manera que esas pequeñas pinceladas sobre un tema concreto parece que nos convierte en doctores en la materia, de manera que al final todos terminamos sabiendo de todo, aunque en realidad no sabemos de nada, al menos con la profusión de la que parece presumimos.
Es sorprendente, cuanto menos, oír a determinadas personas que cuando hablan parecen sentar cátedra del tema en cuestión aunque carezca de la formación adecuada en la disciplina a la que se refiere, en definitiva nos convertimos en un santiamén en médicos, jueces, abogados, sociólogos, politólogos, psicólogos o especialistas en un sin fin materias del conocimiento que quienes ejercen la profesión a la que se refieren han tenido que superar, cuanto menos, una carrera universitaria, algún que otro master no regalado, además de la práctica durante mucho tiempo y la investigación o información continúa, llegando a la conclusión cada vez que se profundiza más sobre el tema, de que realmente, es tanto lo que nos queda por aprender que la humildad nos lleva a pronunciar aquella frase atribuida a Sócrates de “sólo sé que no sé nada”, y que Platón recogió por primera vez habida cuenta que aquel no dejó testimonio por escrito de su filosofía.
“Es sorprendente, cuanto menos, oír a determinadas personas que cuando hablan parecen sentar cátedra del tema en cuestión aunque carezca de la formación adecuada en la disciplina a la que se refiere, en definitiva nos convertimos en un santiamén en médicos, jueces, abogados, sociólogos, politólogos, psicólogos o especialistas en un sin fin materias del conocimiento”
Estando así las cosas, lo normal es ver a las personas enzarzándose en discusiones que no llegan a ningún sitio sino simplemente a discutir por discutir, y sólo por aquello de que yo tengo que llevar siempre la razón. Y no digo con ello que no haya que opinar y mucho menos cuartar la libertad de pensamiento y opinión de los demás, sino todo lo contrario; ahora bien con un conocimiento mínimo de lo que se habla, y sobre todo, con la capacidad suficiente de saber escuchar a nuestro interlocutor porque seguro que algo aprenderemos, aunque sólo sea a no repetir la idioteces que salen por su boca, si es que realmente lo son, o simplemente para combatir su argumento si el nuestro consideramos que es más sólido.
Otras veces, presuponemos que determinadas opiniones porque son expuestas por personas con determinado poder mediático o por su formación expresa sobre la materia de la que se habla tiene que ser dogma de fe para los demás, tampoco se trata de esto, ni tampoco de cuestionar todo lo que digan los demás controlen o no el tema, pero sí tener el suficiente juicio crítico de al menos poner en formol sus palabras hasta recabar la información suficiente que nos permitan corroborarla o rechazarla, o en muchos casos entenderlas para poder criticarlas. Sólo así avanzaremos o progresaremos como personas, y como seres sociales que somos, también como sociedad, dejando de perder el tiempo en discutir por discutir o por imponer a los demás nuestro criterio muchas veces fundado en lo que hemos oído a otros sin saber de lo que realmente se está hablando.
Concluyendo, el conocimiento es el motor del progreso y el que nos va a reportar la ideas suficientemente sólidas para hacer que nuestra sociedad avance.