SI YO FUERA CATALÁN

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Son muchas las apuestas acerca de cómo quedará despejada la incógnita de las elecciones catalanas el próximo día 21 de diciembre, aunque, al parecer, las encuestas parecen dar la victoria a Ciudadanos de Arrimadas, según la encuesta del CIS, con el siguiente hipotético reparto de votos en relación con su mayor competidor, Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) de Oriol Junqueras.
Ciudadanos: 22,50 %
ERC: 20,8%

Sin embargo, en escaños la situación es de empate técnico dada la supremacía de los republicanos en las zonas rurales, lo que otorgaría a ERC 32 escaños, frente a los 31-32 de C´s.

Por lo tanto, del resultado del resto de fuerzas políticas y del pacto entre unos y otros, dependerá que la balanza se incline hacia el lado de los independentistas o de los constitucionalista, que quedaría según la  encuesta del CIS de la siguiente manera:

Junts per Catalunya, la lista de Puigdemont con miembros del Pdecat e independientes, quedará como la tercera fuerza más votada con el 16,9% de los votos y entre 25 y 26 escaños.

La CUP, por su parte, perderá un escaño y conseguirá 9 (con el 6,7% de los votos).

De esta manera, las tres listas independentistas sumarían entre 66 y 67 escaños, quedándose a uno o dos de la mayoría absoluta, lo que supone una perdida entre cinco y seis respecto a las últimas elecciones, de manera que el independentismo bajará hasta el 44,4% de los votos.

La situación no mejora para los independentistas, habida cuenta que el Partido Socialista de Cataluña (PSC) con Miguel Iceta a la cabeza subirá hasta el 16% de los votos, con 21 escaños, aunque el PP de Xaviar García Albiol bajaría a 7 escaños, con un 5,8% de los votos; lo mismo que Catalunya en Comú-Podem, con Xavier Domènech, que bajará hasta los 9 escaños, con el 8,6% de los votos.

Conforme a dicho pronóstico, los partidos constitucionalistas (C’s, PSC y PP) sumarían entre 59 y 60 escaños, mientras que en votos hay un empate técnico con los independentistas (44,3%), por lo que el futuro de Cataluña dependerá de un 25% de votantes indecisos.

Ante esta situación, aunque no soy catalán, por lo tanto sin derecho a voto en dichos comicios -aunque no descarto que en futuras convocatorias pudiese tenerlo debido a mi falta de apego a la tierra-, me he propuesto el reto de analizar a quién votaría si pudiese hacerlo, manteniéndome ajeno de cualquier sentimiento patriótico que, como he dejado entrever, me cuesta tener, al menos cuando supone el ejercicio de imposición de ideas, que no valores, o la imposición de medallas, además de las exclusión de los que no están dentro.

Por lo tanto, con la responsabilidad de que mi hipotético voto, como el de cualquiera, es muy importante para el futuro de Cataluña, intentaré invertirlo de la mejor forma posible. Pero, ¿cómo se invierte un voto de forma eficaz?. Para unos, quizá sea votar al menos malo, para otros votar provocando un voto nulo para que nadie se beneficie de él, también los hay que sin estar convencidos votan al contrario de quien no quieren que salga, como voto de castigo y, finalmente quienes votan en función de la ideología, aunque no se con certeza de qué ideologías se puede hablar hoy día, que no sea del culto al dinero o de un pseudocomunismo de formas y no de fondo, visto que la gente más joven cada vez se polariza más en los extremos, buscando en la radicalidad su confrontación contra el mundo que les rodea, como manifestación de su rebeldía intrínseca a los años. Aunque, tampoco nos podemos olvidar de los románticos, aquellos que peinando canas o próximo a hacerlo se posicionan en el mismo sitio porque lo han hecho siempre, en pro de una ideología que piensan puede representar con más o menos intensidad un determinado candidato. Finalmente, están los que no votan porque no creen en el sistema, porque se sienten desilusionados, engañados y estafados por una clase política corrupta e incapaz de gestionar lo público.

Así, sólo me cabe elegir entre cuáles de las opciones que he expuesto me encuentro. Tarea no del todo fácil porque en cada uno de los comicios que he participado  me he movido en todas ellas, encontrándome en el momento actual en el desengaño, en el hastío de quien siente que su voto no estará nunca bien invertido, habida cuenta de la existencia de una clase política entre cuyas cualidades, si es que cabe resaltar alguna, la que mejor desempeña es la de insulto y descalificación del contrario: resaltando lo malo de éste para vender como menos malo lo suyo, eso sí, con el engaño de la mentira a la que están acostumbrados. Pero, haciendo el esfuerzo que me he propuesto anteriormente, y partiendo de una hipotética redención de la clase política, lo cual es mucho suponer, obviamente me incluiría entre aquellos que votan por ideología…. Aunque tal vez debería decir por ideales.

Llegados a este punto en el que los ideales son los que pueden motivar mi voto, llego a la taulogía de pensar, como he dicho antes, que la única motivación de los partidos políticos, el único motor de sus acciones, no es más que la rentabilidad política, o lo que es lo mismo, mantenerse en el poder a cualquier precio, y por ende, en la poltrona, con la faltriquera bien llena. Pero, como estamos en las elecciones catalanas, y puesto que ya estamos metidos en harina en esto de hacer esfuerzos; para no estar entre ese hipotético 25% de indecisos, me toca elegir entre, vamos a llamarlo, ideología independentista y la constitucionalista, puesto que, lo que se decide realmente es un sí o un no a la independencia, lo cual dependerá de la composición del futuro Parlament.

Pues miren ustedes, siguiendo la dicotomía entre ideología e ideales, apuntada anteriormente, terminamos llegando al quid de la cuestión, aunque no la solución a mi alternativa e indecisión del voto. Para que me entiendan, no me encuentro cómodo y mucho menos convencido, ni entre los unos ni los otros, porque como el resto no tienen ni ideologías, ni ideales, ni metas, ni objetivos, y mucho menos unas ideas fundamentales o doctrina que caracterice o marquen su forma de pensar y de actuar; sobre todo entre los constitucionalistas.

“….no me encuentro cómodo y mucho menos convencido, ni entre los unos ni los otros, porque como el resto no tienen ni ideologías, ni ideales, ni metas, ni objetivos, y mucho menos unas ideas fundamentales o doctrina”


… Y, en cuanto a los otros, los independentistas, simple y llanamente, no me terminan de convencer, no sólo porque no informan de las consecuencias que una declaración unilateral de independencia ocasionaría para el territorio secesionista, pero sobre todo, porque hay algo que no puedo vencer como es la ausencia en mi de un sentimiento patriótico; sobre todo cuando éste, venga de donde venga, supone exclusión. Así que, saben que les digo, que vaya suerte que tengo de no ser catalán, aunque ésta no sea más que la felicidad de los pobres, porque pronto vendrán otros comicios que vuelvan a mover en mi los mismos pensamientos, y ya estoy cansado, porque me temo que siempre estaré, visto lo visto, entre ese porcentaje de indecisos a los que se nos echa la culpa de que la balanza se incline hacia un lado u otro, aunque el origen de esta culpa no está en nosotros, como si se tratase de una cualidad personal, no;  si no en ellos que lo que nos venden no hay por dónde cogerlo.

  

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