En esta nueva era de la new age, que lo único ha hecho es cambiar a “Dios” por “el Universo”, vivimos rodeados y abrumados por un absurdo exceso de positivismo mal entendido.
Escuchamos a todas horas “Hay que estar bien, porque si no todo te sale mal”. Y, hala… Al agobio diario hay que sumar la culpa y el estrés de saber que, si no nos sale bien es porque no estamos las 25 horas del día al 500% de nuestra capacidad de “estar bien”.
Es ridículo tratar de eliminar emociones, como el que quita pelusas del ombligo.
Aquí cada cosa tiene su tiempo y su lugar, y el trabajo consiste en entender y aprender a usar esas emociones, que no son positivas y negativas de por sí, más allá del uso que les demos.
Si te has dado con el meñique en las esquina de la mesilla de noche al levantarte, y no te permites ese ratito de blasfemias inocuas, forzando la sonrisa, el cuerpo te va a estar recordando todo el día que no le permitiste el desahogo, y probablemente por la noche el dedo te siga doliendo. Si se te ha muerto el canario, guarda luto y llora un rato.
Es lo natural.
Lo que no es natural es amarrarte un cable a la comisura de los labios, y sonreír a fuerza de que deje de llegarte sangre al cerebro.
¿Y si te viene un tigre de frente? ¿Le vas a sonreír? Porque no es bueno sentir miedo, según las sabias enseñanzas del Gurú.
No tengas miedo del tigre, porque el estrés es malo para el cuerpo. Mejor corre despacito, poniendo la atención en la respiración…. Aconseja el tigre.
Y Bon Apettit!
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