SER O NO SER… FELICES?

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El pasado 20 de marzo se celebró el día internacional de la felicidad. Pero, ¿qué es la felicidad?, ¿somos felices o estamos felices?.

 

Composición FM Plazabierta.com

He podido comprobar, tras un amplio debate sobre este tema hace unos días, como todos confluíamos en considerar la felicidad como un estado emocional resultado o culminación de unas ambiciones, proyectos, modos de vida, y de una manera muy espiritual, como la tranquilidad o sosiego del alma o espíritu. Todos ellos, por supuesto, respetables desde una posición de apertura y respeto hacia el sentir de cada cual. Cada uno siente, piensa y vive según una propia percepción del mundo exterior, de su propia percepción de una realidad, pasada y presente con una proyección hacia un futuro inexistente donde esté la felicidad o al menos la podamos alcanzar, convirtiéndose, en definitiva, en la razón de nuestra existencia, o al menos, en el motor de nuestra vida.

Coincido con la opinión del neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco, Viktor Frankl, fallecido a finales del siglo pasado, que: “La felicidad no puede ser obtenida queriendo ser feliz. Tiene que aparecer como consecuencia no buscada de perseguir una meta mayor que uno mismo”, de manera que nos equivocamos en desear ser felices desde una perspectiva totalmente hedonista, esto es, de búsqueda del placer simple y natural que pueda asociarse con el bien evitando el dolor, pues el dolor, es el que nos hace sentir su contrario, la ausencia del dolor, y consecuencia de ello, el estado de bienestar o de complacencia en el que se traduce la felicidad. Valga a modo de ejemplo el del alpinista que escalando una alta montaña sufre de manera intensa el accidentado y escarpado terreno hasta llegar a la cumbre, donde encuentra la satisfacción o compensación de su lucha, la felicidad como la culminación de un proyecto.

Entonces: ¿hay que sufrir para ser feliz?. Como siempre desde una perspectiva personal fruto de la experiencia, pero sobre todo de la existencia de los contrarios, si la luz existe es porque existe la oscuridad, el calor por la ausencia de frío, de manera que la felicidad existe porque existe el sufrimiento, sino ¿cómo podríamos valorar ese estado emocional de complacencia?.

De tal argumento se deduce que no se puede negar la existencia de la felicidad, como un estado temporal que se solapa, incluso con otros estados emocionales contrarios o afines. Temporalidad que puede llevarnos a entender que estamos felices, en o durante un tiempo determinado; algo muy distinto a ser felices como un estado permanente en lo que no creo, ni siquiera como un espacio prolongado en el tiempo.

Son muchos los motivos tanto para estar felices como para no estarlo, todo depende hacia donde o en que basemos nuestra felicidad, pero siempre como un estado de complacencia personal que algunos tienen más dificultad que otros para alcanzar, bien por su falta de conformismo, por la continua búsqueda de una quimera, por la fácil frustración ante la adversidad, en vez de como un reto, por la falta de compasión ante uno mismo, pero sobre todo hacia aquellas conductas de los otros que nos sacan de nuestras casillas. Ello, además, si tenemos en cuenta que como dijo Miguel de Unamuno: “La felicidad no es cosa fácilmente digerible; es, más bien, muy indigesta”, tanto que cuanto más duradera es, menos la apreciamos, o mejor dicho, más la despreciamos buscando ser todavía más felices.

En definitiva, tanto como deseemos la felicidad más difícil será alcanzarla, sólo viviendo puede lograrse, no como una meta sino como un camino, como la proyección de nuestros deseos, de nuestros proyectos, de nuestros errores y aciertos; pero sobre todo, cuanto menos hedonistas sean nuestros comportamientos para alcanzarla, si tenemos en cuenta que como seres sociales necesitamos una proyección exterior de nuestro propio yo y de nuestros estados emocionales, y porque no se puede concebir la felicidad sin sufrimiento o esfuerzo.

1 COMENTARIO

  1. Apunte friki: más bien el frío por la ausencia de calor (no me he podido resistir).
    “Más la despreciamos buscando ser todavía más felices.” Apunte existencial: tremendísima frase.

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