En el piso de abajo
tengo una vecina:
se llama Frívola.
He tocado a su puerta
Se abre como unas tijeras.
Apoyada sobre el marco
se yergue, erguida
en postura inadecuada,
palabras obscenas
e intenciones lascivas.
Debajo de los ropajes,
de una breve monarquía,
los verbos del cetro
se esconden
a gritos,
por su cercanía.
Sin clemencia a su destino
toma el rey su baño,
aliviando ese horno macabro.
Tragando el polvo de una lengua
se tiró al agua.
¡Lo que sudamos desde ayer!
soy raíz en tus músculos -SusurrÓ.
Manojo de ecos que abren ventanas…
N/A.:
Llena de tierra,
escribiendo
la penúltima página
de mi cuaderno sin ME MORIIIAAA.
Hermosa metáfora. me ha gustado