En principio, se puede pensar que sólo los monjes Shaolin en su vida contemplativa apartados del mundanal ruido pueden lograr un estado de equilibrio y calma.
Sin embargo, la respuesta a la pregunta del título la podemos encontrar en la siguiente cita de nuestro escritor de la generación del 98, Jacinto Benavente: ” La vida es como un viaje por la mar: hay días de calma y días de borrasca; lo importante es ser un buen capitán de nuestro barco”.
Dicho de otra manera, hay que intentarlo como respuesta emocional necesaria a esta vida de estrés y ansiedad en que estamos inmersos, sino, no seremos capaces de ver la belleza y el amor que hay a nuestro alrededor, y nuestra mente podrá llegar a bloquearse como sucede con los ordenadores cuando se les obliga a ir más allá de su capacidad de análisis y respuesta.
Es cierto que no vivimos en un ambiente propicio para encontrar la calma frente al aluvión de información y estímulos externos a los que nuestro cerebro reacciona con estrés y miedo, siendo por ello, que el esfuerzo que hagamos en buscar la calma va a repercutir en nuestro estado emocional y, por ende, también en el físico. Es la búsqueda de ese estado ideal de tranquilidad el que nos va a permitir una vida más saludable.
Se trata de la busqueda de la ataraxia, como un estado de serenidad imperturbable, término que procede de la filosofía helenística y que se refiere a la ausencia de perturbaciones en el alma y la mente, cuyo origen etimológico proviene del griego antiguo “a” que significa “sin” y “taraxia” que se traduce como “perturbación”. Así, ataraxia se puede entender como “sin perturbación”. Concepto que las filosofías de los epicúreos, estoicos y escépticos veían como un objetivo vital, como un estado de serenidad y equilibrio.
Epicuro afirmaba que dicho estado se podía alcanzar a través de una vida simple y moderada. Todo lo contrario al modelo de vida que en la actualidad se nos ofrece basado en el materialismo y en un efecto de acción y reacción inmediata.
Para Zenón de Citio, fundador del estoicismo, la tranquilidad interior se lograba al vivir en armonía con la naturaleza y aceptar con ecuanimidad lo que no podemos cambiar. La “apatheia”, o desapego emocional, era crucial para los estoicos, quienes creían que las emociones irracionales eran la causa principal de la perturbación. Al cultivar la sabiduría, el coraje, la justicia y la templanza, uno podía alcanzar un estado de ataraxia. Por último, para los escépticos, encabezados por Pirrón, la tranquilidad se alcanza sin emitir juicio. Partiendo de que no conocemos nada, estos filósofos creían que la mejor forma de alcanzar la tranquilidad y como consecuencia, la felicidad, es suspendiendo el juicio (epojé).
En definitiva estamos ante un ideal valioso, por lo que implementar la ataraxia en la vida diaria requiere un enfoque consciente y disciplinado, como reducir las necesidades y los deseos innecesarios, enfocándonos en lo esencial y, aprendiendo a valorar las cosas simples. Sólo centrándonos en el aquí y el ahora, en nuestras reacciones y percepciones nos permitirá mantener la calma en situaciones difíciles.
Existen muchas técnicas para llegar a este estado de tranquilidad, y de armonía con el universo y de equilibrio de nuestras emociones, como practicar la auto-reflexión y cultivar la virtud, lo que nos permitirá además fortalecer nuestra resiliencia emocional.
La práctica escéptica de suspender el juicio puede ser útil en un mundo lleno de opiniones polarizadas y conflictos de información. Como tambien mantener una mente abierta evitando desacuerdos.
Mediante la practica del mindfulness, aprenderemos a estar presentes y a aceptar nuestros pensamientos y sentimientos sin juzgar, promoviendo así un estado de ataraxia.
La meditación nos permitirá relajarnos profundamente, calmando nuestra mente, concentrando nuestra atención en algo, lo que nos permita eliminar todos los pensamientos que llenan nuestra mente y causan estrés.
El entrenamiento autógeno, también denominado método Schultz, es otra técnica útil para el fin que pretendemos, el cual nos permitírá lograr, igualmente, un estado de relajación a través de la hipnosis y autohipnosis poniendo en contacto la parte racional con la emocional de nuestro cerebro, no sólo para contrarrestar las sensaciones de tensión, sino de control psicosomático, incluso del dolor físico.
También, adoptar prácticas inspiradas en los principios filosóficos de la ataraxia nos llevarán a cultivar una mente imperturbable y una vida más plena y satisfactoria a pesar de los múltiples vaivenes.
En última instancia, se trata de cambiar nuestra monótona y autómata manera de vivir la vida por una práctica diaria consciente y centrada mediante el enfoque en lo que realmente importa, enseñando a la mente a relajarse, mediante el convencimiento que lo que vivimos en cada instante libre de perturbaciones es la esencia de la vida. Se trata de aprender a vivir.
Como siempre digo, la felicidad no cae del cielo, hay que buscarla y practicarla. Al final cada cual elige el camino que quiera, pero si tu vida se centra solo en la queja lastimera, no vas por bien camino. De ti depende. No se trata de tener suerte o ser afortunado, que la vida nos trate mejor o peor, se trata de aprender a vivir en sintonía con nosotros mismos y con cuanto nos rodea, con el universo de nuestra existencia.
Me ha encantado este artículo.
De los clásicos hay mucho que aprender; sobre todo de los estoicos.
La ataraxia es directamente proporcional a la cantidad de independencia del individuo con respecto a la sociedad.