La echaba de menos sin saberlo.
Por eso siempre que ella se iba de casa por unos días, él dejaba todo tal y como estaba, tal y como ella lo había dejado, por morriña, por querer engañarse y crear espejos con su imagen por toda la casa, espejos del descuido rutinario que ahora eran fotos enmarcadas, vivo retrato que la locura dibuja cuando observa a la ausencia.
Porque no quería borrar los recuerdos que ella, sin querer, había sembrado. Por eso dejaba las migas de pan en la mesa, para que desde Barcelona viera el camino de vuelta.
Un trocito que te queda con hambre del, seguro, gran relato que lo contiene…
Muchas gracias.