¿RESPETO O TOLERANCIA?

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Ejercer la humildad intelectual en nuestras vidas, es decir, discernir cuándo sí y cuándo no cambiar de opinión y tener la fuerza para hacerlo, es tener respeto por otros puntos de vista.

Estar abierto a ideas que nos parecen extrañas es increíblemente importante para la innovación y para el progreso en la sociedad.
Pero, ¿qué sucede cuando el punto de vista de otra persona es éticamente aborrecible?

Es importante que tengamos la curiosidad de explorar puntos de vista que inicialmente no “entendemos”. Pero, ¿qué pasa si nos topamos con un Hitler? ¿Entonces debemos tolerar su punto de vista? ¿Ser tolerante significa aceptar eso?

Diferenciemos respeto de tolerancia:

El respeto es estar dispuesto a escuchar a los demás antes de emitir un juicio. Se trata de entender a las personas, no interrumpirlas primero. Sin embargo, no podemos permitir un comportamiento que implique el daño a otros seres humanos.

La tolerancia es permitir que las personas digan, hagan y sean lo que quieran. En la mayoría de los casos, esto es algo éticamente bueno. Pero la tolerancia no es buena en todos los casos. De hecho, la tolerancia llevada a su extremo significa tolerar la intolerancia, algo que es contradictorio.

Podremos tratar a las personas aparentemente intolerantes con respeto, en la medida en que escuchemos antes de juzgar.

Al tratar de comprender los puntos de vista intolerantes, podemos hacer lo correcto y evitar que las opiniones intolerantes se conviertan en acciones intolerantes (es decir, malvadas).

Así que escuchemos un poco más. Tratemos de entender un poco más. Y no permitamos que la intolerancia nos impida ser de mente abierta, o detener la intolerancia en sí.

Tal vez podamos aprender un poco sobre nosotros en el proceso.

El respeto es bidimensional es decir, el concepto de respeto es tanto una actitud como un conjunto de comportamientos que uno debería tener.

Ambas dimensiones son éticamente necesarias. Es la esencia del humanismo, y el humanismo es fundamental en estos días. Es un deber moral respetar a todos por igual como personas por su “valor intrínseco incondicional como ser humano”.

Es común escuchar: “Para tener mi respeto, hay que ganárselo”. En común vernáculo, respeto y admiración son sinónimos. El respeto no es incondicional, independientemente de las características, comportamientos o intenciones personales.

¿Es posible practicar una sinergia continua entre respeto y tolerancia? Sí. Esta sinergía  permite poner en marcha un aprendizaje activo, mediante  la práctica de habilidades de interacción respetuosa con los demás, en alternancia con la reflexión.

¿Tiene algo que ver esto con la CRISIS CORONAVIRUS?

Todos y cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad moral de hacer lo correcto, a pesar de lo que digan y hagan los pequeños Hitlers que nos encontremos a nuestro alrededor, en los medios de comunicación e Internet.

Lo primero, no hacer daño, incluso si los costos personales son altos, y eso incluye temas de dinero (hacer ERTES y no despidos, etc.

Frente a la desinformación, la incredulidad y la negación, la filosofía de Simone de Beauvoir puede ayudar: señala que los seres humanos debemos aprender a vivir en la ambigüedad; la solución no es eliminar la incertidumbre, sino reconocerla como una condición de la existencia.

Aunque parezca que estamos aislados, especialmente en cuarentena, puede ser útil saber que cada uno de nosotros enfrenta la condición humana juntos. Y dado que todos somos un hecho de la realidad del otro, compartimos la responsabilidad el uno del otro. Negarse a actuar para prevenir la propagación del virus nos hace responsables de empeorar la situación, no solo para otras personas, sino también para nosotros mismos, porque estar interconectados significa que nuestro bienestar también está vinculado.

La vida de Simone:

https://gatopardo.com/perfil/simone-de-beauvoir/

Las herramientas de reflexión y autoconciencia son de apoyo cuando todo cambia.

Sócrates descubrió que su forma de vida filosófica le daba coraje. Filosofía como una mentalidad, un cuestionamiento, un amor a la sabiduría, una forma de vincular la razón con los valores y las emociones, con el objetivo de vivir bien.

Pero actuar en pos del bien colectivo en lugar de nuestro interés individual, incluso para aquellos de nosotros con las mejores intenciones, no es tan fácil.

En España nos han impuesto comportamientos a través de la vigilancia, sin recurrir a nuestro sentido del deber y la moralidad para actuar en interés de la sociedad en su conjunto. No se han atrevido a invocar el espíritu comunitario para hacer lo correcto. Aquí nos lo mandan.
El tipo de moralidad al que no se ha recurrido, es la que introdujo por primera vez en el  siglo XVIII Immanuel Kant, quien propone que actuemos racionalmente: que seamos razonables, siguiendo una instrucción moral que él llama “el imperativo categórico”.
El ejemplo contrario es comprar más de lo que necesitamos en el súper. ¿Qué pensaría Kant de aquellas compras de papel higiénico?
Como señala más tarde, tenemos una tendencia innata a hacer excepciones por nosotros mismos, cuando se trata de una cuestión de auto conservación; las necesidades familiares están antes de las de la comunidad: antes va el individualismo frente al interés colectivo.

El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, no promulgó órdenes estrictas por una fe ingenua en la libertad personal, y una profunda desconfianza en el poder del estado. También tenía un gran compromiso con los ideales del libre mercado, la autonomía y del estado como algo pequeño.

Mucha gente ha realizado compras de pánico porque ese es el resultado de las virtudes del emprendimiento: inteligencia, resistencia, agilidad y autoconservación.
Donde Kant intentó invocar al poder de Dios, para alentarnos a actuar moralmente, algo que contradice su filosofía secular, los líderes modernos se han visto obligados a invocar al poder del estado…

 

 

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