Que esta sociedad está inmersa en una crisis de valores parece algo incuestionable, pero limitarse a esta obviedad enmascara el verdadero problema que, aun aquejando al mundo en general, parece hacerse más violento en España. Tal vez se deba a nuestro carácter, o a nuestra casi inexistente formación, a nuestra nula educación o a la utilización reiterada e interesada de nuestra historia reciente por parte de los políticos.
La radicalización de las posturas, la violencia extrema de ciertas actitudes y la búsqueda desesperada de una razón incuestionable está llevando al sobresalto permanente, a la sinrazón flagrante, al escándalo provocado como exhibición.
No basta, en ciertos círculos, con considerar que se tiene razón, es necesario imponerla y aplastar a los demás con ella.
Las polémicas de ciertas posturas de confrontación llevadas al radicalismo extremo no hacen sino crear un clima de antipatía y una espiral que intenta combatir esa antipatía con mayor radicalización. Y este juego no lleva a ninguna parte. Al menos no lleva a ninguna parte positiva.
Y si no había suficientes frentes de confrontación, si la sociedad no estaba suficientemente crispada, radicalizada y enfrentada, ciertos círculos han decidido explicar su explicable fracaso creando un nuevo corte en la sociedad, un nuevo y peligroso corte que los exima de sus errores y provoque un mayor daño.
Parece ser que para ciertos círculos, radicales en sus planteamientos, la detentación de la razón última los habilita para que esta sea impuesta a cualquier precio. Y están tan convencidos de su indiscutible razón que no les importa desear la muerte de un niño enfermo o el exterminio de aquellos que suponen un obstáculo para su sociedad ideal de pensamiento único.
No hay necesidad de convencer cuando se puede imponer y si es necesario exterminar. Y los últimos a exterminar, los últimos ciudadanos que suponen una barrera hacia Un Mundo Feliz somos los “putos viejos”.
“Parece ser que para ciertos círculos, radicales en sus planteamientos, la detentación de la razón última los habilita para que esta sea impuesta a cualquier precio.”
En un video absolutamente vergonzoso, vergonzoso de caérsele la careta de vergüenza, vergonzoso por su contenido, vergonzoso por su falta de calidad léxica, vergonzoso por su falta de rigor y su populismo, Anonymous, si es que realmente es de Anonymous, cosa que prefiero dudar, culpa del resultado de las elecciones al envejecimiento de la población, abundando en los mensajes de corte fascistoide que ya se habían producido en las redes sociales tras el fracaso de objetivos obtenido por ciertos posicionamientos radicales. Parece ser que tener más de ciertos años, que varían según la conveniencia y edad del que lo expone, produce una especie de esclerosis social, una necrotización ideológica y una muerte súbita de la inteligencia y el raciocinio. Es decir, que al ser “puto viejo” se es además conservador, insolidario y estúpido.
Piensa el ladrón que todos son de su condición.
Si la cosa es ya de por sí indignante, que lo es además de preocupante y con una deriva peligrosa, estos presurosos deseadores de mundos al estilo de la Fuga de Logan promueven nuevas ideas que fracturen la sociedad por mor de la edad. Ideas como la de la retirada obligatoria del carnet de conducir a los sesenta y cinco años, por decreto, sin ninguna base jurídica, moral o científica o la expresada por cierta política comunitaria responsabilizando al envejecimiento de la población del fracaso económico de cierto modelo, se abren paso en la creación de una sociedad aún más fracturada.
Yo me temo que en el fondo de esta cuestión hay un axacerbado culto a la juventud que lleva a que sea considerada como una virtud y no como una situación temporal. Que hay un ensimismamiento moral que olvida que no existe la razón si no las razones, que no existe la verdad si no los puntos de vista, que no existe el momento si no el movimiento, y que el movimiento se demuestra andando y el andar consume tiempo y el tiempo es edad y es vida y es experiencia. Que hay una terrible, una terrorífica, una patética falta de educación en valores y en respeto que permite que ciertos individuos, ciertos colectivos, se radicalicen hasta la violencia, que aunque sea verbal, de momento, sigue siendo violencia.
Lo que no saben los jóvenes, y que si sabemos ya los “putos viejos”, es que la edad no cambia a las personas necesariamente. Es que la edad es una circunstancia temporal que, salvo demencias y deformaciones educativas irresolubles, se va adquiriendo con la vida y proporciona experiencia y conocimiento, o sea, que equipa con matices, con claroscuros que impiden tener prisa, tener razón absoluta y hacen desenvolverse con mucho tiento a la hora de creer en algo como definitivo.
Yo, un “puto viejo”, un ácrata convencido, un librepensador irredento, me niego a ser etiquetado por el guarismo de mi año de nacimiento, me niego a ser inutilizado intelectualmete por un pensamiento fascista, me niego a ser irresponsable porque otros lo digan, me niego a ser inútil porque algunos inútiles necesitan justificarse.
A otro perro con ese hueso.
Ni de puto, ni de viejo… eres un crack … gracias Rafael por tus reflexiones, por la libertad y sentimiento con la que las expresas… Gracias
Gracias a ti Feliciano. Por la oportunidad , por la ecuanimidad y por el trabajo. Un fuerte abrazo.