¿Estamos despertado del sueño de la realidad rutinaria al que nos habíamos acostumbrado?
Aún sin romperse totalmente el espejo con la imagen del mundo donde creemos vivir, nos descubrimos, algunas veces, colgando del vacío.
Pero si nos atrevemos a movernos en una intensa vivencia, hacia otras geografías humanas, podemos armonizar todo lo que está más allá de la vida contada.
Hay un camino de piedra interior hacia nuestro destino, que es posible descubrir si tomamos conciencia de nuestra elaboración intelectual y del sentido social que está ahí, bajo nuestra piel.
¡Qué dificil es envolverse de un sentido humanista que nos comprometa!
Y ahora, no podemos dejar de darle pellizquitos a nuestro corazón sensible, para que no se quede sin aliento por los problemas que lo desasosiegan, sumados estos días al confinamiento de nuestros cuerpos.
Dejémonos vencer por las potentes ganas de evolución para que configuren, como un presagio, el presentimiento de que todo va a ir bien.
Recibimos lo que enviamos. Demos lo que volvemos a recibir. No rompamos la cadena.
Hay un estado de felicidad e inspiración: influir en la realidad (entorno) para cambiar el futuro. Dejemos de aferrarnos al mundo exterior, crucemos la puerta no como “alguien” sino como “todos”.
El umbral es el estado de “fluir”: estar inmersos en lo que estamos haciendo, de manera que las sensaciones temporales no influyan en nuestro empeño.
Dejemos de ser los mismos de siempre. Cambiemos nuestra mente para cambiar nuestras vidas. Seamos corazón y mente actuando como una sola humanidad, en coherencia: una emoción elevada con un pensamiento claro.
Hecho de menos estos días a muchos seres queridos, así que los evoco en cada persona que encuentro en los trabajos que me encomiendan como voluntaria.
Os dejo las imágenes de una metamorfosis maravillosa .¡Hasta pronto!