QUERIDO DIARIO. LAS ANDANZAS Y SUS ANDADURAS

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Querido diario,

Entro en tí, querido diario, y surgen así las palabras cuando menos lo pienso.

Las andanzas y sus andaduras 

Foto de KS KYUNG en Unsplash

Yo quisiera hoy resucitar a Don Quijote, pues me parece lo más fácil en este caso. Al fin y al cabo, él se deshizo en andanzas imaginarias que le trajeron buen provecho: ilusiones de amor a Dulcinea, afanes de conquista y territorio, y un comportamiento ético y consejo para los dados al vino y la vergüenza. Don quijote fue un compendio de mis ensoñaciones, esas de las que me he ido desprendiendo en las distintas etapas del camino. 

Me desprendí del fuego ardiente mientras me quemaba viva; me deshice de las mochilas cargadas de libros: dejé una en cada esquina, por si un intrépido las aupaba de nuevo. 

Me despisté errando por caminos de encrucijada entrecruzada, contoneando la cadera de mi laberinto, para encontrarme en un espejo vivo, donde mi silueta fuera sombra de negro sobre playa dorada. 

Me desprendí de ese exceso de futuro hecho de hazañas ya perdidas… y me apliqué al afán de cada día, sin tregua, prórroga o reserva. 

Hasta la mirada aguda y penetrante se suavizó en presbicia y en miopía. Bendita mirada borrosa y lacrimosa… 

Me desprendí de decisiones súbitas, ebrias, juveniles, de ínsula Barataria. 

Me desprendí de los fuegos fatuos, de los vuelos que caen en picado y de la furia del caballo salvaje. Sí, me hice tan dulce como tú, Don Quijote, cuando volviste a tus cabales después de tantos años de desparramarte  sin más freno que tu querido rocinante y la voz de Sancho Panza. 

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